Dos jóvenes estudiantes se hacen un 'selfie' con un móvil delante del IES Alfonso II de Oviedo. Alex Piña

Los expertos piden que se evite el móvil antes de los 12 años y más formación a las familias

«Los adultos deberíamos preguntarnos por la atención que dispensamos al móvil y cómo lo perciben los hijos, que reproducen los modelos parentales»

Octavio Villa

Gijón

Sábado, 16 de diciembre 2023, 00:33

Si la propuesta de la ministra de Educación, Pilar Alegría, de limitar el uso del móvil en las etapas educativas anteriores a la universidad ha encendido el debate en la comunidad escolar, los universitarios no son ajenos a lo que es un problema ... de toda la sociedad. El uso del móvil, como de cualquier otro recurso tecnológico de nuestra época, tiene sus partes buenas, pero también consecuencias contraproducentes. Y así lo ven los expertos en Pedagogía de la Universidad de Oviedo. El decano de Formación del Profesorado, Celestino Rodríguez, pide dar al problema una «respuesta educativa, la cuestión no es prohibir exclusivamente, tenemos que buscar el uso pedagógico dentro de las aulas, intentando prevenir las adicciones y educar el uso adecuado». Todo ello, teniendo claro que «las redes sociales son incluso más perniciosas y perjudiciales».

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En su opinión, «si conseguimos educar la responsabilidad estará en el propio alumnado». Tampoco se trata de «obviar que el móvil forma parte de la vida de nuestros alumnos», pero el hecho de «que su mundo se limite al móvil y redes sociales sí que es muy preocupante, la recompensa y los refuerzos se manejan a través del móvil», por lo que pide una educación diferenciada entre la destinada al uso de las redes sociales y la dirigida al propio uso de los móviles. Todo ello dentro de un «proceso que ayude a la labor docente, que se cuente con el profesorado y, fundamental, que cuente con implicación de las familias».

El papel de las familias

Porque sí, los pedagogos ponen el acento en el papel de las familias a la hora de instruir a los pequeños en un uso sano de toda tecnología, móvil incluido. Esther del Moral, catedrática de Tecnología Educativa de la misma facultad, señala que las familias deben «conocer a sus hijos, conversar con ellos sobre los problemas ligados al mal uso del móvil y las repercusiones personales, sociales e, incluso, penales», asumiendo que «son ellas en primera instancia quienes deben contribuir a minimizar estos riesgos».

Respecto a los educadores, la recomendación de Del Moral es que presenten «usos positivos de las herramientas al servicio del bien común, el progreso humano y el desarrollo de la creatividad... Pero también formarles en el espíritu crítico para que sepan discernir lo valioso de lo perjudicial para su salud física y psicológica».

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Y para los propios jóvenes, Del Moral aboga por lograr que «armonicen las prácticas virtuales y presenciales, para conciliar esa dualidad, promoviendo la empatía». Por la relevancia que tiene «recuperar las relaciones personales cara a cara, para evitar la desensibilización frente al dolor ajeno y los comportamientos indeseables, como el ciberbullying».

Por ello, la experta ve bien las limitaciones que prevé el ministerio, pero reclama que «paralelamente» se activen «medidas más proactivas, orientadas a la formación y el uso responsable de las tecnologías, abarcando tanto aspectos éticos como los dirigidos a dotarles de las competencias digitales para que sepan buscar información en fuentes fiables, proteger su privacidad y ser conscientes de su huella digital y cómo puede afectar eso a su reputación digital o su exposición a la ciberdelincuencia».

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La recomendación directa de Del Moral es que «las familias no deberían proporcionar un móvil a los menores de 12 años» y, cuando se lo den, «es recomendable que activen un control parental, para saber por dónde transitan sus hijos en internet, con pautas para regular y acotar su uso referido al contacto con amigos, juegos 'online' y perfiles en redes sociales». Por ello, «esto necesariamente requiere de una formación dirigida a los padres y madres, para hacerles conscientes de su responsabilidad y de la influencia que ejercen en sus hijos. Los adultos nos deberíamos preguntar por la atención que dispensamos al móvil y cómo lo perciben nuestros hijos, pues reproducen los modelos parentales».

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