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Suena el teléfono en una mesa. No es el suyo, pero como está sola y no soporta dejar una llamada sin atender, va hacia ella y contesta. Al otro lado de la línea, una persona muy enfadada por un problema de servicios sociales. La ... conversación dura 38 minutos y solo al final el interlocutor descubre que quien ha tomado nota de su queja es la propia consejera de Derechos Sociales y Bienestar. La misma a la que quería poner (y pone) de vuelta y media y con la que acaba con la solución en vías. La anécdota retrata a Melania Álvarez (Carreño, 1979). En su última comparecencia ante la Junta, el martes pasado, hasta sus principales 'Pepito Grillo' de la legislatura, los portavoces de PP y Podemos, Reyes Fernández Hurlé y Rafael Palacios, acabaron agradeciéndole «que siempre dé la cara». A 62 días (vive en permanente cuenta atrás) del fin de su mandato, hace balance de una legislatura que, pese a estar marcada por la covid, ha supuesto el fin, por vez primera, de muchas demoras.
-Trinidad Suárez, Carlos Becedóniz, Jimena Pascual, Joaquín Monteagudo, Ana Suárez... Cinco directores generales cesados desde 2019. ¿Muchos? ¿Raro?
-Se fueron porque lo decidieron.
-¿No los echó usted?
-No, no. Todos se fueron a petición propia o por cuestiones personales. Trini, la primera, por salud. Carlos se jubilaba. Joaquín también por salud...
-Pero Jimena Pascual llevaba el peso del cambio de modelo de cuidados de larga duración. ¿Hubo algún roce?
-No. Todos se fueron por cuestiones personales, no hubo nada extraño. Si lo hubiera habido, yo lo habría dicho.
-¿Y se fueron enfadados?
-Eso habría que preguntarles a ellos. Pero yo no me enfadé. Tengo una gran paz interior (ríe).
-¿Ni con Ana Suárez? La marcha de la gerente de Establecimientos Residenciales para Ancianos (ERA) sorprendió.
-No. Pero si todavía estuve ayer con ella. Aquí no se obliga a estar a nadie.
-Durante la pandemia, ambas hicieron un tándem. Insisto en que sorprende su marcha a 70 días del fin del mandato.
-Responde a cuestiones personales que ella explicó.
-La crisis del servicio de transporte a los centros de día (se anunció que sería suspendido) ¿fue la gota que colmó el vaso?
-Lo que fue es la prueba de que un proceso administrativo no puede poner en riesgo los derechos de las personas. Eso se ha solucionado ya.
-¿Usted va a seguir?
-Por supuesto.
-¿Y repetirá?
-Digo siempre lo mismo. Queda el examen final: el que nos hace la ciudadanía en las elecciones. Yo tengo claro que va a ganar el PSOE...
-¿Lo sabe ya?
-Lo tengo clarísimo. Vamos a ganar. Luego el presidente pone y dispone.
-Pero de alguien que, como usted, tacha los días que le quedan en el cargo, puede pensarse que está cansada de este puesto.
-No. En política tenemos que trabajar como si fuésemos a estar aquí toda la vida, pero con los bártulos preparados para irte en una hora. Lo tengo grabado a fuego.
-¿Qué sabe hoy de esta consejería que no sabía en julio de 2019?
-Mucho, muchísimo.
-Con lo que sabe hoy, ¿le habría dicho que sí a Barbón en 2019?
-Sí (se lo piensa)... Sí. Le diría que sí otra vez. Lo pasamos muy mal, muy mal, durante la pandemia, el impacto en esta consejería fue muy duro, pero se nos abrió una ventana de oportunidad bestial de cambios que debemos aprovechar. Hemos tenido la gestión de dos legislaturas en una. Y pese a ello, hemos acabado sin lista de espera en la dependencia y en salario social. Hoy tenemos muy claro el sistema que tenemos que implantar aquí para la evolución de los servicios sociales. Tenemos una hoja de ruta a seguir y la vamos a dejar perfilada.
-Si hay una crítica común en los expertos en servicios sociales es el gran baile político que rodea su gestión... Cambio de ministros, consejeras, directores generales... ¿Lo lógico no sería que repitiera el equipo que ha iniciado el cambio del modelo?
-Pero hay factores externos. Si se pierden las elecciones, ¿qué?
-Como dice que va a ganar...
-Los equipos trabajan muy bien y aquí hemos marcado la hoja de ruta hasta 2030.
-¿Cuánta plantilla tiene a sus espaldas?
-En total, con las del ERA, Fasad, Vipasa, 4.000 personas.
-Usted dijo en su última comparecencia: «No es cuestión de más dinero ni más plantilla, sino de orden y concierto».
-Totalmente cierto.
-La Consejería de Salud maneja más de 2.000 millones. La suya, 600. Y por ambas pasan, de una u otra forma, toda la población asturiana.
-En esta consejería, sin contar los organismos, trabajan 1.500 personas. Nuestro coste de personal no llega al 10% del presupuesto. De ese porcentaje, la mitad es personal de atención directa. El valor del trabajo que se hace aquí es mucho.
