Secciones
Servicios
Destacamos
Asturias está a unos meses de una revolución en la gestión de la basura, un giro de 180 grados que convertirá su tratamiento en algo más caro y ecológico. Cambia su solución tradicional por otra a la que le quedan dudas técnicas y económicas ... por despejar. Por partes.
El Consorcio de gestión de residuos (Cogersa), que une al Principado y los 78 ayuntamientos, lleva décadas haciendo lo mismo con la basura que dejan los asturianos: lo que se pone de forma separada en contenedores del reciclado se empaqueta para su reutilización; lo que cae en el de residuos mezclados (también llamado bolsa negra) se arroja al vertedero central, donde es apilado y enterrado.
Era lo más barato hasta que en 1999 entraron en vigor directivas comunitarias que castigaban el vertido, entendiendo que desperdicia materiales y atenta contra el medio ambiente. Los técnicos de Cogersa propusieron levantar una incineradora; la FSA hizo suya la propuesta y la mayoría de ayuntamientos la dieron por buena. Cuando hubo que pasar del papel a la inversión se desató una polémica que acabó bloqueándolo todo.
El resto de comunidades fueron reformando su modelo de gestión, quedando Asturias como la comunidad que más dependía del vertedero. Siguiendo la lógica de la UE, el Gobierno central diseñó un nuevo castigo y desde el 1 de enero recauda un impuesto por cada tonelada que muere en el vertedero. Si a Serín acaban llegando el mismo número de bolsas que en 2022, la factura será de 13,9 millones este año.
Para acomodar Cogersa a la legalidad y salir del bloqueo, socialistas e IU pactaron un Plan Estratégico de Residuos 2017-2024 con tres piezas clave. Por primera vez los socialistas renunciaban a levantar una incineradora en el consorcio. En su lugar, se hablaba de invertir 50,1 millones en una planta de basura bruta, instalación en la que se abren esas bolsas negras para rescatar los materiales aún aprovechables. Al resto de detritus se los somete a procesos de secado y compactación para incrementar su poder calorífico y hacer de la mezcla lo que se denomina un combustible sólido recuperado (CSR). Es un tipo de instalación que en ocasiones anteriores se había descartado considerando que su coste era demasiado alto para el rendimiento que aporta la técnica.
Noticia relacionada
La tercera pieza clave del plan 2017-2024 en realidad estaba hueca, dejaba el puzzle por completar. El plan estimaba que la planta produciría cantidades importantes de combustible, sin marcar su destino. Cumpliendo el plan Cogersa ha invertido 62,5 millones en una instalación que, a partir del año que viene, producirá 160.000 toneladas de CSR a las que hay que buscar uso.
La entidad acaba de licitar un contrato en el que se ofrece a pagar un máximo de 100 euros por cada tonelada de CSR que le quiten de encima. A la hora de seleccionar al adjudicatario, se valorará con hasta 75 puntos sobre 100 su capacidad de rebajar esa tarifa. Hay una prima de diez puntos si la empresa aprovecha el combustible en un proceso de valorización química. Si en cambio lo que se hace es la valorización energética (propia de las incineradoras), el aspirante queda sin esos puntos pero su opción no se excluye, sigue sobre la mesa.
Cogersa explica que el concurso no veta tecnología alguna. Recuerda que el Plan 2017-2024 señalaba como destino «preferente» esa valorización química «en instalaciones dentro o fuera del Principado», pero que explicita que «se debe dejar abierta la posibilidad del almacenamiento temporal del CSR hasta su valorización, así como la valorización energética, dado que pueden ser necesarias estas vías ante un posible déficit temporal o parcial de mercado o la inviabilidad económica». Siguiendo esa pauta, la licitación permite que opten al material incineradoras fuera de Asturias «o bien instalaciones industriales que utilicen CSR como combustible alternativo (legalmente esto es una coincineración) en Asturias o fuera de Asturias», explica el consorcio.
Antes de la licitación, la entidad hizo una consulta al mercado. Solo cuatro entidades se ofrecieron a utilizar el CSR. Se identificaron tres instalaciones distintas que podrían emplear las 160.000 toneladas al año, si bien cada una exige que sea de una calidad distinta. «A partir de 2025 se prevé la entrada en funcionamiento» de nuevas plantas que puedan usar el combustible.
Paradojas del asunto, el hecho de que los asturianos reciclen cada vez más ha hecho que los técnicos de Cogersa asuman que aunque diseñaron la planta para producir CSR de clase II, los materiales con los que trabajará la instalación son más pobres, por lo que todo o parte del producto tendrá una calidad inferior, de clase III, lo que complica encontrarle destinatario.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.