Secciones
Servicios
Destacamos
CHELO TUYA
Miércoles, 28 de julio 2021, 04:30
En julio de 1971 tenía seis años. No podía imaginar que veintiséis años después, en mayo de 1997, con la carrera de Derecho pendiente de unas asignaturas, la sede de Unicef en Asturias que se abría el 29 de julio de hace 50 años se convertiría en su centro de trabajo. Ni que llegaría a las bodas de oro de la ONG en Asturias convertida ella en la profesional más veterana de la entidad. «Es así, soy la más antigua de Unicef en Asturias, que no quiere decir que sea mayor», dice entre risas.
Natalia Vázquez (Gijón, 1965), recuerda que «gano en antigüedad por un poquito» a la actual presidenta de la entidad, María José Platero, «que llegó con José Luis Martínez como presidente». Ella lo hizo bajo la presidencia de Ángel Aznárez, que ocupó el cargo desde 1989 hasta 1997, cuando tomó el relevo el eterno presidente del Ateneo Jovellanos, José Luis Martínez. «Había vuelto a Gijón, después de casarme, y buscaba trabajo. La vicepresidenta de Aznárez era Carmen Colina y, por unos amigos comunes, supe que necesitaban sustituta para la secretaria, Gloria Clavería, que estaba enferma».
Tras pasar un proceso de selección, llegó a una oficinas «minúsculas, muy pequeñas», en el bajo que ocupaban en la calle Martínez Marina. «Era antes de la profesionalización de Unicef, así que los contratos que hacían tenían como requisito la total confianza», explica Natalia Vázquez.
Noticia Relacionada
CHELO TUYA
Una confianza «clave» porque «mucha de la recaudación se hacía por venta directa de productos, de rifas, de exposiciones... Manejábamos dinero que no era nuestro y había que cuidar».
Nunca hubo problema con ello, y menos desde que «llegaron los protocolos de transparencia y gestión que implantó la organización a nivel internacional». Defiende ella esos procesos «de profesionalización. Ha sido un trabajo muy importante, con formación especializada para potenciar las diferentes áreas de trabajo». Ella hizo el máster de cooperación. «Nos tuvimos que reciclar todos», recuerda.
Pero, hace 24 años esos protocolos aún no estaban ni diseñados en Unicef. «Me contrataron como administrativa, pero, realmente, hacíamos de todo: organizar actos benéficos como cenas, campeonatos de golf, exposiciones, rifas... Aunque el trabajo más importante, que más tiempo llevaba y más aportación generaba, siempre fue la venta de las postales».
Porque, en navidades, en Asturias «llegué a vender más de veinte millones de pesetas (más de 120.000 euros)». Ella tampoco creía del tirón de la venta de ese producto cuando comenzó a trabajar. «Era mayo y vino un día Gloria a avisarme de que llegarían las tarjetas de navidad, que no me preocupara, que ella me vendría a ayudar. Yo no entendía nada. ¿Qué problema podrían dar unas tarjetas? Me preguntaba. Hasta que lo vi». Lo que vio fue cómo llegaban cuatro palés «que no sé cómo cabían en la oficina».
Tan difícil como era meterlas resultaba fácil sacarlas. «Era una locura. Teníamos empresas que compraban miles de tarjetas todos los años. Se vendían muchísimas». El correo electrónico, la crisis de 2007 y el elevado coste del producto -«eran las mejores», recuerda- acabó con las postales.
Entre los mejores recuerdos, el mayor donativo que ella registro. «Nos llegó un extracto bancario con 12 millones de pesetas. Llamé, porque pensé que era un error, pero no, era un donativo». Del anónimo solidario solo lograron saber «que era de Oviedo, le había tocado la lotería y no quería que sus hijos supieran ni del premio, ni del destino». Decidió que otros niños lo necesitaban más que los suyos.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.