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Las terrazas de la zona de El Carmen, en Gijón, a rebosar en la noche del sábado. A. GARCÍA
Coronavirus en Asturias | «Cierran el ocio de noche, pero la playa se llena»

Coronavirus en Asturias | «Cierran el ocio de noche, pero la playa se llena»

En el último fin de semana antes de que la hostelería tenga que reducir de nuevo su horario, el sector insiste en que la actividad «no será rentable»

Pablo Suárez

Gijón

Lunes, 17 de agosto 2020, 01:32

El cierre total del ocio nocturno viene siendo un pensamiento recurrente entre los asturianos. El progresivo desarrollo de restricciones a los bares de copas no invitan al optimismo entre una clientela que se plantea cada fin de semana como si fuera a ser el último en mucho tiempo. A caballo entre la sensación de liberación tras el confinamiento, todavía presente en muchas cabezas, y el miedo innato al contagio, Asturias se agarra a las terrazas ante un horizonte repleto de incógnitas sobre la rentabilidad de los negocios. Anteanoche, en el último fin de semana en el que la hostelería pudo abrir hasta las dos de la madrugada -para el próximo ya estará en vigor el cierre a la una-, los temas de conversación giraban sobre la idoneidad de recortar aún más el horario y la necesidad más que evidente de parar el avance del virus.

«Yo creo que esto nos va a durar poco. Desde junio no han parado de restringir el ocio nocturno y tiene pinta de que si no frenan los contagios acabarán decretando el cierre total», consideraban en Gijón un grupo de jóvenes, reunidos en una terraza de la zona de El Carmen, llena hasta la bandera, al igual que el resto del centro de la ciudad. Pese a ser conscientes de la gravedad del problema que enfrenta la sociedad con respecto al virus, muchos gijoneses, especialmente aquellos entre los veinte y los treinta años, no entienden que se haya centrado el foco en los bares.

«Me parece una medida muy populista. Me cuesta encontrar la diferencia entre salir hasta la una o hasta las tres de la mañana. Una cosa es que no se pueda estar hasta las tantas en una discoteca y otra muy distinta es que no puedas tomar una copa en una terraza después de cenar», opinaba otro joven en el Pedro Pimienta, uno de los locales más concurridos de la calle Begoña. «Entendemos la situación sanitaria, pero no creemos que éstas sean las formas de solucionar todo esto», coincidía el propietario del establecimiento. Para este hostelero, «se ha criminalizado un poco» al ocio nocturno en una sucesión de restricciones que, advierte, tendrán un gran impacto sobre la economía local. «Lo único que nos queda es cumplir con las normas y dar una buena imagen para la sociedad. Remaremos, pero para los locales que viven exclusivamente de las copas esto es una quiebra total», decía contundente.

También de la comparación parten ciertas dudas respecto a la política de restricciones. «Me sorprende la laxitud de los criterios. En la playa todo vale. Pero mientras, el ocio nocturno cerrado y los conciertos, en duda. Hacen falta criterios homogéneos», opinaba Javier González respecto a una postura compartida por buena parte de los usuarios de terrazas y hosteleros.

«Esto va a ser imposible»

En Oviedo, ni siquiera la lluvia se quiso perder el que podría ser el último fin de semana de copas. A ese condicional se agarraban los hosteleros de la capital, como Sergio 'Cheky' Fernández, propietario de tres pubs en el epicentro de la fiesta nocturna, la calle Mon y la plaza del Paraguas. «Se ha anunciado el cierre sin ser algo oficial. Hasta que no salga en el BOE nosotros intentaremos aguantar», aseguraba. El joven empresario mantiene todavía cerrado uno de sus locales, el Nunca Jamás, por el que estima que puede estar perdiendo 5.000 euros al mes desde marzo.

