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Rula Khalaf La primera mujer que dirige el “Financial Times” "Fuimos demasiado lejos en el apoyo a las políticas de austeridad"

Es la primera mujer que dirige el “Financial Times” en sus 133 años de historia. Llegó al cargo tras batirse el cobre en guerras, pero también en consejos de redacción. Bajo su mando, la 'biblia del capitalismo' ha ganado más lectoras que nunca. De los fallos del sistema económico y de algunos errores de su periódico habla en esta entrevista.

Martes, 10 de Agosto 2021, 13:55h

Tiempo de lectura: 10 min

Si esta fuese una de las entrevistas de la sección Lunch with the FT ('Almuerzo con el Financial Times'), Roula Khalaf habría elegido su restaurante griego favorito en el barrio londinense de Fitzrovia, habría pedido berenjenas ahumadas y ensalada de remolacha y habría hablado de su primer año como directora del Financial Times. Lunch with the FT, una charla en la que se conversa sobre temas personales y profesionales, se publica en la edición de fin de semana de este diario económico y es uno de sus formatos más populares. Solo tiene una regla: el invitado elige el restaurante, la redacción paga la cuenta, sea cual sea el importe, y la publica junto con la entrevista. La propia Khalaf comió espárragos en París con Carlos Ghosn, antiguo presidente de Renault y Nissan. Con Hatice Cengiz, prometida de Jamal Khashoggi, el periodista del Washington Post asesinado en Estambul, disfrutó de un mezze y una ensalada en Londres; y de un sándwich con el director saliente de los servicios secretos británicos. En enero de 2020 se convirtió en la primera mujer al frente del Financial Times en sus 133 años de historia. Libanesa de nacimiento, de 56 años, fue corresponsal del diario en Irak y Siria y durante mucho tiempo ejerció como adjunta de Lionel Barber, el anterior director. Nos habría gustado poder quedar con Roula Khalaf para almorzar, pero la pandemia nos ha obligado a mantener esta conversación por videollamada.

XLSemanal. Apenas llevaba ocho semanas en el cargo cuando la pandemia se cruzó en su camino. ¿Una maldición o una bendición para el periodismo?

Roula Khalaf. Ambas cosas. Nos ha sorprendido lo bien que ha funcionado el teletrabajo, pero echo de menos el bullicio de la redacción. Me encanta recorrer los pasillos y pararme a charlar con la gente con la que me cruzo, ahora no puedo hacerlo. Y me temo que el panorama no va a cambiar mucho de aquí a septiembre.

XL. Pero los tiempos de crisis son buenos tiempos para un periódico económico...

R.K. Sí, gracias al brexit tuvimos un número de visitas a la web muy por encima de la media, y con el coronavirus todavía más. Las visitas aumentaron en un 42 por ciento durante 2020 y los ingresos por suscripciones, en un 16.

"Creemos en el mercado libre, pero tenemos un problema con sus excesos"

XL. ¿Qué cree que afectará con más dureza a la economía británica a medio plazo, el coronavirus o el brexit?

R.K. El verdadero alcance del daño provocado por la salida de la Unión Europea solo lo podremos apreciar con el tiempo. Es posible que el brexit brinde oportunidades a la economía del Reino Unido, pero dependerá de lo que el Gobierno de Londres haga con su recién ganada libertad.

XL. En lo que se refiere al ritmo de vacunación, Gran Bretaña ha aventajado con creces a la UE. ¿Se puede decir que el brexit ya ha tenido su lado positivo?

R.K. Yo no le daría excesiva importancia a ese argumento. Sí, es cierto, el Gobierno británico tomó su propio camino e invirtió desde el primer momento mucho dinero en las vacunas, pero de haber seguido siendo miembros de la UE tampoco tendríamos que haber participado necesariamente en el programa de adquisición centralizada de vacunas dirigido por la Comisión. Los costes del brexit para la economía británica son muy altos, la pandemia solo los ha eclipsado.

XL. ¿Qué visión tiene Boris Johnson para el futuro de la economía británica?

R.K. Desde el Gobierno han lanzado grandes eslóganes, pero no han pensado el tema demasiado a fondo. Siempre que hablo con alguien del Gabinete, pregunto: «¿Cuál es vuestro proyecto?». Y por ahora no he recibido ninguna respuesta convincente.

"Los costes del 'brexit' para la economía británica son muy altos. La pandemia solo los ha eclipsado"

XL. La pandemia, el brexit y el cambio climático han socavado la confianza en las bondades del capitalismo y la globalización. ¿Qué implica eso para un periódico al que se le considera la 'biblia del capitalismo'?

R.K. Me parece una perspectiva demasiado simplista. El hecho de que nos dediquemos a informar sobre temas económicos y financieros no quiere decir que estemos ciegos a los problemas asociados a la globalización y al capitalismo. Al contrario. El Financial Times siempre ha considerado que su tarea es exigir a la economía que rinda cuentas. Creemos en el poder del mercado libre, pero tenemos un problema con sus excesos. De hecho, tras la crisis económica, el periódico contribuyó a alimentar el debate sobre el futuro del capitalismo.

