Feve, de chapuza en chapuza

Ahí está el ramal que iba a conectar la red con la papelera de Ence en Navia. En 2010 el Principado, Feve y la empresa firmaban un acuerdo para ejecutar kilómetro y medio de vía muy prometedor. Gracias a ello se abría la puerta a electrificar la línea por la costa, la papelera dejaría de sacar por camión su mercancía y la llevaría en tren hasta el puerto de Gijón. La inversión compartida era de nueve millones. Feve y el Principado empezaron a poner su parte y se quedaron solos. De aquel proyecto lo que ha permanecido es una plataforma iniciada y sin acabar, y un cruce de requerimientos entre el Principado y el Adif para saldar cuentas.

La polémica de los trenes-tranvía llegó al Tribunal de Cuentas y la Audiencia Nacional. Gijón-Laviana iba a ser la primera línea con este tipo de vehículos ferroviarios, capaces de penetrar en las ciudades y compartir calles con los coches. Siguiendo esa intención, Feve licitó en 2009 un concurso público para el suministro de cuatro unidades. Tres empresas se presentaron a la puja pero la operadora declaró desierto el concurso al entender que ninguna de sus ofertas era adecuada.

Meses después inició una negociación restringida con los tres fabricantes, para hacerles un pedido similar. Al final el trabajo se lo llevó Vossloh, por 15,2 millones. Lo extraño es que un mes después de firmar el contrato se añadió al pedido otras tres unidades, por 11,7 millones, y días más tarde se rubricó un convenio para fabricar 24 más.

El fabricante inició el trabajo pero el ministerio abandonó el interés por adaptar las líneas. Feve tuvo que invertir un dinero para adaptar los trenes que ya se habían construido de forma que fueran capaces de aprovecharse en alguna red.

Es decir, a Feve le faltan trenes en Asturias, pero hubo intentos fracasados de comprar material. Repasando los encargos que sí salieron adelante, hay casos que obligaron a adaptar andenes y rebajar las vías para evitar problemas de tamaño. A la hora de hablar de planificaciones desacompasadas cabe recordar el soterramiento de Langreo, en el que el Principado llevaba desembolsados 70 millones en 2017 y dijo que las vías eran cuestión del ministerio. Los pilotes quedaron firmes esperando cinco años hasta que volviera la actividad.

Con el metrotrén pasa otro tanto, si bien el túnel perforado en el subsuelo gijonés ha tenido épocas en las que compatibilizaba en los papeles las vías de Feve y Renfe y otras en las que solo penetraba Renfe. En total el ramal de Navia, el túnel del metrotrén y el del soterramiento han sumado 56 kilómetros de infraestructura a la espera de uso, pese a poner 370 millones de dinero público en ellos.

Al otro lado de la cordillera León también sabe del tema. En 2014 los representantes sindicales de Feve denunciaron que los trenes no pasaban por el Puente de Maristas. Desde 2011 la ciudad está a la espera de que se tramite un real decreto que permita retomar la circulación en un tramo preparado para el tranvía, pero sin norma que lo permita.