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OLGA ESTEBAN
Domingo, 6 de marzo 2022, 21:59
Cuando se contagió, en enero de 2021, no tuvo ni un solo síntoma. Se hizo la prueba porque era contacto estrecho de un positivo. Pero pasó la cuarentena «como cualquier otro día». Por eso, Paula Santos, de 20 años, no podía imaginar que cuando unas semanas después retomara sus estudios de Dietética en Oviedo todo empezara a ir mal. El primer día que le costó llegar al aula del cuarto piso no le dio importancia. Había estado dos semanas en casa, tenía que retomar el ritmo. Pero los días pasaban y la situación, lejos de mejorar, empeoraba. Tras algunas visitas a su médico de cabecera y a los servicios de urgencias, Paula tuvo pronto el diagnóstico de covid persistente. Es una de los miles de pacientes que lo sufren, que mucho tiempo después de la fase aguda, aún tienen los síntomas o han desarrollado otros.
Paula, que practicaba senderimo, pesas y 'body combat', ahora lo único que puede hacer es intentarlo con el pilates. En este año ha sufrido y sufre de cansancio, debilidad, taquicardias, dolor de cabeza y muscular, saturación baja y tensión alta, pérdida de memoria... Para tener esta conversación se ha hecho una 'chuleta', confiesa, para que nada se le olvide. A quien estaba acostumbrada a estudiar cuatro horas seguras, ahora le resulta «imposible». En las semanas malas, no puede ni abrir los libros. Hizo las prácticas sentada, incapaz de estar de pie las horas necesarias.
Todos esos síntomas van acompañados de visitas a todos los especialistas, de pruebas que «salen bien», cuando la realidad es «que no estoy bien. Esto me limita la vida. Puede que haya quien me vea, con 20 años, y piense que estoy bien. Pero no es verdad».
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Originaria de Salamanca, ha visitado a médicos de aquí y de allá. Y pese a reconocer la buena atención que ha tenido siempre, tiene claro que «solo me puede entender quién lo está pasando. Los médicos, poco más nos pueden decir». Por eso, le consuela hablar con otros afectados que ha conocido a través de las redes. Gente como Ainoa Aguado, natural de Mieres, de 42 años. Infectada de covid en noviembre de 2020, ella sí tuvo síntomas: dolor de cabeza y muscular, «no podía ni mover los ojos», febrícula... Ella, que tenía un asma controlado, tuvo «que tirar mucho de inhaladores». Pero tras las cuarentena, se reincorporó a su trabajo como dependienta en el sector de la alimentación, y empezó a comprobar que algo no iba bien. Como Paula, estaba más cansada de lo normal. Y, como Paula y tantos otros, lo achacó a la reciente infección, la cuarentena... Pero la fatiga no cesaba ni con días de descanso. Le dolía todo el cuerpo. No descansaba porque, en la cama, «el simple gesto de cambiar de postura era una tortura». A eso se suman los terribles dolores de cabeza. Le sube la tensión de tal forma que ha tardado un año, con diferente medicación, en empezar a controlarla. Ha necesitado inyecciones para subir el hierro.
Y aún más. También «lo que llaman niebla mental», que no es solo el dolor en la parte frontal de la cabeza, sino la dificultad para recordar palabras, para concentrarse y para memorizar. Retomar sus estudios de auxiliar de enfermía le está costando un mundo. Pero, como le ocurre al resto de afectados, «las pruebas médicas van saliendo bien». Pero no lo está: sufre taquicaridas, subidas de fiebre, ronqueras repentinas... Y el daño cognitivo.
Ainoa lleva de baja desde abril de 2021. Tiene miedo a volver a trabajar. Y a conducir largas distancias, por si vuelven los mareos. Es evidente que «me limita la vida diaria».
Como Paula, ha comenzado con pilates, «pero voy con señoras de 70 años que se mueven más que yo». A las sesiones de fisioterapia se ha sumado la atención psicológica, para adaptarse a que «haya días que a las cuatro de la tarde se te apague el interruptor del cuerpo y ya no puedas hacer nada más». Paula y Ainoa piden investigación. Y que algún especialista pueda unificar consultas y pruebas. Y vivir sin dolor, sin tener que acostumbrarse a él.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
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