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Las pasiones de Pavarotti Entrevista con la viuda del mítico tenor Nicoletta Mantovani: «Mi marido iba de gira con las cacerolas»

A 15 años de la muerte de Luciano Pavarotti, su viuda, Nicoletta Mantovani, repasa su vida junto con el legendario tenor italiano. Un periodo marcado por escándalos, pérdidas y enfermedades, pero también por el inmenso amor a la cocina del genio de la ópera. Una pasión que ahora recoge un libro con sus recetas preferidas.

Viernes, 21 de Abril 2023

Tiempo de lectura: 11 min

Nicoletta Mantovani era una joven estudiante de 23 años cuando, al abrir una puerta para una entrevista de trabajo, conoció por casualidad a Luciano Pavarotti, 34 años mayor que ella. El amor surgió pronto, clandestino al principio y público cuando vieron la luz unas fotos de la pareja en la casa que Luciano tenía en Barbados… Él era un hombre casado y la exclusiva provocó una gran polémica. Vivieron juntos 15 años más, hasta la muerte del tenor, en 2007. Ahora, Nicoletta preside la Fundación Luciano Pavarotti, que tiene su sede en la casa familiar de Módena, convertida en museo. Entre otras iniciativas, han publicado el libro Alla Luciano, con las recetas de quien fuera un gran amante de la cocina. Una buena excusa para recordar al Luciano más íntimo, con sus alegrías y sus tristezas.


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Nicoletta Mantovani hoy.Vivió con Pavarotti los últimos 15 años del tenor, fallecido en 2007. Actualmente preside la Fundación Luciano Pavarotti, de Módena, y se ha vuelto a casar hace algo más de dos años.


XLSemanal. Pavarotti era un apasionado de la cocina.

Nicoletta Mantovani. Le encantaba. Le gustaba cocinar: risotti, pasta, carne… Y le gustaba, sobre todo, ofrecer algo a los demás.

XL. Era un buen anfitrión.

N.M. Para él suponía un gran acto de respeto, de acogida. Fue pequeño durante la Segunda Guerra Mundial y entonces ofrecer un plato a alguien era el acto más grande de generosidad que podías hacer porque apenas había comida. A cualquier hora del día o de la noche, quien fuera que viniese a casa se encontraba con algo de comer. Aunque fuese un poco de parmesano, jamón, fiambres…

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El generoso anfitrión. Pavarotti adoraba cocinar y, aún más, oficiar de anfitrión. «Fue pequeño durante la Segunda Guerra Mundial –cuenta su viuda, Nicoletta Mantovani– y ofrecer un plato a alguien era para él el acto más grande de generosidad». |Getty Images

XL. Y viajaba siempre con comida.

N.M. Sus giras no tenían fin. Salvo dos pausas fijas, en febrero y en agosto, dormía cada tres noches en un sitio distinto. Y necesitaba llevar algo de casa en la maleta. Viajaba con los cazos y los utensilios que más usaba.

XL. En el libro Alla Luciano, Sting cuenta que, un día, Pavarotti le dijo que estaba a dieta… y se comió dos pollos enteros.

N.M. [Ríe]. ¡Eran proteínas! En su modo de ver la vida eran proteínas.

XL. Entre sus amigos, Sting, Springsteen, Bono

N.M. Oh, Bono, que cada vez que venía a Módena a vernos también se metía en la cocina… Era todo un gran juego, nos divertíamos mucho.

XL. ¿Era también un buen bebedor su marido?

N.M. No bebía mucho. Le encantaba el lambrusco. Cuando venía algún invitado con una botella de vino buena, Luciano la guardaba en la bodega y abría un lambrusco [ríe]... para decepción del invitado.

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Un gran apoyo. Luciano y Nicoletta en 2001. |Getty Images.

XL. Dejó sus recetas escritas en cuadernos de notas.

N.M. Si un plato le gustaba, iba a hablar con el chef para que le diera la receta. Pero las escribía a su manera, un poco de esto, un poco de aquello… No había detalles. Para escribir el libro pedimos ayuda a un chef estrellado, Luca Marchini.

XL. Hay recetas de su tía Bianca.

N.M. Sí. Venía mucho a casa. Y era una gran cocinera. Algunos de sus platos le encantaban a Luciano, pero ella no le daba la receta completa. Y discutían. «¡No me quiere dar la receta!, ¡no me dice la verdad, señora Bianca!».

