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Curso tras curso se hace evidente: cada vez hay más pupitres vacíos porque cada vez nacen menos niños. Asturias tiene un grave problema de natalidad y los colegios son el fiel reflejo de la situación. Hasta ahora se ha optado por permitir ratios ... excepcionales en los centros rurales y por ajustar el número de unidades en los centros que sufren un mayor descenso de la matrícula. Pero sin grandes modificaciones. El Principado sabe que habrá que actuar en algún momento y, consejero tras consejero de Educación, lo ha admitido. Hoy ha sido Lydia Espina, quien en la Junta General del Principado ha asegurado que «en el medio plazo» habrá que afrontar la revisión del actual mapa escolar, que data de 2004 y que, según el diputado Armando Fernández Bartolomé, «ya no se ajusta a la realidad». En aquel momento, dijo, «había menos niños y peores comunicaciones».
«La caída de matrícula derivada del descenso de la natalidad nos obligará a revisar esta organización en un futuro próximo», ha admitido la consejera. Si bien ha dejado claro que, hoy por hoy, el sistema funciona y «nos permite organizar el curso de manera eficaz».
El mapa escolar no solo establece qué centros educativos hay en Asturias (públicos, privados y concertados) y de qué niveles de enseñanza, sino también organiza a qué alumnos le corresponde cada centro. En Gijón, Oviedo y Avilés se distribuyen por zonas de influencia (mayor puntuación para la que le corresponde al alumno y menos para las limítrofes) y, en el caso de la zona rural, se organiza por localidades y concejos. El actual sistema permite establecer también el número de unidades, no solo en función de cada centro sino también del resto de los de la zona de influencia.
Pero, como queda dicho, el actual mapa tiene casi 30 años y la situación ha cambiado mucho. Hace ya años que, de forma periódica, se pone el tema sobre la mesa pero «parece un tema tabú y ningún consejero se atreve a afrontarlo», dicen quienes conocen de cerca la organización de la consejería. En las últimas legislaturas, fue el exconsejero Genaro Alonso quien fue más allá. En el año 2016 se comprometía a poner en marcha la revisión del mapa y admitía lo que nadie quiere decir en voz alta. ¿Un nuevo mapa puede conllevar cierres de colegios? «Sin duda, sin duda», aseguraba. «O fusiones, reunificaciones», añadía. Y lanzaba entonces un aviso: «Cuidado, también atañe a la red concertada».
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Finalmente, no se llegó a presentar ninguna propuesta de revisión. Mientras sindicatos y docentes insisten en aprovechar la ocasión para bajar las ratios, Lydia Espina ha dicho en varias ocasiones que esa no es la solución a todos los problemas y todo el mundo parece tener claro que la actual situación demográfica de la región implicará no solo cerrar aulas, sino colegios.
En este curso, Asturias ha perdido 1.800 alumnos en Infantil y Primaria. Un descenso que se suma al registrado todos los años anteriores. Primero fue solo en Infantil, ahora ya lo sufre Primaria y en unos años llegará a Secundaria y Bachillerato, que ahora por el momento logran aún ganar matrícula.
El mapa escolar ha sido una de las muchas cuestiones informativas uqe se han puesto sobre la mesa en el Pleno de hoy. Porque el diputado del Grupo Mixto Armando Fernández Bartolomé ha interpelado a la consejera sobre «las reformas necesarias para que el sistema educativo responda adecuadamente a los nuevos retos sociales». Bartolomé ha pedido un «pacto por la educación», medidas para estabilizar las plantillas, cambios en la evaluación docente, mayor autonomía a los centros, un plan de salud mental, un plan de infraestructuras, una mayor transparencia en la gestión, apoyo a las extraescolares...
Por su parte, Lydia Espina ha defendido las medidas puestas en marcha en los últimos meses: el plan de de digitalización, el segundo tramo de la evaluación docente (hay más de 9.500 profesores adheridos a ambos tramos), la mejora en la adjudicaciones de interinos, la actualización del catálogo de puestos de difícil desempeño....
Uno y otro mencionaron también la inminente negociación para la renovación de los conciertos. Quería Bartolomé saber qué va a suceder. Lydia Espina se comprometió a hacerlo de una «forma seria y rigurosa» y tratando a la red concertada «de forma equilibrada». Al margen de la preocupación por el posible cierre de unidades y, por tanto, la pérdida de empleo, la concertada también ha mostrado sus dudas sobre los módulos económicos y la situación que se plantea con la subida de los costes energéticos.
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