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Pasaban pocos minutos de las cuatro de la tarde cuando el debate de orientación política cambió de rumbo. El portavoz de Foro Asturias, Adrián Pumares, en la tribuna. En su intervención había hablado de industria, industria, la Fundación Selgas-Fagalde y de reto demográfico, entre ... otros. En casi todas las materias, para hacer crítica a las políticas del Gobierno. Consumidos más de 20 minutos -de 30- de su tiempo, entró de lleno en la reforma del Estatuto de autonomía. A él ya se habían referido durante la mañana. De él, había dicho el presidente durante su cara a cara con Podemos que habría que conocer en qué punto estaba «el disputado voto del señor Pumares», parafraseando la cinta dirigida por Antonio Giménez-Rico.
El portavoz de Foro entró de lleno en la cuestión. Lo hizo para trasladar al presidente su «decepción» por seguir sin conocer su modelo de oficialidad y la «falta de respeto» que, a su juicio supone que la concreción solo haya venido en respuestas a preguntas de Ciudadanos y de Vox. El modelo de Foro Asturias sobre la oficialidad no aportó mucha novedad: «El principio irrenunciable de la voluntariedad y la no imposición en ninguna esfera de la vida de los asturianos, incluyendo la vehicularidad de la llingua». La particularidad vino en el hecho de que, más allá de la inclusión del asturiano como lengua oficial, Foro exige que se establezca en el Estatuto de Autonomía que la ley de uso que desarrolle la cooficialidad necesite de los tres quintos de la Junta para su aprobación. O sea, la misma mayoría reforzada que es necesaria, precisamente, para la reforma del propio Estatuto.
Hasta ahí lo que pidió sobre el asunto que ha fragmentando en dos al arco parlamentarios: los que no están dispuestos a negociar nada mientras que el asturiano sea una línea roja (PP, Cs y Vox), y los que apuran un acuerdo (PSOE, Podemos e IU). Del resto de asuntos planteados inicialmente por el presidente, Adrián Barbón, de los que todos estarían dispuestos a hablar, Foro Asturias solo hizo referencia a uno: los decretos-leyes. Adrián Pumares rechazó esta figura porque «recortaría a la Junta la capacidad de control». A mayores, sin mucha concreción (o toda, según se mire), Foro habla de incorporar el «máximo techo competencial».
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E. PANEQUE / R. MUÑIZ
Y después, bajo el mismo epígrafe, como si fuera parte de la misma guisa, introdujo otra serie de propuestas bajo el argumento de «ir más allá y, en esta misma legislatura acometer esa gran reforma que necesita Asturias tras cuarenta años de camino que le han puesto a la cola del tren de las comunidades autónomas de España». Aquí metió asuntos que parecen pensados para la negociación presupuestaria que arranca el martes, y que se solapará sí o sí, con el desatascamiento al que había llegado la reforma estatutaria. Adrián Pumares pidió una Ley de Impulso Demográfico que incluya ayudas directas a la natalidad de 150 euros al mes por hijo. Se podría debatir qué fue antes, el huevo o la gallina. Ayer Foro lo propuso, toda vez que Barbón hubiera anunciado ayudas a la natalidad un día antes, pero si se sigue tirando del hilo hacia atrás, a su vez, ya era una reclamación de la formación de Adrián Pumares.
La siguiente exigencia de Foro ataca directamente a los principios ideológicos de la izquierda: la eliminación del impuesto de sucesiones. No lo pidió así literalmente, facilitando que pueda ser aceptada por los socialistas. Pumares habló de «bonificarlo hasta el límite de un millón de euros», es decir, elevarlo desde el actual límite, que está establecido en los 300.000 euros. Más asumible, aunque harto complicada de forma inmediata, parece la de «estudiar una reforma del IRPF». El listado se cierra con deberes para el Gobierno en materia de infraestructuras, que Pumares calificó como «tercermundistas»: modernización de las Cercanías, apostar por el Consorcio de Transportes y la integración ferroviaria de Gijón, entre otros.
La intervención de Adrián Pumares cogió a pie cambiado al bloque de la reforma. El propio presidente no acertó a dar una respuesta en su réplica que concretase algo más allá de «lo estudiaremos» y emplazar a decidir si «el resto estamos dispuestos a esto o no». Por lo pronto, no parece fácil. De los corrillos apurados en la Junta, con IU y Podemos como protagonistas, se llegó a dos conclusión. La disposición inmediata de Daniel Ripa a «analizar con toda la calma, no romper, construir, mimar y avanzar, porque nos jugamos algo muy importante»; a la menos entusiasta de Ángela Vallina, para quien «no se puede aprovechar esas medidas para condicionar la oficialidad porque un solo diputado no puede ser el que las imponga». Pero lo cierto es que Adrián Pumares, sabedor del precio de su voto, el número 27, que permitirá aprobar o no la oficialidad, jugó sus cartas. El aplauso a su estrategia le llegó desde el asturianismo, que no parece dispuesto a transigir con la idea de que sea una mayoría reforzada la que apruebe un desarrollo legislativo, pero sí en que Adrián Pumares diera este paso. Iván Llera, presidente de Iniciativa pol Asturianu, destaca la «valentía» del diputado de Foro y que la formación «vuelva a la postura original de defensa del idioma que tuvo en su fundación y la más coherente con su ideología».
Por contra, los partidos que estaban en el no, lo único que hicieron fue reafirmarse en ese misma postura, El diputado del PP, Álvaro Queipo, acusó a PSOE y Foro de «escenificar un engaño a toda la sociedad» por ocultar que toda oficialidad conlleva obligaciones. «Pedimos al PSOE que se deje de tejemanejes y explique el modelo, alcance, naturaleza y coste de la oficialidad», abundó.
La portavoz de Ciudadanos, Susana Fernández, se expresó en términos similares. Habló de «vodevil» y trasladó su «perplejidad» y «sorpresa» por lo escuchado en el hemiciclo.
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