XL. Ha dicho que mejor no estar cerca de él antes de salir al escenario: demasiados nervios.

N.M. Cuando cantaba ópera, era él mismo quien se maquillaba, se ponía la peluca… Pero le venían todos los miedos del mundo: «¡Por qué he elegido esta profesión!, ¡ahora irá mal…!».

XL. Se angustiaba.

N.M. Pero, en cuanto metía un pie en el escenario, todo desaparecía. «Estoy listo para exhibirme», decía. Pero, mientras se concentraba, se mantenía en tensión. Y también después, la adrenalina le duraba todavía diez minutos después de la actuación… Afrontar ese estrés era difícil.

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Su rincón del Adriático. Con el scooter con el que se movía en su adorada villa Giulia, en Pesaro. |Getty Images

XL. ¿Cómo lo hacía?

N.M. Tenía una gran capacidad de autodeterminación. Se conocía muy bien y sabía cómo calmarse. A veces jugaba a las cartas para mitigar el estrés, conmigo o con amigos. No comía antes de salir a cantar, como mucho una hora antes tomaba algo de arroz blanco. Estaba convencido de que para cantar bien tenía que tener el estómago un poco lleno, lo justo. Pero tampoco vacío, para que el diafragma se pudiese asentar bien.

XL. Tenía también sus ritos antes de salir a escena.

N.M. Siempre tenía que encontrar un clavo doblado. ¡Era muy supersticioso! Los días en que actuaba, se levantaba de la cama con el mismo pie, se ponía el calcetín primero en ese pie… Eran maneras de controlar la presión.

XL. Y las críticas, ¿cómo las llevaba?

N.M. Si la crítica era constructiva, le parecía bien. Pero, si hablaban de que había cogido peso o porque se había movido mal, decía: «Eso no tiene que ver con mi arte, no me interesa». O cuando lo criticaban por acercarse a la música pop.

XL. Rompió esquemas.

N.M. Él decía que no existe música bonita o fea. Puede haber una cancioncilla preciosa y un aria que no lo es. No le gustaban las categorías aisladas. Era una persona muy abierta. Yo lo llamaba ‘el hombre de los puentes’.

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XL. Unía, más que separar.

N.M. Estaba abierto a todo, para él los muros no existían. Y no hablo solo de la música, tampoco en la vida. Por ejemplo, abrazaba muchísimo.

XL. Habla a menudo de la fuerza de sus abrazos.

N.M. Sí, porque abrazaba al mundo entero. Más allá del gesto físico, era un abrazo general. Luciano era una persona muy abierta de mente. Cuando alguien hablaba de la diferencia de edad entre nosotros, siempre bromeaba diciendo que yo era la anciana de la pareja [ríe]. Y un poco era verdad.

XL. Un espíritu joven.

N.V. No juzgaba en absoluto, siempre conseguía aceptar al otro tal como era y trataba de aprender algo de todos. La curiosidad era la llave de todo. «Sin ella no puedes crecer», decía siempre. Después del espectáculo pasaba mucho tiempo firmando autógrafos porque hablaba con todos. ¿Cómo estás? ¿Quién eres? Y se podía poner a hablar de cómo se cultiva una determinada flor, cualquier cosa. Fue su gran fortuna, mantener vivo al niño interior.

«No creo haber sido la causa de que Pavarotti rompiese su matrimonio. ¡Pero fue un escándalo! Ahora me da risa»

XL. De niño, estuvo a punto de morir.

N.M. Estuvo dos días en coma con 12 años. Siempre consideró ese momento como un cambio fundamental en su vida. Lo dieron prácticamente por muerto. Él contaba que no podía hablar, pero era consciente de lo que sucedía en torno a él. Y un cura fue incluso a darle la extremaunción. En ese momento se prometió a sí mismo que, si sobrevivía, nunca perdería un minuto de su vida pensando en las cosas tristes.

XL. Aunque hubo momentos difíciles, por ejemplo, cuando le diagnosticaron a usted esclerosis múltiple.

N.M. Además, llevábamos solo seis meses juntos. Pero me dio la fuerza necesaria, era un gran motivador. Fuese quien fuese quien estaba delante, él conseguía que se sintiese especial. No era una persona de grandes discursos, era más de gestos. Recuerdo, por ejemplo, cuando perdí la vista.

