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Sira Abed Rego (Valencia, 1973) habla con esa naturalidad de la que tan pocas veces los políticos hacen gala. Ella es la ministra de Juventud e Infancia y abre un hueco en su agenda de actos, para responder a las preguntas de este diario, ... solo cuatro meses después de aterrizar en el cargo.
–¿Tiene la sensación de que su ministerio no lo conoce mucha gente?
–Creo que es un ministerio sobre el que, inicialmente, había voces que decían que no tenía mucho sentido y, sin embargo, nos hemos encontrado con una respuesta social muy favorable.
–¿Con qué presupuesto cuentan y cuáles son sus líneas clave de trabajo?
–Ahora mismo estamos terminando de negociar el presupuesto, así que no me atrevo a decir hasta que no termine la negociación presupuestaria. En cuanto a las líneas de trabajo, estamos centrados en una serie de elementos que para nosotros son cruciales, pero yo rescataría dos principales: la cuestión de entornos digitales seguros y el desarrollo de la Ley de Juventud.
–Le recojo el guante. Hablemos del entorno digital, ¿cree que debería regularse el uso de teléfonos móviles por los menores?
–Creo que sí hay que regularlo y tenemos que ver no solo cómo regulamos el uso de los dispositivos, sino también el marco general de los entornos digitales para proteger a la infancia y a la adolescencia. Hay que tener una conversación de país, esto puede parecer muy difuso, pero por concretarlo: se va a poner en marcha un grupo de cincuenta expertos que en los próximos días se reunirán. Son cincuenta voces con mucha experiencia acumulada que van a plantear una estrategia de país que será la precursora de un acuerdo intergeneracional de países. Todos vivimos en el entorno digital ahora mismo, nuestros niños y niñas, también, y tenemos que ver cómo les afecta porque se están generando patrones de adicción, problemas de salud mental, problemas de identidad… Tenemos que elaborar una estrategia que tenga medidas inmediatas, a medio y a largo plazo. Que plantee si es necesario impulsar una ley de entornos digitales seguros, que ponga también límites a la industria; esto no solo es cuestión de buscar el papel de las familias, sino también el papel de la industria en todo esto.
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–¿Cree que es posible poner en marcha un sistema efectivo que impida a los menores acceder a la pornografía?
–Creo que sí es posible. Hay fórmulas y mecanismos y hay aplicaciones, en las que se están trabajando. La Agencia de Protección de Datos, junto con la Fábrica de Moneda y Timbre, están desarrollando una aplicación que puede ser un buen inicio para limitar el acceso de los menores a pornografía y a contenidos extraordinariamente violentos. Creo que se puede regular el uso del entorno digital, pero también necesitamos reforzar todo lo que tiene que ver con la educación afectivo-sexual y que esto se materialice de verdad en los itinerarios curriculares.
–Los casos relacionados con violencia sexual protagonizados por menores aumentaron un 116% en los últimos cinco años. ¿Esta cifra es consecuencia de la falta de educación afectivo-sexual, de internet o qué está pasando?
–Evidentemente, es necesario que haya educación afectivo-sexual, pero también es muy preocupante ver cómo operan los entornos digitales. Hay algún estudio que señala que podría haber una relación directa entre el uso de los dispositivos y la manera en la que estos están afectando a la configuración de la sexualidad de los jóvenes. Estamos viendo que se están reproduciendo roles y tenemos un problema social que debemos abordar.
–Van a elaborar la Ley de Juventud en colaboración con los propios jóvenes. ¿Cómo la van a plantear?
–Queremos que sea un proceso participativo porque uno de los debates que tiene que abrir esta ley es la implicación de los jóvenes en la política. No podemos pensar en las políticas de juventud, hablando solo del ocio y del tiempo libre. Eso también es muy importante, pero sí que creo que hay que extender la política en mayúsculas a los jóvenes porque tienen mucho que aportar. Planteamos cuatro ejes fundamentales: derechos económicos y materiales; salud mental y bienestar; participación política y crisis ecosocial. Tienen que opinar los jóvenes y, si quieren abrir otros ejes, bienvenidos serán.
–Demos marcha atrás hasta la natalidad. En Asturias el año pasado nacieron 4.607 niños. ¿Cómo podría combatirse este descenso de la natalidad?
–Estamos ante una respuesta que tiene mucho que ver con las condiciones de vida de las generaciones más jóvenes. Hay un estudio de Comisiones Obreras que señala que la edad media en la que en España se adquiere una capacidad para tener un proyecto de vida asentado son los 38 años. Por tanto, estamos ante una edad muy preocupante. Si hasta los 38 años la gente no tiene un proyecto estable, es muy complicado plantearse la maternidad. La garantía de que hay un Estado que cuida, que hay derechos, trabajo y vivienda son las condiciones necesarias para poder hablar de tener hijos.
–¿Cómo se puede atajar esta precariedad que afecta a casi todos los jóvenes?
–Ya lo estamos haciendo, cuando planteamos la reforma laboral y reducimos las cifras del paro; cuando hablamos de reducir el tiempo de trabajo, manteniendo los salarios; cuando planteamos una renta universal a la crianza para erradicar la pobreza infantil, cuando planteamos acabar con la brecha salarial entre hombres y mujeres... Creo que todo este itinerario permite atajar el problema.
–En Asturias el paro juvenil es de un 28,6%, ¿por qué cuesta tanto la inserción laboral de los más jóvenes?
–Las sucesivas reformas laborales han servido para precarizar cada vez más las condiciones de la gente trabajadora y esto ha afectado especialmente a mujeres y jóvenes. Las sucesivas crisis que ha habido y los recortes de servicios públicos han precarizado las condiciones de vida de la gente trabajadora. Esto se resuelve –y las cifras están ahí para verlo– cuando aplicas una reforma laboral y la respuesta a ella es que el paro juvenil se reduce de más del 50% de la época del PP al 28% de la actualidad, que tampoco es una buena cifra. Por eso, no podemos parar de trabajar, queremos paro juvenil cero y en eso vamos a trabajar.
–Acabemos con la vista puesta en Gaza. Usted creció en un pueblo cercano a Jerusalén, ¿cree que la sociedad es consciente de lo que está ocurriendo allí?
–Creo que España es un país muy solidario con la causa palestina. Es una situación terrible: bombardeos, aniquilación de la población civil... La población está muriendo ya de hambre y de enfermedades contagiosas.
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