XL. Pero su diario también se unió al coro de voces que cantaban las alabanzas de la austeridad después de la crisis de 2008-2009. Aquella política de recortes contribuyó en buena medida al surgimiento del populismo de derechas en muchos países europeos.

R.K. Sí, fue un error, fuimos demasiado lejos. Apoyamos las políticas de austeridad de los gobiernos de David Cameron y George Osborne. La pandemia ha puesto en evidencia los daños provocados por aquellas políticas, por ejemplo, en el sistema sanitario.

XL. En 2019 lanzaron una campaña publicitaria con el eslogan «capitalismo, tiempo para un reinicio». ¿Iba también por el propio Financial Times, era un anuncio de cambios? 

R.K. No. En el periódico, nos dimos cuenta muy pronto de que materias como el cambio climático iban a ser fundamentales para la economía, y por eso ya llevábamos mucho tiempo ampliando nuestra cobertura del tema. Lo mismo se puede decir de otras cuestiones, como el debate sobre los sueldos de los directivos, la necesidad de regular la actividad de los gigantes tecnológicos o las relaciones laborales en el nuevo mundo de la economía digital y colaborativa.


El camino que llevó a Khalaf a lo más alto del Financial Times no discurrió por las calles de la City londinense, el epicentro de la información económica, sino por las de Oriente Medio. Nacida en Beirut en 1965, la invasión israelí del Líbano en 1982 obligó a su familia a trasladarse a un pequeño apartamento a solo dos minutos a pie del legendario Commodore. Este hotel del distrito de Hamra era en aquellos tiempos el punto de encuentro de los periodistas extranjeros, que escribían sus crónicas sobre la guerra civil desde el vestíbulo y las enviaban a sus periódicos por télex. «De vez en cuando íbamos al lobby del hotel y echábamos un vistazo a los corresponsales de guerra acurrucados entre milicianos armados con ametralladoras», escribe Khalaf en Our women on the ground ('Nuestras mujeres sobre el terreno'), libro en el que narra sus años de trabajo en el mundo árabe. Cuenta que era una adolescente miedosa, pero que los hombres y mujeres que informaban desde el frente «encarnaban una libertad y una resolución» que ansiaba para ella misma. Khalaf se marchó del Líbano y estudió Comunicación y Relaciones Internacionales en Nueva York antes de iniciar su carrera periodística.


XL. Su padre fue ministro de Economía del Líbano durante los años setenta. ¿Se planteó alguna vez seguir sus pasos y dedicarse a la política en vez de al periodismo?

R.K. Mi padre dejó la política debido a la guerra civil. No, no era una profesión que resultara muy atractiva en aquellos momentos. Al mismo tiempo, necesitabas mucha información para la vida diaria, para tomar decisiones: ¿puedes ir hoy al colegio? ¿Vas a tener que pasarte encerrada un día, una semana, un mes entero? ¿Podemos seguir viviendo aquí o tenemos que buscarnos otro sitio? Todo aquello despertó mi hambre de noticias.

XL. Cuando terminó sus estudios, empezó a trabajar como periodista en la revista Forbes, en Nueva York, y una de sus investigaciones acabó llegando a la gran pantalla. Fue usted quien destapó los cuestionables métodos de Jordan Belfort, el llamado Lobo de Wall Street. En la película de Martin Scorsese, la reportera Khalaf tiene una breve aparición. ¿Se sintió bien reflejada?

R.K. Bueno, eso era Hollywood, y mi trabajo era la vida real. Para decirlo con brevedad: no.

XL. En sus memorias, Belfort la describe a usted como una «reportera insolente» que se merecía «un sobresaliente en astucia». ¿Un cumplido o un insulto?

R.K. En su momento lo interpreté como un cumplido, pero ahora no estoy muy segura de si un cumplido de Belfort no será un insulto.

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Todoterreno. Roula khalaf llegó al Financial Times tras destapar los manejos financieros de Jordan Belfort, el Lobo de Wall Street, cuyas andanzas llevó al cine el director Martin Scorsese.

XL. En 1995 pasó al Financial Times, donde ejerció como corresponsal en el extranjero. Su primer destino fue la guerra civil de Argelia, luego trabajó en Irak e Irán, cubrió la Primavera Árabe… ¿Hubo algún momento en el que temiera por su vida?

R.K. Sí. Una vez, al principio de mi carrera como corresponsal, estaba en Argelia y alguien se ofreció para llevarme a conocer a un grupo rebelde. Estaba tan emocionada que acepté. Me pasé muchas horas sin saber si me habían tendido una trampa o si lograría volver al hotel. Aquel episodio nunca lo conté en el periódico.

XL. ¿Sus años en Oriente Medio la han hecho más resistente al estrés?

R.K. Eso espero. Lo que me ha ayudado seguro es haber tenido que trabajar siempre en situaciones difíciles, lidiar con regímenes complicados.


