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Candela debía entregar en clase dos trabajos que ha realizado enmarcados en el proyecto sobre la Segunda Guerra Mundial que ocupa esta parte del trimestre ... en la asignatura de Social Science. Es alumna de sexto de Primaria de un colegio concertado de Gijón, el Virgen Reina, y desde el curso pasado trabaja con un chromebook individual. Pero no solo. De hecho, su pesada mochila va también llena de libros de texto, cuadernos y archivadores.
Su centro tiene, como todos los de Asturias, un plan digital. Y en su caso, como en la mayoría de los colegios concertados de la comunidad, incluye el uso de un dispositivo digital individual que las familias compran cuando llegan a quinto de Primaria. No es obligatorio ni hay un modelo único exigido. De hecho, algún alumno no dispone de él. Cada curso hay una reunión con las familias para explicar su uso y sus objetivos.
Este curso, solo hay dos asignaturas para las que los alumnos de sexto no disponen de libros de texto y cuyos contenidos están exclusivamente volcados en los programas y aplicaciones digitales. Se trata de Natural y Social Science. Vídeos, presentaciones de Google o de Canva, enlaces, tests elaborados por el profesor... Pero también muchos esquemas y mapas conceptuales realizados a mano, además de unas cuantas exposiciones orales. Para el resto existen manuales clásicos o elaborados por el propio centro y, si los docentes lo consideran necesario, pueden usar dichas aplicaciones para compartir material 'extra'. Es decir: hay libro y libreta de Matemáticas, pero puede que el profesor cuelgue en Canva ejercicios de repaso. Hay libro y libreta de Música, pero quizás la profesora usa Genially para compartir un vídeo con la melodía que deben practicar con la flauta.
En estas semanas, Candela y sus compañeros han estado inmersos en varios proyectos de Cultura Asturiana. Alguno les ha exigido grabar y editar vídeos con el chrombook y buscar información sobre recetas asturianas para que las que han consultado internet, claro, pero también han hablado con padres y con abuelos. Para otros trabajos de la asignatura han necesitado una cartulina A3, lápices y rotuladores. Que se lo digan a Sofía, que ha estado dibujando al detalle las partes de una madreña. O a Amanda, que se ha vuelto experta en el trabajo artesanal de un ferreiro.
El profesor les anima también a leer. En papel. Libros de los de 'toda la vida'. Para eso hay biblioteca nueva en el colegio. Por cada libro deben entregar una ficha de lectura escrita a mano. Los docentes han recibido y reciben formación en este ámbito, porque además deben acreditar ante la Consejería de Educación sus competencias digitales.
Dolores Álvarez es la directora del colegio. «Es una herramienta más, pero con muchísimas posibilidades. Eso no quita lo necesario que es para el alumnado escribir a mano y aprender a tener orden, limpieza y presentación en las tareas manuales. Tiene que haber un equilibrio. Y si se consigue, todo son ventajas«. Eso sí, desde el centro, igual que desde muchos otros, llaman la atención sobre la necesidad de que las familias se impliquen también en esa educación digital y supervisen el uso que los menores hacen de una herramienta que ha sido adquirida para uso educativo.
Quizás sea este el modelo de «equilibrio» al que la consejera de Educación se refiere al hablar de la regulación que el Principado quiere hacer sobre el uso de los dispositivos móviles. Lejos de la prohibición total de Madrid. Pero alejándose también cada vez más de la 'vía libre' que ha habido, en general, desde que arrancaron los planes de digitalización en la educación en todo el país.
Habla Lydia Espina, y hablan también los propios directores de centros, de limitar usos y tiempos. De planificar. De tener muy claro el objetivo. De no sustituir porque sí los métodos tradicionales. Y mientras, cuando Candela escucha hablar de esto, se pregunta preocupada: «¿Me van a quitar el chromebook?» En su caso, su uso en casa está supervisado por la familia, incluso los correos electrónicos que intercambia con profesores o compañeros. Como el propio tutor aconsejó, hay que revisar el historial de páginas vistas, por si hubieran conseguido saltarse los estrictos controles aplicados.
El uso del dispositivo no ha estado exento de problemas. Especialmente cuando empezaron a usarlo. La novedad. Actividades compartidas que no eran del ámbito académico. Demasiados chats. Demasiadas videollamadas con la excusa de estudiar algo juntos. Trabajos compartidos en red que desaparecen. Pero todo eso, con mayor o menor dificultad y resistencia, se ha ido regulando en la mayoría de los casos.
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