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Vista del jardín botánico de Casa Marcial desde la casa de Nacho.

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Vista del jardín botánico de Casa Marcial desde la casa de Nacho. Rafael Suárez-Muñiz

No todo es alta cocina en Casa Marcial y en El Molín de Mingo

Los chefs Nacho Manzano y Dulce Martínez han aprovechado el espacio verde de sus restaurantes para hacer sendos jardines, «seres vivos»

Rafael Suárez-Muñiz

Domingo, 14 de noviembre 2021, 03:05

Nacho Manzano, actual mejor restaurante del Club de Gourmets, y su mujer, Dulce Martínez, ahora tienen otro nuevo frente abierto, en sus restaurantes, sí, pero no vamos hablar de estos. Esta será la primera entrevista en la que no les pregunten por gastronomía, sino por jardines. Tres decenios después de sus inicios. Curioso, ¿verdad?

Casa Marcial (Arriondas), con dos estrellas Michelin, es el mejor restaurante de Asturias. No hay nadie en Asturias que no secunde que en Casa Marcial se comen unas de las mejores croquetas de España y el mejor arroz con pitu con permiso de El Molín de Mingo (Cangas de Onís). Dulce, su mujer, hace lo propio en el restaurante de sus padres. José Andrés, Premio Princesa de Asturias de la Concordia 2021, ha incluido a Dulce entre los cien mejores talentos culinarios del mundo, algo que ha podido mediatizar el televisivo tres estrellas Dabiz Muñoz.

Ambos templos se hallan en entornos privilegiados, abrazando la naturaleza, la economía tradicional y la rusticidad. Subir a El Molín es una experiencia donde, de la que naguamos, podremos ser sorprendidos por ganado o alguna especie cinegética.

Nacho Manzano disfruta del jardín otoñado de Casa Marcial.

El Molín es una suerte de fantasía en el delta del arroyo San Tirso y el río Zardón, con las sierras prelitorales como telón de fondo. Desde el mirador de Casa Marcial se visualiza un fondo de valle definido por el collado de Santo Tomás y el cierre de la sierra plana de Alea.

Lo que les faltaba a Dulce y a Nacho, ahora jardineros y con una pasión latente asombrosa. El matrimonio ha aprovechado el espacio verde de sus restaurantes para hacer sendos jardines con una colección botánica que pretenden acrecentar. Primero en Casa Marcial y después en El Molín de Mingo, se ha recurrido como punto de partida al laureado diseñador de jardines Fernando González, asturiano formado en Londres. «A mí me cambió la vida mi jardín» sentencia Dulce, mientras que Nacho enarbola entre un indiscutible entusiasmo que «el jardín tiene magia y pasan cosas. Es un ser vivo».

«Todo empezó con Nacho, porque yo antes vivía en Londres, tenía mi empresa y hacía jardines con los que gané varios premios. A Nacho lo conocí allí, por un acto donde iba a dar él el catering y yo a hacer la decoración floral», cuenta Fernando.

«Esto empezó en 2019 y Nacho tenía un interés total en hacer un jardín. Ambos teníamos claro que queríamos un jardín integrado en el paisaje, naturalista, ya que no tiene ni riego», señala. Pretendían realizar un jardín que tuviera recorrido en el tiempo, algo vivo, con texturas, cambiante... «Como si fuera un prado asturiano pero estilizado, para lo que era muy importante utilizar gramíneas y plantas estacionales». En primavera está lleno de bulbos, narcisos y tulipanes. «Siempre está pasando algo». En Casa Marcial encontramos una conexión del jardín y sus parterres orgánicos e irregulares con el paisaje, unas formas aborregadas que alcanzan su plenitud en primavera y facilitan la integración visual de la casa nueva de Nacho, proyectada por el arquitecto municipal de Siero, José Benito Díaz.

Espectaculares vistas desde el jardín botánico de Nacho Manzano en Casa Marcial. Fernando González

A Dulce le gustó el resultado y ella también quiso un jardín naturalista. Este jardín «fue una suerte haberlo plantado antes de la pandemia porque me dio la vida». Al de ella se le dio un aire más sombrío por estar más cercano al río, con helechos y especies propias del bosque asturiano y con colores más tenues. Se ha hecho otro segundo jardín táctico para esconder el aparcamiento, compuesto por especies termófilas y heliófilas.

El de Nacho fue el primer jardín que Fernando hizo en España y él es el único español que ha ganado el Chelsea Flower Show dos veces. El jardín de Casa Marcial (145 metros cuadrados) se hizo en 2019. Tiene unas veinte variedades de plantas distintas y casi quinientas en total, fundamentalmente herbáceas y arbustivas, entre las que se encuentran un tipo de helecho como la lengua cervina, alfiletero del Cáucaso, armeria marítima alba, té de huerta, cornus alba sibirica, geranios, margaritas mejicanas, gramíneas de Japón, menta de gato, salvia nemorosa, hierba de páramo de otoño, celindos y verbenas de Sudamérica, etcétera.

Fernando González, su diseñador, en medio del jardín ribereño de El Molín de Mingo. Mama Glorietus

El primer jardín de El Molín (205 metros cuadrados) se hizo junto al río en 2019 y tiene al menos 42 variedades y 1.700 plantas. La amplia y variada gama botánica de Dulce triplica a la de Nacho. Fernando aquí introdujo achileas, rudbeckias, eléboros orientales, eupatoriums, gillenia trifolliata, iris, molinias, salvia rusa, sedums, seslerias cespitosas, stachys y verbenas bonaerenses, entre otras. El segundo jardín (130 metros cuadrados) es más mediterráneo y cuenta con 25 variedades de plantas herbáceas, vivaces y arbustivas; unas 1.200 en total. Este se hizo al otro lado de la casa.

Ahora mismo a Nacho le queda una estrecha franja de 23 metros cuadrados donde quiere «hacer otro jardín más». Dulce quiere «hacer un invernadero sí o sí», que sea un comedor pero con plantas. Para la última incorporación al universo Manzano, el restaurante-hotel Narbasu del palacio de Rubianes, tienen previsto hacer un importante huerto ecológico para autoabastecerse.

De ahora en adelante, la jardinería botánica será parte del acento de Dulce Martínez y Nacho Manzano. Otra razón distinta por la que acudir a disfrutar de Casa Marcial y El Molín de Mingo.

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