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LAURA CASTRO
VILLAVICIOSA.
Lunes, 27 de noviembre 2017, 02:18
Adrián Gancedo, de 32 años, era un hombre «sencillo y tranquilo». Así lo afirmaban familiares, amigos y vecinos en un concejo consternado tras conocer su fallecimiento.
Residió un tiempo en Gijón, junto a la que entonces era su mujer y su hija, hasta que se ... separó y decidió volver a Rozaes, su pueblo natal, donde vivía con su abuela. «Siempre estaba colaborando con algún vecino segando huertas o recogiendo manzanas. Le gustaba la normalidad y la tranquilidad del pueblo», señaló Ana Costales, amiga desde la infancia de Adrián. Con lágrimas en los ojos, Ana recordaba cómo «hace solo unos días nuestros hijos estaban jugando juntos por el pueblo mientras nosotros hablábamos de la vida». Aunque siempre estuvo muy ligado al mundo de la carpintería, desde su regreso a esta localidad del concejo de Villaviciosa, Adrián se había establecido como autónomo agrario. «Era un hombre de familia, muy trabajador y de carácter noble», destacaba su vecina Olaya Arboleya.
El propietario del local junto al que sucedieron los hechos, Javier Pérez, también aludía, nervioso todavía por lo sucedido, al carácter apacible y bondadoso de Adrián.
«Nunca causaba problemas. Venía, pasaba un buen rato, hablaba con sus conocidos y se iba a casa», agregó.
La muerte de Adrián Gancedo ha conmocionado al concejo de Villaviciosa, especialmente a los vecinos de Rozaes. «Ha sido como un jarro de agua fría. Es una pérdida muy grande para nosotros. Adrián era la sonrisa y la alegría del pueblo», subrayó Olaya Arboleya, quien también tenía palabras para los familiares de la víctima. «Lo peor se lo lleva la familia y, especialmente, su niña. Este es un golpe muy duro», remarcaba.
Quien conocieron a Adrián no terminaban de explicarse cómo pudo suceder algo así. «Nunca pensamos que esto pudiera pasarle a alguien como él. Jamás ha tenido el más mínimo altercado con nadie, no entendemos qué ha podido pasar para que se viera involucrado en una pelea de este tipo», indicaban.
En Rozaes todos le definían como un hombre amable y cercano, al que era difícil ver enfadado. «Es increíble pensar que una noche puedas salir de casa y no volver por algo tan sencillo como estar en el lugar equivocado en el peor momento posible», lamentaron.
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