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La pequeña localidad de Enverniego vivió su jornada más trágica y angustiosa. El fuego dejó incomunicada a esta población valdesana, que se unió para salvar al pueblo frente al avance del fuego y que asistió impotente al drama de una de sus familias. María del Carmen López quedó atrapada por un incendio en mitad del monte. Sola, sin cobertura. «Daba vueltas para atrás y para adelante en el camino y el fuego iba delante de mí, detrás. por la derecha, por la izquierda, por todos los lados», cuenta esta vecina de Enverniego, todavía visiblemente afectada junto a su hija, Rocío Álvarez, «desesperada porque no sabía qué hacer». Qué hacer para salvar a su madre, a poca distancia de la casa pero en clara situación de peligro. Ni ella ni su padre con el tractor ni su hermano -que intentó que le dejaran pasar- podían hacer nada mientras María del Carmen hacía lo imposible por salvarse. «Estuve horas rodeada de fuego y veía que nadie podía entrar a ayudarme a salir», cuenta María del Carmen, que había ido a poner a resguardo a su ganado junto con el marido cuando las llamas decidieron acelerar su avance. El marido salió con el tractor y ella trató de bajar por un camino «que pensamos que era seguro». El fuego se encargó de que no lo fuera.
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Y ahí empezó la odisea de María del Carmen. No conseguía conectar con el 112. A su hija le costó varios intentos y cuando dio con ellos el mensaje fue claro: «Por favor, ayudadme que mi madre está entre el fuego». Pero la respuesta no fue la esperada: «Me dijeron que no podían hacer nada, que era imposible entrar al pueblo». «Es lo peor que me pudo haber pasado en la vida», decía Rocío.
Mientras, María del Carmen no se rendía, aunque «tampoco sabía si iba a poder salir de ahí porque había fuego por todos los sitios». Primero, decidió bajar por un camino hasta un riachuelo. Y allí, junto a un prau que hizo de cortafuegos, coger fuerzas para seguir avanzando hacia Enverniego. «Fui saliendo como pude, me agoté, me tiré en medio del prau a recuperarme», indicaba. «Es una experiencia que no se la deseo a nadie, los momentos más difíciles de mi vida», asumía María del Carmen.
«No hay explicación. No sé si estaba en la mano de alguien ayudarnos. Un hijo mío llegó y quería pasar porque sabía que tenía a su madre que no aparecía, pero no le dejaron».
Los bomberos intentaron, por todos los medios, llegar hasta ella, pero era imposible. Y entre tanto, en Enverniego, pendientes de si ella aparecía, se pusieron manos a la obra para salvar al pueblo. «Estábamos incomunicados, pero nos defendimos bien. No se quemó ninguna casa. Somos un pueblo unido», decía Rosa, otra vecina.
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