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Un trabajo de la Fiscalía General del Estado y la Guardia Civil analizó el historial de 2.100 detenidos por incendio forestal. El objetivo era trazar perfiles psicológicos que ayuden a los investigadores. Los agentes del Seprona acuden a las zonas afectadas y tienen esos parámetros para usarlos como referencia. Utilizando esa base de datos y otros informes del entonces Ministerio de Medio Ambiente el colectivo Greenpeace editó un informe con los once perfiles de los incendiarios y un cálculo de los fuegos de los que pueden ser responsables.
El 31,22% de los incendios en España entre 1996 y 2005 se le reprocha al «agricultor irresponsable»; se lo describe como un hombre que «utiliza el fuego de forma frecuente para quemar rastrojos» tras la cosecha, restos de poda o «los lindes para eliminar vegetación invasiva, malas hierbas, plagas y enfermedades, ahuyentar a los animales, etcétera». Es el uso del fuego que hacían sus abuelos y padres y lo repite «sin autorización, sin tomar precauciones ni tener en cuenta los riesgos y las condiciones del viento y temperatura y con poca o nula capacidad de hacer frente a una situación de peligro». El 21,54% del fuego lo inició el «ganadero inconsciente» que sigue aplicando «un método ancestral para detener el avance del matorral y alimentar a su ganado». También recurriría al mechero para abrir pasos entre el matorral.
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Al pirómano clásico le imputa el 7,45% de los incendios. Sería un hombre de menos de 40 años, «con baja cualificación profesional y que obtiene satisfacción e incluso se excita observando la acción del fuego, pero sin intención de hacer daño». El asocial conflictivo es un joven «inadaptado» con carencias afectivas, desarraigo familiar, consumidor de alcohol y drogas y que busca en el fuego una mezcla de venganza, rabia y llamar la atención; a él se le atribuyen el 3%.
El «mal cazador» recurre al fuego para «favorecer especies como la perdiz, el conejo o la codorniz, que necesitan espacios abiertos». es «muy imaginario a la hora de fabricar artefactos incendiarios» y se lo considera autor del 2,13%.
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Sara García Antón
El «imprudente» se describe como un dominguero que despista una barbacoa o colilla y desata el 6,7% de los focos. Al «interesado» se le asignan el 0,63% y es alguien cuyo contrato depende de que haya fuegos. A «'don Importante'» se le asigna un 2,61%; son los responsables de eléctricas e infraestructuras que con sus decisiones sobre los gastos de conservación pueden acabar también favoreciendo las llamas.
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