Educación concentrará la mayor parte de los cambios en el Gobierno

La gestión que la consejera de Educación y su equipo han realizado de la pandemia en las aulas ha conseguido poner de acuerdo a prácticamente toda la comunidad educativa -todos en su contra-, con los docentes como punta de lanza. Y son miles, con sindicatos muy fuertes. Así que la cuestión no ha hecho más que empeorar a lo largo de los meses, con peticiones de dimisión continuadas y dos propuestas de reprobación en la Junta General del Principado que, eso sí, han sido rechazadas en ambas ocasiones.

A los problemas externos evidentes, con una organización del curso que no convenció a casi nadie, principalmente por la semipresencialidad y las aulas internivel, (a lo que se sumaban la petición de un nuevo acuerdo de interinos, la organización de las oposiciones de Secundaria y las filtraciones, la sentencia sobre Necesidades Educativas Especiales, los cambios en la jornada escolar, la polémica por las cátedras de Secundaria, el incierto futuro de algunos docentes de Formación Profesional, etcétera etcétera), se sumaron los internos, con cambios importantes dentro del equipo (hasta tres dimisiones).

Uno de esos cambios supuso la llegada de Blanca Esther Aranda, persona de confianza de Presidencia, como jefa de gabinete.

Tras su llegada, la consejería incluso convocó una serie de encuentros informales con los diferentes agentes de la comunidad educativa para tratar de reducir el malestar. Pero los problemas no cesaron y a las críticas de la oposición y los sindicatos se han sumado también las de Izquierda Unida y Podemos, aunque no apoyaran las peticiones de reprobación.

Sin duda, uno de los principales problemas a los que se ha enfrentado Carmen Suárez ha sido a la oposición interna (y pública) del sindicato UGT. Aunque la situación parece haberse calmado en los últimos meses, sus declaraciones fueron durante mucho tiempo las más duras y sus peticiones de dimisión, las más reiteradas.

Pese a que existe un amplio consenso en que su gestión es «indefendible», también es cierto que algunos de sus críticos apuntan a su equipo como responsable de la situación. Dicen que ha faltado alguien con autoridad suficiente para tomar ciertas decisiones. Pero las críticas no afectan solo a los directores generales, sino a una consejería «muy burocratizada, llena de gestores, pero no de personal innovador». En este sentido, es posible que los relevos no afecten solo a la máxima responsable de la consejería, sino también a otros miembros. Más aún si Barbón opta finalmente por buscar al sustituto de Carmen Suárez en la propia consejería, algo que facilitaría los cambios, teniendo en cuenta que se está ultimando la organización del próximo curso, después de que el ministerio haya marcado las líneas a seguir, sobre todo en lo referente a ratios.

Sea como fuere, parece evidente que la consejería va a vivir cambios importantes, pese a que ha logrado acabar el curso con bajos niveles de incidencia de la covid en las aulas. Dicen quienes lo viven de cerca que este equipo se ha convertido en «blanco fácil» , más aún teniendo en cuenta que Carmen Suárez no cuenta dentro de la FSA con los apoyos que sí tienen otros miembros del Gobierno.