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LAURA CASTRO / CRISTINA TUERO
VILLAVICIOSA.
Lunes, 27 de noviembre 2017, 02:14
Segundo apuñalamiento en Asturias en menos de 24 horas. Adrián Gancedo, de 32 años y vecino de Rozaes, fallecía este domingo en Villaviciosa a causa de las lesiones infligidas con arma blanca por el joven de 20 años y vecino de Bayones, Brayan Tuero ... . Se trata de la segunda muerte de este tipo en la región en menos de un día, tras el fallecimiento en Avilés de Daniel Capellán, de 44 años, apuñalado por el novio de su hermana cuando trataba de defenderla de una agresión.
El ataque en Villaviciosa se produjo hacia las 4.30 horas de la madrugada, tras una pelea. Los sanitarios del centro de salud se trasladaron con la ambulancia medicalizada hasta el lugar de los hechos, pero no pudieron hacer nada por salvar la vida de Adrián Gancedo, quien falleció por las múltiples heridas de arma blanca que recibió en el pecho. La agresión se produjo en las inmediaciones del bar de copas El Grillu Salvaje, en la calle Manuel Bedriñana, durante una pelea. Adrián Gancedo habría llegado al establecimiento después de un «leve encontronazo» con Brayan Tuero en la calle. El agresor, según los testigos, le esperó fuera del local junto a varios amigos para continuar con la reyerta cuando saliera.
«Me dijeron que había una pelea fuera y decidí asomarme. No parecía gran cosa, una discusión habitual entre jóvenes que podrían estar pasados de copas hasta que ese chaval sacó la navaja y le asestó varias puñaladas en el pecho mientras Adrián continuaba enzarzado con los otros agresores», explicó el propietario de El Grillu Salvaje, Javier Pérez. «Vino hacia nosotros, le tapamos con unas mantas y avisé al 112. Estuvimos hablando con él, intentando evitar que se durmiera hasta que llegó la ambulancia», agregó. El propietario del local aseguró que el agresor es «muy problemático». De hecho, cuando todavía era menor, «se colaba en el local y originaba muchas peleas». Por eso, Pérez optó por prohibirle la entrada. «No le sentó nada bien, pues a partir de ahí, sus amigos y él empezaron a rayarme el coche, a perseguirme para provocar peleas y a amargarme», manifestó Pérez, quien acabó solicitando una orden de alejamiento contra el presunto homicida, cuya vigencia expiró hace dos años. «Sabía que no podía entrar en mi local, por eso estaba esperando a Adrián fuera», apuntó Pérez. El dueño del establecimiento aseguró que el detenido y sus amigos «tienen un largo historial delictivo y siempre andan metidos en algún lío. Es el tipo de gente que sobra en cualquier pueblo».
Pérez proporcionó una descripción detallada a los agentes de la Guardia Civil para ayudarles a localizar a los agresores lo más rápidamente posible. Incluso, una vez que llegó la ambulancia, decidió acompañarles en la búsqueda por las calles de la villa. Finalmente, la Benemérita localizó a Brayan Tuero en un piso de la villa a las siete de la mañana. El joven fue detenido como supuesto autor de un delito de homicidio junto a D. M. G. P., mujer de 22 años, como presunta autora de un delito de lesiones. Ambos pasaron la noche en la comandancia de Gijón y quedarán a disposición judicial próximamente. A primera hora de la tarde se produjo un tercer arresto, el de S. G. S., de 20 años, como sospechoso de pegar a la víctima, aunque fue puesto en libertad a las pocas horas.
El levantamiento del cadáver de Adrián Gancedo tuvo lugar a las 7.50 horas y fue trasladado al Instituto de Medicina Legal de Oviedo. Continúan las diligencias policiales para esclarecer el homicidio.
Los vecinos de la calle Manuel Bedriñana, donde tuvo lugar el suceso, amanecieron «sorprendidos» con la noticia. «Es el bar que permanece abierto hasta más tarde y siempre hay los típicos líos entre chavales pasados de copas, pero nada como esto», declaró un inquilino del edificio contiguo al de El Grillo Salvaje.
En la localidad de Rozaes, donde residía Adrián Gancedo, no podían contener la emoción ayer al conocer la muerte de su amigo y vecino. Tenía una hija de ocho años y trabajaba como autónomo agrario. «Siempre fue de carácter noble y tranquilo. Le gustaba la sencillez y la tranquilidad del pueblo», explicaba su amiga de la infancia, Ana Costales. «Esto ha sido un palo tremendo para todos», agregó otra vecina.
Adrián mantenía una buena relación con los habitantes de Rozaes. «A veces me lo encontraba por la villa y me invitaba a tomar algo con él. Siempre iba tan tranquilo, distraído con sus cosas», comentó Olaya Arboleya. «Nunca imaginé que algo así le pudiera pasar a él. Siempre estaba a su aire, iba por libre sin molestar a nadie», añadió la joven, de 21 años. «Su agresor era todo lo contrario. Todos sabíamos que era un peligro y que siempre estaba metido en peleas», aseguró.
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