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En su segundo acto como delegada del Gobierno, Adriana Lastra, reclamó al arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz Montes, una «rectificación». Le afeó que, a ... su juicio, venga convirtiendo usando la misa de Covadonga de cada 8 de septiembre, día de Asturias, en un discurso «ultraderechista». La homilía del pasado año cuestionó al feminismo, ecologismo y la Agenda 2030, además del escándalo que provocó el beso de Luis Rubiales a Jenni Hermoso. Fue una lectura que enervó a los socialistas, al punto de que ahora Lastra condiciona su asistencia a la misa a que Sanz Montes haga esa rectificación y sugiere que de perseverar, denunciará. La respuesta del líder de la iglesia católica en Asturias fue señalar que ya «llega la seño con consignas» y que ama «demasiado la libertad, esa que se deriva de la Verdad, como para encogerme ante etiquetas sincronizadas».
Aunque Lastra y Sanz Montes protagonizaran el pulso público, hay un tercer actor implicado, el presidente del Principado, Adrián Barbón. Tras la misa del pasado año y visto el enfado de sus cuadros, preguntó al arzobispo si lo que buscaba es que dejara de acudir a la misa.
¿Dará ese paso? «Acabo de llegar y todavía no he tomado una decisión», respondió ayer Barbón, tras reincorporarse a sus funciones de presidente después de las vacaciones. Según explicó, siempre ha asistido a esa misa «no como cristiano, sino como presidente. Es una tradición que instauró el presidente Rafael Fernández. Ahora, siempre he creído que era una muestra de respeto que trasciende a un símbolo religioso, que es un símbolo de Asturias», señaló, en referencia a la Santina.
«Ahora, no estoy de acuerdo en que la misa se convierta en un elemento de discordia, y si mi presencia sirve para generar discordia eso es algo que tendré que analizar», indicó el presidente Barbón. A día de hoy, recalcó, «no tengo una decisión tomada».
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