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M. F. ANTUÑA
GIJÓN.
Viernes, 5 de julio 2019, 12:12
Fue el 17 de marzo, en el Teatro Campos Elíseos de Bilbao. Aquel día Arturo estaba malín, pero, como él solía decir, Gabi, su personaje en 'Alta seducción', no, Gabi estaba estupendo y Arturo, metido en su pellejo, se echó al 'llombu' las ... penas y los achaques e hizo una función inolvidable. La última. «Sabi, el regidor, y yo, nos miramos y supimos que era la última», recuerda Carmen del Valle, actriz asturiana que fue su última partener, que le acompañó aquel día sobre el escenario al que llegaba la gira de la obra después de hacer temporada en el Teatro Amaya de Madrid. «Nos dijo 'no puedo con mi alma', pero salió y el público se caía, era una ovación continua, se vino arriba y nos hizo una función fantástica». El público, su público, el que ordenaba y mandaba sobre su vida y obra, no supo que aquella noche el actor sufría para hacerles reír a ellos. «Eran noventa años, estaba enfermito, pero ese pundonor, esa obligación para con su público no le permitían bajarse del escenario, él sabía que era su vida, que era su adrenalina y por eso no quería bajarse».
Carmen del Valle, actriz ovetense, fue la última compañera del actor. Pero fue mucho más que eso: «Para mí era familia», decía ayer, sin lágrimas, tranquila, habiéndose despedido y feliz de saber que era una persona «querida» y que murió como quiso, al pie del cañón. Ella llegó a su vida hace ahora diez años, cuando se incorporó a 'La montaña rusa'. «Alguien le habló de mí, yo venía de la Compañía Nacional de Teatro Clásico y no tenía ni idea de alta comedia, no sabía ni usar tacones, nos citamos en el Palace y fue un flechazo mutuo», rememora. «Es de esas cosas de química, él funcionaba muy de corazón y nos entendimos en el minuto uno, le propuse hacer una lectura del texto y él me dijo: 'Me basta verte entrar para saber que lo vas a hacer maravillosamente bien'».
Así empezó todo. Después de aquella primera función junto a Arturo en el Teatro Campoamor de Oviedo, llegó 'Alta seducción', la que ha sido su despedida. Diez años de aprendizaje total a su lado: «En mi profesión hay mucho prejuicio, yo suelo decir que nosotros trabajamos para los compañeros, para gustar a la profesión, y lo que Arturo me enseñó es que trabajamos para el público, para la gente, que viene a ser feliz, a disfrutar realmente, y Arturo hacía feliz a la gente en el escenario, él es una escuela, un actor único, él sabía hacer de todo».
Tenía -dice Carmen del Valle- el don de la comicidad, la varita mágica había sido generosa con él. «Estaba tocado por la mano de Dios, era inmenso, sabía lo que él quería y sabía lo que quería el público de él», concluye la actriz, quien subraya que realizó papeles fantásticos tanto en cine como en teatro. «Hizo un Don Juan maravilloso, el más moderno en escena, y en los cincuenta hizo un cine estupendo, pero él se debía a su público, le gustaba la comedia, quería divertirse».
Dos asturianos de gira por el mundo daban también para muy buenos ratos. «No te puedes imaginar, nuestro saludo era 'Entós' y estábamos todo el día con 'Cómo ye lo tuyo' que si 'malcuriosa', que si 'babayu', que si 'faltosu' nos ahogábamos de risa», rememora ella. Y añade que la nostalgia de Asturias siempre le acompañó. «Tenía un sentido del humor muy socarrón, era muy familiar, y era como 'El padrino', siempre tenía a sus hijos y a sus nietos alrededor, era la persona más querida del mundo», remata la actriz.
El martes fue la última vez que estuvo con Arturo en la clínica de Madrid. «Yo ya me despedí de él, intento estar tranquila pero estoy aturdida, estamos noqueados e impresionandos por la cantidad de gente que llama, por tanto cariño». Hoy estará en Gijón para darle adiós definitivo.
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