Enero de 2024 fue un mes muy difícil para Isabel Pazos. Durante días, «no hice otra cosa que llorar y dormir». Más que comprensible cuando alguien recibe la noticia de que tiene un cáncer de mama, tras una mamografía rutinaria que puso en alerta a ... los especialistas, al desvelar una mancha sospechosa del tamaño de una lenteja. Esa masa diminuta resultó ser un tumor maligno. Cuando los médicos le confirmaron el diagnóstico, «no pude contener las lágrimas».
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Aquella mamografía fue su calvario, pero también su salvación, porque «los médicos pudieron coger el cáncer muy a tiempo» y, en su caso, no ha sido necesaria ni mastectomía ni quimioterapia. Isabel entraba en quirófano, en el Hospital San Agustín de Avilés, el 7 de febrero y muy poco después ya estaba sometiéndose a radioterapia en la Fundación Hospital de Jove. «Los profesionales que me atendieron...fantásticos», agradece. Pero en procesos como éste no basta con que la medicina ponga todo de su parte. Las pacientes tienen que echar el resto.
«Todos conocemos a gente con cáncer, pero nunca piensas que te va a tocar a ti. Y, cuando toca, acojona», afirma Isabel Pazos, que echó mano de todo el optimismo que siempre la ha caracterizado para tratar de sobreponerse al «pánico que te entra» cuando sufres una patología oncológica. «Es un proceso que tienes que aceptar y la actitud esmuy importante», señala esta vecina de Corvera, de 59 años y madre de tres hijos.
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Ella, desde luego, ha optado por «tirar para adelante», siendo positiva y recurriendo a la ayuda psicológica que ofrece la Asociación Española de Lucha contra el Cáncer, para la que no tiene más que buenas palabras. Las extensiones de colores que cuelgan de su pelo dan una pista de cómo Isabel le está plantando cara a la enfermedad y a los efectos secundarios de una medicación que le genera cansancio extremo.
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«Hay que pensar que se puede salir de un cáncer de mama, que no es lo mismo ahora que hace 30 años», deja como mensaje en un día como hoy. Y a las mujeres que no están en esa situación, «les digo: revisiones, revisiones, revisiones». En este sentido, «yo pediría al sistema público de salud que haga mamografías cada año, y no cada dos, como ahora».
El programa de cribado de cáncer de mama es también fundamental para Susana Benavides, vecina de Gijón, 54 años. «Las mujeres que se hagan controles, que no lo dejen pasar», incide. Y aprovecha para lanzar a la Administración un par de reivindicaciones. «Los políticos tienen que destinar más dinero a investigación», sostiene. Y añade: «El cáncer no termina con el tratamiento. Quedas tocada física y psicológicamente. Que lo tengan en cuenta, porque las supervivientes nos sentimos olvidadas».
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A Susana se le vino el mundo encima, como ella dice, en octubre de 2021. Cuando recibió el diagnóstico, más que en ella, «pensé en mi hijo, que entonces tenía 21 años; es lo más importante de mi vida». El hijo que se rapó el pelo en solidaridad con su madre cuando los efectos de la quimio empezaron a manifestarse. «Me sentí muy arropada. Por él y también por mi pareja. Eso es muy importante para sobrellevar algo así», comenta.
En su caso, tuvo que someterse a una masectomía bilateral –entre los especialistas del Hospital de Cabueñes que la trataron estaba la alcaldesa de Gijón– y recibió sesiones tanto de quimioterapia como de radioterapia. Por si fuera poco, a su padre le diagnosticaron un cáncer de pulmón y tiempo después fallecía. Y aún así, «me empeñé en que este cáncer no iba a poder conmigo y tenía que salir adelante», aun cuando, «a solas, muchas veces lloré, berré y bajé a todos los santos».
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Se resiente de la drástica intervención quirúrgica que hubo que realizar para «limpiarme el pecho» del tumor y está incapacitada para reincorporarse al mercado laboral. «Fue un hachazo, porque e encantaba mi trabajo. Pero soy peluquera y como no puedo levantar bien el brazo…», cuenta Susana. En cualquier caso, «hay que aceptar tus límitaciones, cuidarse y tener buen ánimo».
Esa es también la filosofía de Blanca Rodas. Cuidarse mucho para «estar en buena forma, de cuerpo, mente y alma». El cuerpo lo mantiene activo haciendo gimnasia y natación. La mente y el alma son harina de otro costal: «Lo estoy trabajando con el psicólogo de la Asociación. No es fácil deshacerse de la angustia que sientes, porque la cabeza es muy traicionera».
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A esta vecina de Oviedo, que nació en Paraguay y lleva viviendo en Asturias desde hace 17 años, le detectaron un cáncer de mama en agosto de 2022. Una mamografía de control mostró «tres bultitos que pintaban muy feo», según le advirtieron los médicos ya desde el primer momento, para ir preparándola para un diagnóstico que se confirmaría poco después.
El 29 de septiembre le realizaban una mastectomía para extirparle el tejido mamario del pecho izquierdo: «Todo fue súper rápido y los profesionales del HUCA son estupendos. Pero verse sin pecho es traumático. El psicólogo me está ayudando, pero lo cierto es que mi autoestima quedó tocada y ya no tengo tanta seguridad en mi misma», confiesa esta mujer de 44 años, que vive «con miedo» cada revisión. Aun así, «no hay que dejarse vencer, que la vida es preciosa», se rearma Blanca Rodas, que se rodea de «la gente que me quiere y me apoya para superar los momentos de bajón». Y es que, como ella misma dice, «somos como el ave fénix, renacemos de nuestras cenizas».
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