«Estamos a la espera. Si no sacan ayudas, esto va a ser imposible. Las rentas son caras y cerrando a las dos resulta difícil hacer caja», lamentaba Pablo Sánchez, encargado en el Metrópolis. Dentro, la sala llena de mesas se adivinaba vacía, entre luces de colores, a juego con una calle habitualmente abarrotada. Frente al auditorio, Rafael Martínez, dueño de uno de los emblemáticos bares que todavía resisten en la zona alta de la fiesta ovetense, el Mare Nostrum, ya asumía un fin de semana flojo. «Es fiesta y muchos deben andar en Gijón».

En este sentido, una de las premisas con las que también coincidían clientes como Sonia Trapiella es que «para tomar la última a las dos de la mañana, mejor sales de sidras o cervezas o cenas y ya vas a casa». «Es lo que vamos a hacer nosotras. Venimos de Gascona y nos hemos levantado porque ya llovía demasiado», relataba la joven mientras sujetaba un paraguas que portaba «por precaución».

Carteles contra el cierre

Precisamente, refugiarse en la comodidad del hogar fue el plan de Martín Martínez, quien pasaba por la plaza del Sol tras hacer una rápida visita a un pub de Porlier. «Vamos a coger unas cervezas y tomarlas tranquilamente en casa», comentó este joven opositor. Y es que la incompatibilidad del tiempo en Asturias con las terrazas mermó el plan de muchos, que esperaban exprimir hasta el último momento de la noche. «Así no se puede hacer nada», se quejaba Raúl Lafuente bajo la capucha de su sudadera al tiempo que abandonaba uno de los bares de la zona. «Se están pasando, tampoco era necesario cerrar», apoyaba su amigo Carlos Bernardo. «El ocio nocturno no es el problema, se nos está persiguiendo», añadían varios trabajadores del sector a lo largo del sábado.

No es ningún secreto. De hecho, eran muchos los locales que lucían anoche carteles en los que se podían leer lemas como 'La hostelería no es el virus, la responsabilidad es de todos'. «Yo estoy de acuerdo, a ver si no se va a poder contagiar la gente en otros sitios que no sean bares», respaldaban Estefanía Casta y su grupo de amigas, quienes se dirigían a la plaza Feijóo en busca de una terraza «grande» para tratar de celebrar el cumpleaños de una de ellas antes de irse a estudiar fuera. «Poco más podemos hacer», se quejaron.

También Avilés aprovechó la noche del sábado. Las terrazas del casco histórico presentaron una gran afluencia de clientes, de todas las edades, hasta el cierre obligado de los locales a las dos de la madrugada. Muchos de ellos, los más jóvenes, aseguraban que con la nuevas medidas se podrá disfrutar de igual manera cambiando los horarios. «Lo que nos toca ahora, y lo venimos haciendo desde hace algunas semanas, es pasarnos al 'tardeo'. Ahora salimos justo después de la tarde y aprovechamos todo lo que podemos hasta el cierre», señalaba un grupo de jóvenes en un local de la calle Galiana. Pero además de los horarios, la nueva normalidad les ha traído otros cambios. «Ahora, por ejemplo, no entramos a los locales más que para ir al baño. Esperamos en la terraza a que nos atiendan y eso también te impide, por ejemplo, poder estar escuchando música y bailar», señalaban.

Despedida del verano

El mayor miedo es a cómo responderá la clientela en invierno. El sector hostelero de la zona más céntrica considera que una vez que las terrazas queden inutilizadas las pérdidas van a ser muy grandes, sobre todo para aquellos locales que no disponen de elementos que protejan de la lluvia, como los soportales de algunas calles.

Por otro lado, una buena parte de la clientela que el sábado inundaba las terrazas de zonas tan populares como Galiana o el parque del Carbayedo, aseguraba que tendrían que aprovechar esta última oportunidad de salir como «una despedida del verano», porque los horarios laborales no les permitirían después disfrutar del ocio en las tardes del sábado. Era el caso de jóvenes como Claudia García y Kelly Cabrera, que apuraban las pocas horas que quedaban antes del cierre de los bares.

Esta información ha sido elaborada con la colaboración de Mónica Rivero y Givanna F. Bermúdez

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