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ANA RANERA
GIJÓN.
Miércoles, 30 de marzo 2022
«Lo que ocurrió en la gala de los Oscar está trayendo sus cosas buenas», dice Idoia Bilbao, una ovetense que, a los dos años empezó a padecer una alopecia areata (calvas en forma de moneda) que acabaría por convertirse, a los veintiocho, en una alopecia universal (caída total del cabello). Idoia habla de «cosas buenas» porque la bofetada que Will Smith le dio a Chris Rock -por hacer una broma sobre la cabeza sin pelo de su mujer, Jada Pinkett- ha hecho que la sociedad descubra que también hay mujeres calvas. «Gracias a lo que ha pasado, la gente va a saber que existimos y, cuando vean a una chica calva por la calle, ya no solo pensarán que tiene cáncer», reflexiona. Está convencida de que esta situación «va a marcar un antes y un después», que permitirá a muchas abandonar sus jaulas, repletas de inseguridades. «Yo, hasta ahora, solo se lo había contado a mi entorno más cercano, pero creo que este es un buen momento para abrir una puerta del armario en el que llevo tanto tiempo encerrada», confiesa, armándose de valor para mostrarse, por primera vez, tal y como es.
Hay otras mujeres que lo hicieron público desde el principio, como la piloñesa Mónica Cuyar. «Llevaba con alopecia areata desde la adolescencia y, a los 42, se me cayó todo el pelo», rememora. Durante aquel proceso de pérdida total del cabello, ella sufrió y se hundió, hasta que se puso una peluca. «Cuando me volví a ver con pelo, resucité, me vi mucho mejor», cuenta. Y eso que, de vez en cuando, la deja en casa y sale a la calle solo con un pañuelo. «Ahí te das cuenta de que la gente asocia alopecia a cáncer. Ven a un hombre calvo y no pasa nada, pero ven a una mujer calva y se giran», dice.
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Cuyar, pese a lo que sufrió al principio, hace gala de mucho humor y es la primera en reír. «Si me pasa a mí lo de los Oscar, yo le hubiera seguido la broma al presentador, porque no fue tan grave», lanza. «Si todos nos pusiéramos así, no se podría hacer humor con nada ni con nadie», apunta. Y eso que Mónica también entiende que el humor hace reír o no «dependiendo mucho de las circunstancias que esté atravesando cada uno». Algo está claro: más allá de la gracia que pudiera tener el chiste, logró «romper con un tabú femenino».
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