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Aman la mar, viven de ella. Algunos por tradición familiar, otros por pura pasión. Iniciaron aquí su adolescencia y quieren terminar su vida laboral en este oficio, pese a que más de medio día lo pasan lejos de sus familias. Son patrones que hoy esperan una solución a «la mayor crisis» a la que se enfrentan. No quieren ni oír hablar de cambiar de vida, pero si no se adoptan medidas urgentes, ese será el destino.
Pasan unos minutos de las nueve de la mañana en El Musel. La flota está amarrada. Varios trabajadores charlan entre ellos. «Aquí hay muy buen rollo, si no, no vives, porque aquí te pasas 14 ó 15 horas diarias». Un único tema: la dura situación que están viviendo. «Nos gusta esto, pero hay que buscar un futuro y ahora mismo, no lo hay», dicen.
Y es que las cuentas no salen: «Pagas a cada uno 300 euros de Seguridad Social y más de mil euros de gasoil, más los gastos de aparejos, almacenes,... Y con todos esos gastos, vas a la mar a la aventura. Subvenciones no hay. Nadie te atiende, nadie mira para nosotros. Así es muy difícil continuar. Por mucho que ames la mar, las fuerzas se agotan».
Lo cuenta Enzo Morán que, con 36 años, es uno de los más jóvenes marineros que operan en el Musel. La complicada situación que vive el sector en estos momentos le abre muchos interrogantes. «Estoy a gusto, pero hay que buscar un futuro».
Tiene una hija de 5 años, a la que le encanta venir por aquí, «está loca por el oficio, pero yo no quiero esto para ella» y en estos días, más que nunca se plantea que «la gente se va a jubilar y no sabemos qué va a pasar». En su barco operan cinco trabajadores: él, como patrón y cuatro marineros. «Una de ellas es una mujer, muy trabajadora, que es lo importante. Cuando vino, yo le dije: 'Si quieres trabajar y rindes, aquí tienes tu sitio'».
Se compró el barco 'Rocío del mar' hace unos años y muchos antes ya había decidido vivir de la mar, pese a que en su familia no hay tradición marinera. «No quería estudiar y vine a cargar camiones de xarda». Tenía 15 años y le pagaban entre 20 y 30 euros por operación. «Además, me daban una bolsa de pescado que luego podía vender».
Pero un buen día faltó un hombre a bordo y el patrón le propuso que le pagaba, no 20, sino 150 euros. «Probé y hasta hoy. Nunca me arrepentí, pese a que llegué a ir a pique hace unos años, pero nos sacó una lancha. Fue un 4 de septiembre de hace tiempo», recuerda.
No obstante, tras ese episodio, intentó cambiar su actividad y estuvo en un supermercado, «con un cargo», preparando pescado y «con un buen sueldo, pero no duré ni 15 días». Él lo tiene claro: «Me gusta la mar, es lo que siempre hice, ¿qué otra opción tengo?».
Tres décadas lleva ya consagrada su vida a la mar el gijonés Marcos Cueto, de 52 años. «Empecé porque me gustaba la mar y estudié Náutico pesquera». Fue el primero y único, de momento, en su saga familiar en elegir este oficio, en el que empezó desde abajo. «Fui marinero, buceador y luego patrón».
Al mando de su 'Siempre Alba', ahora amarrado, vive momentos de «mucha incertidumbre» porque los gastos son muchos y las perspectivas, desoladoras. «Estos barcos gastan mucho. Echamos más de 12 horas diarias en la mar y se nos triplicó el precio del gasóleo: esta situación es inasumible». Basta hacer números para darse cuenta de que no salen, dice. «Si el kilo de xarda lo vendes a un euro y al consumidor se le cobran tres, para que ahora fuese rentable tendríamos que venderlo nosotros ya a tres euros y entonces multiplicar el coste final hasta elevarlo a nueve euros. No podemos cargar al consumidor de esta forma, lo que hay que hacer es bien las cuentas».
La solución está bien clara: «Hay que bajar los impuestos al gasoil para los profesionales, también a los agricultores y transportistas. Todos consumimos ese producto y sin él estamos fastidiados, no solo a la pesca».
Tiene una hija de 20 años que le ayuda con otro barco que tiene en Llanes, pero, «afortunadamente» no quiere dedicarse a la pesca.
«En la mar no hay nada fijo. Solo el gasto que tienes (combustible, Seguridad Social de los trabajadores) y sales a ver si consigues pescar algo. Me temo que si no hay cambios inmediatos, adonde vamos todos es al desempleo».
Iván Pérez Blanco conocía bien este oficio antes de iniciarse en él hace 22 años. Ahora tiene 38 y comparte trabajo con sus hermanos Manuel y Pedro. Antes estuvo su padre y su abuelo y su bisabuelo. «Toda mi familia vivió de la mar. Yo nací en esto y moriré aquí, si puedo, aunque tenga que madrugar mucho, no ver a mi familia todo lo que quiero y saber que esto es duro, pero es mi vida», cuenta.
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El 'Nuevo Mapei' está amarrado y ante él comenta su preocupación por el paro que vive el sector. «Somos seis tripulantes. Aquí todos tenemos hijos y queremos darles lo mejor pero si no cambian las cosas, dudo mucho que podamos hacerlo». Tiene una hija de cinco años y reconoce que «cada día te sientes más desanimado porque estamos en plena campaña de la xarda, que es una buena inyección tradicionalmente y mira qué plan tenemos».
Hoy todos están muy pendientes de la reunión entre el presidente de la Federación de Cofradías Nacional, Basilio Otero, con el ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación, Luis Planas.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
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