«No tengo nada que ver con la muerte de esa persona, no estuve nunca en Llanes y no sé quién es ni Javier Ardines ni Pedro Nieva». Djilali Benatia, uno de los dos supuestos sicarios que acabaron con la vida Javier Ardines, negó hoy ... durante la primera sesión del juicio que se celebra en la Sección Segunda de la Audiencia Provincial, en Oviedo, que hubiese matado al concejal llanisco a cambio de 25.000 euros. Ante el jurado popular y durante unos 18 minutos, declaró solo a preguntas de su abogado, Adrián Fernández, y lo hizo para tratar de desvirtuar su primera declaración de confesión ante la jueza instructora de Llanes tras su detención. «Durante tres días la guardia civil me amenazó, me pegó hasta tortas, me liaron, me jodieron la vida para que dijese lo que ellos querían y cerrar el caso», dijo, con apariencia serena y decidida y con el discurso bien aprendido. «Me dijeron que si decían que si firmaba la declaración iba a estar dos o tres años en la cárcel y que si no, me iba a caer asesinato como los otros tres, así que lo pensé y dije, vale, pues estoy dos años y después estoy con mi familia», añadió.
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Con esa familia, su mujer y sus dos hijos, se encontraba en el piso de Bilbao el día de su detención, el 19 de febrero de 2019. «Rompieron la puerta con metralletas, entraron con un perro oliendo la ropa y todo, los niños y mi mujer estaban asustadísimos, a día de hoy siguen yendo al psicólogo, y a mí me llevaron y me tuvieron tres días metido en los calabozos sin poder ver ni a un abogado ni nada», explicó en el ciudadano argelino en un fluido castellano. «Llevo viviendo en España veinte años, mi mujer es española», dijo. Sobre su compatriota, para quien la fiscal también pide 25 años de cárcel por el delito de asesinato, explicó que eran «amigos y paisanos». Sobre Jesús Muguruza, el hombre presuntamente puso en contacto a Pedro Nieva (supuesto autor intelectual del crimen) con los dos sicarios, aseguró que «lo conocía de pescar en el puerto, solo de eso, solo hablábamos de pesca, nada más». Negó haber estado en Llanes el día del crimen, el 14 de agosto de 2018, y también el 27 de julio de ese mismo año, cuando supuestamente tendieron otra emboscada de la que la víctima escapó sin enterarse siquiera.
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Lucía Ramos
Tras la declaración de Benatia llegó el turno del otro presunto autor material del crimen, Maamar Kelii. Más escueto y contestando prácticamente con monosílabos a su abogado (también se negó a declarar a las preguntas de la fiscalía y la acusación particular) aseguró que nunca había estado en Llanes y que no sabía quien eran Pedro Nieva y Jesús Muguruza. A Benatia lo conocía, -«teníamos buena relación hasta que declaró contra mía cuando estaba en Suiza»- por ser compatriotas y vivir también en Bilbao. Negó que hubiese intentado escapar a Argelia, «tenía a mi madre mala y voy siempre que puedo», dijo, y que luego intentase hacer lo mismo a Suiza. «Fui por trabajo, vendo coches y tenía negocios allí», manifestó.
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Ramón Muñiz Lucía Ramos Olaya Suárez
Sobre por qué un teléfono de su propiedad fue recogido por la antena de telefonía en Llanes la noche del crimen, rechazó tener una respuesta clara. «No lo sé, este teléfono lo usábamos muchos de mi familia, mi mujer, mis hijos, mi sobrino que vive con nosotros... El teléfono lo perdimos a mitad de agosto y nunca supe más de él, no lo denunciamos porque tenía muy poco valor», manifestó. Su declaración se prolongó durante unos diez minutos. Antes, durante las más de tres horas que se prolongó las cuestiones previas planteadas por los abogados y la fiscalía, Maamar Kelii bostezaba y miraba al infinito. Los otros tres procesados se mantuvieron aparentemente impasibles durante toda la mañana. Salvo Muguruza, que asentía por momentos cuando intervenía su abogado.
Mañana será el turno de la declaración de Jesús Muguruza y Pedro Nieva, el presunto inductor que habría planeado el crimen por los celos que sentía por la relación extraconyugal de su mujer, Katia Blanco, y Javier Ardines, marido de la prima carnal de Katia. «Los encuentros sexuales entre ambos se prolongaron desde que ella era adolescente, unos 30 años», mantiene la fiscalía. Es precisamente esa vida privada y oculta de la víctima a la que hicieron referencia los cuatro abogados de la defensa para sustentar la absolución de sus clientes. «No hay ni una sola prueba contra ellos, ninguna, ni un resto biológico, y sin embargo en el coche y las uñas de la víctima fue hallado ADN con la que supuestamente había estado el día anterior», apuntaron.
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Javier Ardines, de 52 años, fue asesinado a escasos metros de su casa. Le colocaron varias vallas en mitad del camino para que tuviera que apearse del coche y en ese momento le golpearon por detrás y luego le asfixiaron con la maniobra de 'mataleón'. Su cuerpo fue encontrado por un vecino que sacó a pasear al perro
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