«¿Se concertó con terceras personas para matar a Ardines?» «No, ni se me ocurriría». «¿Pago usted por su muerte?» «No. No he tenido nada que ver». Era una de las declaraciones más esperadas del juicio. Y no defraudó. Pedro Nieva, presunto autor intelectual del ... crimen de Javier Ardines, concejal de Llanes y quien fuera su amigo antes de enterarse que mantenía una relación con su esposa, Katia Blanco, optó por mantener una actitud victimista y se autoinculpó del fracaso de su matrimonio. No así del asesinato, del que se desvinculó de forma radical. «No soy un criminal», atajó.
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Declaró durante más de una hora ante el jurado popular a las preguntas formuladas por el abogado de la acusación particular y del letrado que lo defiende. Relató cómo se había ido desgastando su matrimonio de 24 años -«al principio estaba muy enamorado, pero la relación se fue desgastando y para entonces casi hacíamos vidas separadas», dijo- y cómo descubrió que su esposa, con la que tiene dos hijos, mantenía una relación con el marido de su prima. «En el puente de la Constitución fuimos a Llanes y comimos un día con Ardines. Yo estaba intentando ver en mi teléfono cómo se mandaban notas de voz y en un momento dado fui al baño y dejé el móvil encima de la mesa. Fue luego, por la noche, cuando escuché la conversación entre los dos. Fue por casualidad», aseguró, negando que esa grabación que captó una conversación subida de tono hubiese sido algo premeditado. «No soy celoso ni controlador como se me está poniendo», abundó.
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A raíz de esa grabación, continuó, «perdió la confianza» en Katia. «El primer mes lo pasé mal, se lo conté a mi hermana y a algún amigo para que me diese apoyo, luego lo intenté hablar con mi mujer. Incluso fuimos a un psicólogo de pareja porque ella quería... Se fue distanciando la pareja, se perdió el enamoramiento», explicó.
Los meses transcurrieron hasta que en agosto de 2018 Katia decidió ir, como siempre, a pasar el mes de verano a su casa de Belmonte de Pría, a escasos cien metros de la vivienda de Ardines y su familia. Fue ahí cuando Pedro Nieva envió a la esposa del concejal la conversación que evidenciaba la relación extramatrimonial que ambos mantenían. «Me parecía que lo tenía que saber y también quería que viese por qué yo no iba a ir ese verano a Llanes. Se lo mandé a Nuria (la mujer de Ardines), pero como no veía el mensaje de Whatsapp, se lo mandé luego a la hija, a Alba», señaló.
Para entonces, según su versión, «el matrimonio con Katia ya estaba roto. Había incluso contactado con una abogada para iniciar la separación». Lo cierto es que a día de hoy, tres años y medio después, y con una petición de condena de 25 años por supuestamente encargar el asesinato del amante de su esposa, ambos continúan casados y ella lo visita cada semana en la cárcel.
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A raíz del envío de la grabación, mantuvo una conversación telefónica con el propio Javier Ardines. «Fue una conversación larguilla. Al cabo de 20 o 25 minutos se cortó y él me volvió a llamar. Eso demuestra que no era una conversación de amenazas e injurias. Él me dijo 'vamos a dejarlo ya, porque tengo aquí a Adrián (el marinero que trabajaba en su barco de pesca) y es un poco cotilla. No tengo problema en reunirme contigo y tu mujer, los cuatro, y doy las explicaciones que haya que dar'», indicó Nieva que le dijo la víctima.
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R. MUÑIZ / O. SUÁREZ
Contestó también a por qué le había enviado tiempo después un punto por Whatsapp a Ardines. «Yo con Javier después de la conversación que tenemos, quedamos en volver a hablarlo y tal. Este hombre tiene en el estado de whatssap un atardecer o amanecer, y un estado que dice 'Observando la humanidad', que luego lo había cambiado por 'En clase'. Como su mujer es profesora pensé que ya habrían hablado y habría tenido su reprimenda. A los días vi que el estado estaba en negro. Pensé, joder, igual me ha bloqueado o se ha dado de baja. Le quise mandar un mensaje vacío para ver el doble check». Según él, no es celoso ni controlador, pero vigilaba el estado de whatsapp de Javier Ardines y sacaba sus propias interpretaciones sobre los cambios de fotos o la frase del estado.
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«No culpo a Ardines de lo que pasaba, la culpa fue mía por dedicar muchas horas al trabajo y menos a mi familia», abundó. Sobre cómo se enteró de la muerte relató: «Me llamó Katia y me lo dijo, ella estaba allí, a pie de carretera, me iba diciendo que había aparecido muerto y luego que tenía un golpe. Ella pensó que había sido yo, que había ido a pegarle, le dije que yo no tenía nada que ver», añadió.
Sobre el día de autos, la madrugada del 16 de agosto de 2018, dijo que se encontraba en su casa de Amorebieta. «Estaba durmiendo, había estado en Llanes días antes y volví para trabajar, el día de la muerte regresé para estar con Katia, estaba fatal», explicó.
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Sobre por qué no acudió al funeral ni al tanatorio para despedir al que había sido su amigo respondió: «Creí que no tenía que estar ahí. Era una muerte violenta y no tenía que estar».
Se mostró además voluntarioso a la hora de ir a declarar al cuartel de la Guardia Civil: «Fui a llevar a mi mujer cuando la llamaron y cuando salí y dijo que iban a ir a por mí, pensé en entrar, pero ya era tarde por la noche y nos fuimos».
A Javier Ardines le mataron tras tenderle una emboscada de madrugada a la salida de su casa en Pría. La Fiscalía y la acusación particular señalan que Pedro Nieva pagó a dos sicarios para librarse del amante de su esposa y que habría contado con la mediación de su amigo Jesús Muguruza.
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