Paola del Sol salió a eso de la una de la madrugada a fumar al prau que rodea su casa. Es madre de un bebé de tres meses llamado Llorien y la familia reside en la localidad sierense de Leceñes. De repente, vio que había ... encendida una luz roja y una alarma sonaba a la altura de la residencia. Avisó a su pareja, Lluques Díaz, y este no lo dudó, sin pensar en el riesgo que él mismo podría correr: «Me acerqué hasta allí y vi que todo estaba normal. Estaban encendidas las luces del salón y pensé que había saltado la alarma por error».
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Dio una vuelta y volvió a casa en coche. Nada más bajarse del coche oyó a alguien pedir «auxilio y socorro» y su pareja llamó al 112. Rápidamente, Díaz volvió al lugar y estaba confuso: «No había nadie todavía y no sabía si los gritos venían de la residencia o de uno de los chalés» porque las voces venían del lado opuesto de donde estaba. Pronto supo que eran del primer edificio y «salté por el muro».
El problema era entrar en el interior. Todas las puertas están cerradas, pero «dos señores, que estaban en su habitación ubicada la planta baja, me abrieron». Dio una vuelta de reconocimiento y en la planta del medio encontró a «una trabajadora que tenía la cara negra». Estaba bastante nerviosa y utilizaba el ascensor para sacar del lugar a los residentes: «Le dije que en caso de incendio no se podía usar el elevador y me preguntó cómo hacerlo». Muchos de ellos tienen movilidad reducida y están obligados a utilizar sillas de ruedas que no bajan por las escaleras. «Le respondí que los sacase como pudiera y llorando me dijo que a los residentes de la planta de arriba ya no los podía sacar; había mucho humo».
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Díaz subió. «Todos los usuarios estaban durmiendo, los desperté rápido, diciendo que había un incendio y les pregunté si podían caminar». Bajaron como pudieron por las escaleras y una señora le dijo que no se podía mover; necesitaba ayuda: «La puse en una silla de ruedas y junto a otra usuaria fuimos a otra habitación para atender a otro señor». Ahí la cosa se complicó. «Por la escalera ya no podíamos salir por el humo; pensé que ahí quedamos todos».
Este héroe cerró todas las puertas y abrió las ventanas: «Me quité la camiseta, la mojé en el baño y les puse unos trapos a los tres». Ellos se quedaron en la estancia y Díaz dio otra vuelta «para ver si quedaba alguien más en la planta». «No conozco el sitio ni cuantos usuarios hay. Pensé que me quedaba alguien y eso no entraba en mi conciencia».
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No encontró a nadie y hubo un momento donde «mi vida podía correr riesgo» por la cantidad de humo que había en todo el edificio. Volvió a la habitación con los tres residentes donde esperaron a la llegada de los Bomberos, pero cada vez había más humo: «Entraba por el sistema de ventilación».
En un momento dado, el grupo se dividió en dos: Díaz y un usuario estaban en una ventana con repisa y las dos señoras, en la habitación. «Ellas pensaban que yo era bombero», recuerda. Los efectivos llegaron rápidamente. Primero, apagaron el fuego y tras ventilar la zona «nos sacaron». «Antes habían venido para ver cómo estábamos y si era urgente que nos desalojaran». Les ayudaron a salir por las escaleras y Díaz no tuvo que ser atendido por el humo. «Soy asmático y antes de cenar me encontraba un poco fastidiado y le di al ventolín». Eso le ayudó.
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Julia Menéndez, más conocida como 'Julita' es también vecina de la localidad. Era las 1.30 horas cuando escuchó un «ruido atronador». Subió la persiana de la habitación y ya vi dos «camiones de bomberos». «También salió humo y, de repente, empezaron a sacar a la gente». Eran los que estaban más graves. El resto estaba en las «sillas esperando a ser atendidos».
«Había unas llamaradas del demonio y mucho humo», contó el vecino Valentín García que se enteró de lo sucedido por una llamada de teléfono: «Estábamos acostados cuando un amigo del chaval lo llamó para ver qué pasada. Pasamos un susto muy grande» y temieron lo peor cuando vieron el despliegue de efectivos. «Pusieron a todos los residentes de la zona afectada en el patio y para nosotros ellos son también vecinos porque hablamos con ellos cuando están dando un paseo».
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