Incendios en Asturias

«Fue un infierno, el pueblo se salvó por los pelos»

Desolación e impotencia son los sentimientos que invaden el pueblo piloñés de La Motosa, con apenas una decena de vecinos que vieron arder en cuestión de horas el monte que les rodea y elementos patrimoniales con un irremplazable valor sentimental, como la fuente y un hórreo centenario. Poco antes de las dos de la tarde de este miércoles, Eduardo Iglesias oyó un «ruido sordo y raro». «Miré y ya estaba todo ardiendo», cuenta. «Me asomé sobre las dos al ver el humo y vi una luz naranja, había viento y llamas muy altas», relata Manu Bruno.

Ambos, junto a más vecinos, trataron como pudieron de contener el avance del fuego, con mangueras y cubos de agua. «Hubo momentos que lo pasamos mal. El calor era insoportable y no se veía del humo», explica Eduardo Iglesias, quien define lo vivido como «un infierno». En La Motosa son conscientes de que el desastre pudo haber sido incluso mayor. Un vecino logró poner su ganado a resguardo y pudieron mover un vehículo a tiempo para que no fuera engullido por el fuego.

Peor suerte corrieron la fuente, destrozada por las llamas, y un hórreo del centro del núcleo, cuyas piedras llegaron incluso a reventar por la temperatura. En la fachada de la casa de Manu Bruno, frente al hórreo calcinado, rompieron cristales y el plástico que protege el contador está derretido. En su misma propiedad quemaron canalones, maquinaria y una motocicleta. «Y mi pobre limonero», añade apesadumbrada. «Fue un desastre, salvó el pueblo por los pelos», apunta Ramón Ángel Riera, quien se encontraba en Gijón y acudió a La Motosa tras ser alertado del incendio, muy cerca de su propiedad. «Cuando llegué me encontré con este panorama», explica. Las consecuencias pudieron haber sido de mayor magnitud de no haber realizado él mismo desbroces en los terrenos por detrás de su casa. «El monte está sin atender, está salvaje todo», lamenta.

Este jueves, el fuego de la tarde previa ha dejado paso a una imagen que conmociona e incluso hace brotar lágrimas a vecinos: tierra quemada y pequeños amagos de llamas que se avivan, por ejemplo dentro de un castaño y en los escombros del hórreo. Cubos y mangueras en mano, los residentes se apresuraron durante la mañana a sofocarlos. También la carretera de acceso llegó a estar rodeada de fuego y sus orillas lucen hoy quemadas.

El alcalde de Piloña, Iván Allende, coincide en que «casi quema el pueblo entero». Más allá de La Motosa, los incendios afectan a puntos del concejo como la zona de la cuesta de Ques y Coya. Allende indica que en La Carabaña la rápida intervención de los bomberos permitió salvar esta mañana una cuadra. «Se te cae el alma a los pies», comparte el primer edil, quien tiene claro que los fuegos «fueron todos provocados».

A la «desolación y el miedo» se suma el enfado por las pérdidas económicas, aún por cuantificar. Allende explica que en la cuesta de Ques y Coya ardieron «muchas hectáreas» de un monte de utilidad pública donde existían plantaciones, cuyos beneficios repercuten en los vecinos. Como ejemplo del impacto apunta a que una de las últimas ventas de madera reportó más de 660.000 euros a las arcas públicas, que se invirtieron en pueblos. «Prendieron a propósito en una zona de masa forestal, para hacer daño», denuncia el primer edil.

En el oriente, Piloña está siendo uno de los concejos más afectados por los fuegos, con cinco activos. Este jueves los bomberos se afanan en controlar el declarado en Ques. Durante la tarde del miércoles y esta pasada noche también voluntarios de Protección Civil Piloña, Nava y Cabranes trabajaron en la extinción en la zona de Ques, La Parte y Beroñes.

Más tranquila está la situación en el otro gran frente, el de la zona de Toraño, en Parres, municipio donde se contabilizan otros cinco fuegos. El balance de la comarca se completa con los incendios de Amieva (4), Cabrales (3), Cangas de Onís (5), Llanes (4), Onís (2) y Ponga (6).

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