-Usted dice: «El 50% de la tramitación del Principado se hace en esta consejería». ¿Insiste en que no necesita más?
-Insisto. Primero hay que ver si es necesario más personal o no. Por ejemplo, vimos en dependencia que tuvimos programas de refuerzo. Ahora determinamos que al ritmo que vamos, con mil nuevas solicitudes cada mes, este personal no puede ser considerado de refuerzo, tiene que ser estructural. De ahí que se contemple consolidar 59 empleos. Aquí tenemos también las ayudas a la natalidad, aquí va cayendo todo. Esta consejería debería ganar espacio. Los directores generales no pueden estar enfangados en gestionar un procedimiento. No es tanto más personal como perfiles adecuadas en gestión que soporten todo lo que tenemos que asumir desde aquí.
-Nadie discute, ni la oposición, la carga de trabajo de esta consejería. Ni de que los 600 millones sean una cifra récord. Pero sí parece que el eje de los servicios sociales (mayores, infancia, discapacidad, vivienda, salario social, todo tipo de ayudas) no tiene el peso que merece.
-Podemos tener más dinero y llegar a más inejecución. Tenemos que reformar el modelo. Nuestro objetivo es dejar un esquema básico de funcionamiento, con la Ley de Servicios Sociales en ciernes, que será el amparo del nuevo modelo. Urge. Es necesario que a finales de verano tenga ya un armazón. Y urgen cambios de decretos. Para que un periodo de unos meses contemos con un soporte a la gestión que alivie a los profesionales, a las empresas, a los ciudadanos, que mejore la calidad de los servicios.
-¿Y aliviar todo eso se logra con reorganización?
-Mi idea es que sí. Primero, reorganizar. Luego veremos. ¿Ahora tenemos carencias a la hora de ejecutar? Sí. Pues hay que reorganizar.
-Dice que han tenido mil peticiones de ayuda a la dependencia al mes. El Observatorio les ha vuelto a suspender.
-Es que con esos marcadores no podemos aprobar.
-Con los mismos marcadores aprobaron el año pasado.
-No eran los mismos. Nosotros estamos satisfechos con el trabajo realizado. Hemos acabado con la lista de espera. Ahora, desde que se firma el Plan Individual de Atención (PIA). al mes siguiente ya tiene el servicio. Por no hablar de que hemos regularizado el asistente personal, figura importantísima. Pagamos más que Castilla y León, por ejemplo.
-¿Y el salario social?
-No tenemos lista de espera. La nómina bajó cuatro millones, porque la mayoría ha optado por el ingreso mínimo vital, pero seguimos tramitando peticiones y lo hacemos en tiempo.
-En la última entrevista con EL COMERCIO, su frase de que hay menores que tienen como aspiración vivir del salario social fue una revolución.
-Y lo sigo diciendo. No me arrepiento. El proyecto de futuro no puede ser vivir de una ayuda.
-Pese a las críticas que recibió, las cifras prueban buena respuesta a los planes de empleo vinculados al salario social.
-Y es de agradecer la apuesta que han hecho las empresas. Es el camino a seguir. De hecho, a partir de abril, los beneficiarios del salario social a los que el Servicio de Empleo del Principado (Sepepa) no haya podido localizar para ofrecerles participar en los programas de empleo, serán dirigidas formalmente a su oficina de empleo. Les pediremos que acrediten que han acudido. Si no lo hacen, se les suspenderá cautelarmente la nómina.
-¿Directamente?
-Directamente. Estamos hablando de dinero público.
-La lista de espera que no ha logrado vencer es la geriátrica.
-Es que (respira)... Esa lista de espera es irreal.
-¿No hay más de 2.000 personas a la espera de una plaza geriátrica pública?
-Sobre el papel, sí, pero muchas están en la lista 'por si acaso'. Cuando les llamas para ofrecer una plaza, dicen que no.
-¿Se niegan porque la plaza está lejos de su familia?
-No, porque no les interesa en ese momento. Así que hemos hecho una instrucción para el ERA. La persona que rechace tres veces una plaza, saldrá de la lista.
-Quizá haya menos demanda ahora que han subido los precios a más de 2.000 euros al mes.
-Asturias tenía el precio público más bajo del país. Lo que hemos hecho es regularizarlo de acuerdo con el sector, pero eso no significa que quien no tenga, se quedará sin atender. Nadie quedará fuera del ERA por no tener ingresos. Lo que sí vamos a exigir es que todos sean valorados de la dependencia y que soliciten la ayuda a la que tienen derecho.
-Real es la lista de espera para la valoración de discapacidad.
-Sí. Hemos hecho todo lo posible, pero aún tenemos mucho retraso. Esperamos que, a partir de abril, todo vaya más rápido.
-¿Alguna autocrítica?
-Todas. Leí una frase que me encanta: La autocomplacencia es la manifestación más clara de la falta de carácter y de la incapacidad para enfrentarse a los desafíos. La hago mía.
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