Población en Asturias

Los 68.000 mayores que viven solos llevan al Gobierno asturiano a tomar medidas

«La pandemia ayudó a detectar personas que viven sin compañía y en riesgo», dice Ana Zapico, que anota que el sector del cuidado a mayores «genera ingresos, no gastos» para la región

OCTAVIO VILLA

OVIEDO.

Sábado, 15 de octubre 2022, 00:56

A nadie sorprende que Asturias, la región más envejecida de España y la que tiene la pirámide demográfica más invertida del país (es decir, que faltan muchos niños) lidere la triste clasificación de más hogares unipersonales, que eran 141.400 en 2020, ... la última actualización oficial del INE, y serán más de 163.000 en 2037, según las proyecciones que este organismo hizo públicas el pasado jueves. Con estas cifras, Asturias lidera holgadamente esta categoría demográfica, con un 13,87% de su población que vive en soledad, frente a un 10,31% de media nacional, y todo apunta a que lo seguirá haciendo a medio plazo. Las cifras que aportó el INE suponen que en 2037 el porcentaje sería aún muy superior, del 17,35% de una población total proyectada de 939.272 personas.

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De hecho, hoy en Asturias viven casi tantas personas mayores de 65 años solas (68.000, en números redondos) como el total de mayores y menores que vivían solos en Asturias a principio de siglo (84.000), y la tendencia va a más. Por un lado, las proyecciones del INE apuntan a que vivirán solas 163.000 personas en 2037. Por otra, a que la media de edad en Asturias seguirán aumentando durante todo el periodo entre 2022 y 2037, con lo cual el problema, lejos de apuntar maneras de reducirse por sí mismo, obliga al Principado a adoptar medidas.

Así las cosas, la directora general de Planificación, Ordenación y Adaptación al Cambio Social de la Consejería de Servicios Sociales, Ana Zapico, plantea que esta situación está entre las «prioridades» del Principado para los próximos años, con una estrategia pluridisciplinar y «no sujeta a los condicionantes de la duración de las legislaturas» marcada, por una parte «por la Agenda 2030» y, por otra, por el II Plan Sociosanitario del Principado, también con el marco temporal de 2022 a 2030, con dos bases principales, la atención comunitaria y la salud mental.

En todo caso, el primer paso es definir el problema. Y, para ello, el Principado lleva años dando pasos importantes. Apenas unos meses antes del inicio de la pandemia se puso en marcha el programa Senda, en el que se trataba no ya de averiguar cuántas personas viven en hogares unipersonales, sino cuántas de estas situaciones son, por una parte, no deseadas por la persona y, por otra, potencialmente graves para ella. Porque no es lo mismo ser una persona joven que por los motivos que sean decide vivir sola que ser un anciano o un dependiente que se encuentra en soledad y que no puede o no quiere comunicar su situación a los recursos sociosanitarios.

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Esas situaciones no son pocas, y difícilmente se pueden cuantificar con precisión absoluta, pero a ello aspira la Consejería de Servicios Sociales, en «directa cooperación» con la de Salud, por una parte, y con los departamentos municipales de servicios sociales, por otra. Y sin olvidar a «la extensa red de informantes que tenemos, desde los farmacéuticos hasta los profesionales de los centros de salud y los de los centros de día, los trabajadores y educadores sociales y hasta los taxistas o los propietarios de las tiendas de barrio».

En ese sentido, Ana Zapico relata que «la pandemia tuvo un efecto positivo, gracias sobre todo a los rastreadores telefónicos, que además de informar sobre el estado de salud puntual de las personas están entrenados, en particular los trabajadores sociales, para detectar informaciones secundarias que nos han sido muy útiles para detectar casos de soledad no deseada».

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Compañías perniciosas

Aquí hay que romper con un cliché. Ni vivir en soledad es perjudicial por sí mismo, y de hecho la gran mayoría de los casos son decisiones conscientes de la persona, ni vivir acompañado es garantía contra la soledad no deseada. Así lo expresan en la sede de la consejería Ana Zapico y la psicóloga Teresa Martínez, que indican que, «por ejemplo, está el caso de los cuidadores que viven con una persona dependiente. No se contabilizan directamente como casos de soledad no deseada, pero en muchos casos tienen un sentimiento de soledad agravada por una sobrecarga física y emocional». Y también los casos de personas que viven con «parejas o compañías inadecuadas».

A todos estos casos también está atenta la Consejería de Servicios Sociales, aunque «aún no tenemos estudios cerrados sobre este aspecto». Lo que sí se vigila en particular son las situaciones de «fragilidad psicosocial», para distinguirlas claramente de aquellas en las que la soledad es una «opción vital voluntaria».

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Sector emergente

Pero la visión general del asunto no impide un cierto pragmatismo por parte del Principado. La Consejería de Servicios Sociales presentó el pasado verano un estudio sobre esta situación, dirigido por el sociólogo Jacobo Blanco, en cuyas conclusiones se propone el desarrollo de un modelo de atención predominantemente domiciliario, involucrando a la sociedad, las personas usuarias y las familias en los cuidados y la financiación, y en el que la atención residencial se configure como un pilar más del sistema, no necesariamente el principal. También señala el estudio «las oportunidades que fórmulas como el 'cohousing' aportan a las zonas rurales, muy interesantes para ofrecer una solución adaptada a núcleos de población dispersa».

Ante una situación social difícil y, sobre todo, muy duradera en el tiempo según todas las previsiones, la Unión Europea también pone de su parte. Una buena proporción de los fondos Next Generation se enfocan a financiar programas como el antes mencionado Senda, los planes de envejecimiento activo, los programas de los centros de día y centros sociales, las ayudas a la vivienda, los proyectos de 'ciudades amigables con las personas mayores' (en coordinación con los objetivos de la Organización Mundial de la Salud). Así, mientras se trata de «prevenir la institucionalización (los ingresos) de las personas y de fomentar la autonomía personal», desde Servicios Sociales se apuesta por «hacer ver el valor del sector de cuidados a los mayores, que no solo es un gasto, sino que también recibiremos fondos europeos y Asturias va a ser un destino amigable para la gente mayor, con una gran especialización en cuidados y un clima cada vez más benigno».

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