A mediados de la década de los 2000, Lionel Barber –el predecesor de Roula Khalaf– convirtió el Financial Times en un pionero del periodismo de pago en Internet. Llevó el número de suscriptores hasta casi un millón, digitales las tres cuartas partes de ellos. Menos éxito tuvo en la tarea de desvincular al Financial Times de su imagen de periódico de una élite económica eminentemente masculina. En sus diarios, Barber escribió: «Roula y nuestra jefa de economía piensan que los mansplainers (personas que son condescendientes con las mujeres)» en las reuniones de redacción «son moderadamente divertidos, pero a menudo frustrantes». Y añadía: «Algún día me encargaré del problema de los machos alfa, pero hoy no».

Otra anécdota ilustra cómo fue durante mucho tiempo la cultura imperante en la redacción del periódico: un día, Khalaf llegó tarde a la reunión matinal y se excusó diciendo que su hijo pequeño se había negado a entrar en el colegio, de ahí el retraso. Al día siguiente, muchas compañeras le dieron las gracias por su franqueza. Y al comienzo de la pandemia, ya como directora, Khalaf envió un correo electrónico a todos los miembros de la plantilla en el que les decía que capearían la crisis siendo atentos y solidarios. «Como periodista, Roula es igual de dura que Lionel –dice uno de sus redactores–, pero él nunca habría usado ese tipo de palabras».


XL. En enero de 2020 fue nombrada directora del Financial Times, la primera mujer en ponerse al frente del diario en 133 años. El 40 por ciento de los grandes periódicos y revistas británicos, como Economist, Guardian o Times on Sunday,están dirigidos por mujeres. ¿Es señal de normalidad o mera casualidad? ¿Cómo se lo explica usted?

R.K. Como resultado de la evolución. No me sorprende en absoluto. Lo que no termino de entender es por qué Europa está yendo mucho más despacio en estas cuestiones. Objetivamente, no hay ningún motivo por el cual las mujeres sean menos adecuadas que los hombres para dirigir una redacción.

XL. ¿Cuál ha sido su experiencia con el «problema de los machos alfa»?

R.K. Nunca lo he visto como un problema de machos alfa. Era solo que había demasiados hombres, nada más. Había días en que yo era la única mujer presente en la sala. Era obvio que teníamos falta de mujeres. Hoy es diferente. Poco a poco, de forma gradual, vamos llegando a donde queremos estar y deberíamos estar: 50 a 50 en todos los niveles directivos.

"El papel ha demostrado una capacidad de resistencia sorprendente. Incluso ha crecido la tirada de la edición impresa del fin de semana"

XL. Su periódico tiene dos programas automatizados, dos bots, que se encargan de que haya una mayor presencia de mujeres en su oferta de noticias. ¿Cómo funcionan?

R.K. El bot llamado Janet nos avisa cuando el número de mujeres que aparecen en la web cae por debajo de un mínimo preestablecido. Y el otro, She Said, He Said, registra a cuántas mujeres citamos en los textos.

XL. ¿Tienen un efecto objetivo, medible?

R.K. Sí, los bots están cambiando poco a poco la forma en la que escribimos y editamos las piezas. Hacen que aumente la concienciación entre los profesionales que trabajan en la redacción. Por ejemplo, en nuestras columnas, la proporción de mujeres ha pasado del 20 al 30 por ciento durante el año 2020.

"Poco a poco las mujeres vamos llegando a donde queremos y deberíamos estar: al 50 a 50 en todos los niveles directivos"

XL. A pesar de sus esfuerzos, el Financial Times sigue siendo visto como un periódico para hombres. ¿Cuál ha sido la evolución del número de lectoras?

R.K. La mayoría de nuestros lectores siguen siendo hombres y están por encima de los 50 años, pero la tendencia apunta en la dirección correcta. Desde que nos centramos en llegar más a las lectoras, el porcentaje medio de suscriptoras que leen nuestras noticias ha crecido un cuatro por ciento.

XL. De los 1,1 millones de suscriptores con los que cuentan, en torno a 960.000 leen el Financial Times en Internet. ¿La pandemia ha acelerado el fin de la edición impresa?

R.K. Al principio de la pandemia sí que nos preguntábamos qué iba a pasar con la edición impresa. Teníamos problemas de reparto, el periódico no llegaba a los lectores... Pero el papel ha demostrado una capacidad de resistencia sorprendente. Incluso ha crecido la tirada de la edición impresa del fin de semana.

XL. ¿En qué niveles les gustaría tener la tirada del periódico dentro de cinco años?

R.K. No buscamos tanto un crecimiento rápido del número de suscriptores como que esos nuevos suscriptores se queden con nosotros y no se marchen a los tres meses. Ganar millones de lectores recurriendo a los descuentos es fácil. Nuestro objetivo es conseguirlo a base de buen periodismo.

@ Der Spiegel

Etiquetas: mujeres
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