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R. MUÑIZ
GIJÓN.
Lunes, 3 de mayo 2021, 01:25
Había diez osas con crías en la cordillera Cantábrica en el bienio 1993-1994 y los últimos conteos elevan esa población a 79. «Se ha producido un incremento del 10% anual», destaca la Fundación Oso Pardo (FOP) en su último libro, un trabajo en el que reflexiona sobre esa evolución y cómo mitigar los nuevos conflictos que puede generar esa recuperación que lo es en número y también en territorio.
«Los ataques de osos a humanos constituyen el ejemplo más dramático del conflicto entre ambas especies», escriben. Los últimos estudios al respecto señalan que esos ataques «provocan en Europa una media de un muerto anual, que casi siempre se produce en Rumanía». Por ello entienden que los ataques a humanos «constituyen mucho más un problema psicológico que una amenaza real a la seguridad de la gente».
«En los últimos 30 años hemos recogido ocho incidentes con contacto físico en España», de los que siete ocurrieron en la cordillera y otro en Pirineos. Por provincias cinco fueron en Palencia, mientras Lérida, León y Cantabria tienen uno cada uno. El último documentado fue en 2018, cuando un varón de 77 años tuvo un encuentro súbito con un ejemplar que le dejó una fisura en una costilla y un golpe en el muslo.
«La mejor forma de evitar ataques es eludir las situaciones de peligro, como acercarse a los osos para fotografiarlos acosarlos o permitir que nuestro perro lo haga», anotan. Si el can se acerca demasiado el oso puede perseguirlo y «es posible que el perro busque nuestra protección trayendo al oso detrás», advierten.
En todo caso la FOP constató que «el acceso al alimento de origen humano es la principal causa de conflictos» en Europa. En el Parque Nacional de Yelowstone los animales dañaron casas, garajes, coches y demás para hacerse con la comida.
Los técnicos de la fundación hicieron un estudio de campo en Somiedo y Villablino para averiguar si empezaban a darse aquí «osos basureros» que asalten los contenedores para alimentarse. Concluyeron que los casos son puntuales y no parece que ahora se den ejemplares «condicionados a la basura». El aumento de la población osera «y la tentación constante que suponen los frutales y los contenedores de basura en los pueblos permiten predecir que el problema está lejos de ser resuelto», advierten. Por ello piden poner los contenedores en lugar de más complejo acceso y estar preparado para ahuyentar a los ejemplares que aún así traten de acercarse.
El informe constata 3.591 daños tramitados en el Principado como ataques del oso a animales, colmenas, frutales y silos y los especialistas no ocultan su sorpresa. En otras poblaciones europeas «los daños sobre el ganado consisten principalmente en ovejas. Por eso resulta muy llamativo el predominio del ganado vacuno entre los daños atribuidos en la Cordillera».
Para la FOP «resulta ilógico» que los expedientes se concentren «casi en exclusiva en pocos municipios del núcleo occidental, cuando en el sector oriental los osos conviven con una extensa cabaña ganadera sin que se reclamen daños».
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