El precio de la cooficialidad
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Adrián Barbón estuvo cómodo en un debate donde la oposición criticó su optimismo e incumplimientosCuando hay siete grupos parlamentarios -uno gobierna y el resto se opone- el debate sobre el estado de la región da paso a diálogos distintos que se superponen. Si alguien desea un método para saber cómo está la relación entre el presidente y la abigarrada oposición, debe guiarse por las formas que emplea Barbón cuando discute con los portavoces: relaciones fraternales con IU, magníficas relaciones con Adrián Pumares (Foro) y Susana Fernández (Ciudadanos), corrección con Podemos, hostilidad con el PP y descalificación con Vox.
Sus planes son claros: con los dos escaños de IU cuenta para todo; a Adrián Pumares le agasaja porque le permite imponer la cooficialidad del bable; Ciudadanos forma parte de la red de seguridad parlamentaria por si sucede algún cataclismo (como en 2019) y Podemos puede ser recuperado para la causa pese a los disgustos del pasado. PP y Vox oscilan entre las categorías de rival y enemigo. Como decía Bilardo: al rival, ni agua.
El presidente del Principado estuvo cómodo en el debate, ya que una oposición dividida es menos oposición, y ya ha hablado mucho con todos.
Uno de los episodios más simpáticos de la sesión estuvo en una de las réplicas de Barbón a Daniel Ripa (Podemos). Al referirse a la cooficialidad dejó entrever hasta qué punto está al tanto de lo que se cuece en Foro. Con los años aprendí que la principal prerrogativa del poder es tener la mejor información del territorio. En este caso, Barbón conocía con pelos y señales la propuesta de Foro y al oír cómo la formulaba Pumares sin cambiar una coma, la recibió con los brazos abiertos.
En la FSA ya echaron las cuentas sobre la propuesta de Foro y, la verdad, es bien barata. Desde que Esaú vendió la primogenitura a Jacob por un plato de lentejas no se había visto un trueque tan ventajoso. La cooficialidad a cambio de una «reforma del IRPF que evite la fuga de profesionales» y el compromiso de dar 150 euros al mes por cada bebé que llega al mundo, más la bonificación del Impuesto de Sucesiones.
Por pura curiosidad, ¿no hay nadie ahí que se ponga colorado? Para salir de dudas Pumares dijo que «espero que podamos avanzar en un modelo de oficialidad». Y este era aquel partido que nació rebelde para luchar contra el 'establishment' asturiano.
El duelo principal de la sesión estuvo en el cara a cara entre Barbón y Teresa Mallada. La líder de la oposición estuvo menos agresiva que en otros debates, pero no dejó de ser punzante. Barbón fue a empatar, con digresiones sobre cualquier cosa (lágrimas en la pandemia, orgullo de ser lavianés). Sacó a relucir dos veces lo bien que se entiende con Canteli. Estas cosas en el Nalón se aprenden en las Juventudes Socialistas y ya nunca se olvidan. Cuando alabó los pactos de Cherines con el PSOE sabía que estaba tocando el trigémino.
Mallada hizo un recorrido sobre los principales asuntos: Sanidad, Educación, pobreza, industria, medio rural, turismo, fondos europeos, reto demográfico. En todos realizó críticas: el colapso en la Sanidad, la supresión de los exámenes de repetición en la ESO, la inactividad de la Alianza por las Infraestructuras, la desatención del sector forestal, la falta de promoción turística de Asturias, el secretismo en la gestión de los fondos europeos, los miles de habitantes perdidos en el campo. Unos argumentos fueron sólidos, otros no tanto, pero hizo un recorrido correcto, propio de un portavoz opositor.
A mi entender el mayor error fue empezar la intervención echando cara a Barbón supuestas críticas suyas hacia Asturias. El presidente negó que la hubiera nombrado, pero Mallada se dio por aludida. Salir a la defensiva es absurdo.
Hablando de actitudes, me pareció una sobrada la andanada que le lanzó el presidente a la líder de la oposición, «le doy la oportunidad de que revoque y condene la decisión del Gobierno de Aznar de prorrogar el peaje del Huerna». En dos ocasiones se lo dijo. No tuvo reflejos Mallada para sacar a colación, por ejemplo, las ocasiones en que los diputados asturianos del PSOE, una vez en la Junta General del Principado (1991) y dos veces en el Congreso de los Diputados (1997), votaron en contra de la inclusión de la variante de Pajares en la planificación ferroviaria nacional. ¿Aprovecharía la ocasión Barbón para condenar ese proceder tan poco decoroso con Asturias? En todos los partidos cuecen habas.
A Barbón le basta con ganar por la mínima o empatar, porque lleva ventaja. Mallada, no, necesita ganar, como todos lo que encabezan la oposición.
Susana Fernández (Ciudadanos) leyó una intervención contundente que inició afirmando que el castellano es la segunda lengua materna del mundo, por detrás del mandarín. Un golpe de efecto en una sesión planeada para rendir culto a la pluralidad lingüística asturiana. Su tesis es que Asturias se ha vuelto una región irrelevante, con el menor crecimiento del PIB desde 1975. Afirmó que sin bajar la presión fiscal no habrá reactivación económica. Desdeñó los avances del Gobierno en investigación, desarrollo e innovación, porque la inversión en esos conceptos no llega al 1% del PIB (0,82%). Barbón le explicó que la fiscalidad asturiana deslocaliza a ricos, pero no a empresas. En el segundo turno, Susana Fernández, que había empezado con nota (mucho mejor que el año pasado), se vino abajo. No basta con saber leer.
Aún queda mucho por contar del debate.
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