XL. ¿A causa de su enfermedad?

N.M. Sí, por un periodo. Él me decía: «Ahora conseguirás apreciar las pequeñas cosas. Cuando recuperes la visión, entenderás la importancia de esa pequeña flor que antes pasabas por alto». La vida no es lo que nos ocurre, sino cómo reaccionamos a lo que nos pasa.

XL. Él murió de cáncer. ¿Cómo afrontó su propia enfermedad?

N.M. Se comportó como un león. Era optimista y un gran luchador. «Dios me lo ha dado todo, si tuviese que terminar aquí, lo acepto».

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Benvenuta, Alice. Pavarotti con Nicoletta y la hija que tuvieron, Alice, nacida en enero de 2003. El tenor murió cuatro años después, en 2007, en Módena, a los 71, de un cáncer de páncreas. |Getty Images

XL. Su hija Alice era pequeña.

N.M. Tenía solo 4 años, no pudo disfrutar mucho de su padre. Pero esta actitud positiva la tiene también ella. Él estaría muy orgulloso de la chica de 20 años en que se ha convertido.

XL. ¿Era religioso Luciano?

N.M. Sí, y yo también. Pero él tenía menos dudas. La fe es un don, y él lo tenía. Lo ayudó en los momentos difíciles.

XL. Por ejemplo, cuando perdieron a su otro hijo.

N.M. Riccardo era el hermano gemelo de Alice y falleció en el parto. Fue una prueba dificilísima para los dos. Y el camino sigue.

XL. Cuando conoció a Luciano, él era 34 años mayor… y estaba casado.

N.M. Fue otro momento complejo para ambos. ¡Un gran escándalo! Si lo piensas hoy, casi sonríes: nos hemos acostumbrado a escándalos mucho peores.

«A Plácido Domingo y a mi marido les unía una amistad fortísima. El Plácido que yo conozco está lejos de lo que se lo acusa»

XL. Le decía que se preparase para que hablasen mal de usted…

N.M. Sí. Pero, francamente, no creo haber sido yo la causa de que se rompiese su matrimonio. Era una crisis iniciada tiempo atrás. Con todo, creo que solo se atrevió a dar el paso porque sus hijas eran ya mayores. ¡El amor te lleva a hacer cosas que nunca hubieses pensado!

XL. ¿Qué diría él de Plácido Domingo y las acusaciones que ha recibido?

N.M. No sé qué hubiese dicho. Pero les unía una amistad fortísima. Pasamos mucho tiempo juntos, por ejemplo, preparando Los Tres Tenores. Él, José (Carreras) y Plácido tenían un piso cada uno en el mismo edificio de Nueva York: comíamos juntos, luego nos íbamos de gira…

XL. ¿Le sorprende lo que se dice de Plácido Domingo?

N.M. No conozco los detalles y no he podido hablarlo con él. Antes de opinar, tendría que sentarme a charlar con Plácido y conocer su punto de vista. Pero el Plácido que yo conozco está lejos de las acusaciones que ahora se hacen. Fue siempre una persona generosa.

XL. ¿Ha pensado alguna vez en que surjan acusaciones similares hacia Luciano?

N.M. A Luciano le encantaba abrazar la vida. Le decía cosas bonitas tanto a hombres como a mujeres, era un gran motivador. Lo hacía con todo el mundo.

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Madre e hija. La hija del tenor, Alice Pavarotti, tiene hoy 20 años (aquí, con su madre). Su hermano gemelo, Riccardo, murió en el parto.

XL. Falleció hace casi 15 años, pero usted sigue siendo conocida como 'la viuda de…'. ¿Pesa?

N.M. En absoluto. Es el padre de nuestra hija y cada mañana, al verla, lo veo también a él.

XL. Se ha vuelto a casar recientemente.

N.M. Mi vida continúa y, efectivamente, me he casado hace más de dos años con una persona muy inteligente que entiende perfectamente la situación. Está nuestra historia de amor, por un lado, y mi pasado, por otro.

XL. También esta historia de amor ha sido fulminante.

N.M. ¡En nueve meses ocurrió todo! De la primera cena juntos al matrimonio. La pandemia de covid tuvo mucho que ver: nos conocimos poco antes del confinamiento y, para poder estar juntos, nos fuimos enseguida a vivir en la misma casa. Fue bien y decidimos casarnos.

XL. Hoy, su antigua casa es la sede de la Fundación Luciano Pavarotti.

N.M. Fue una decisión muy meditada. Luciano falleció en esa casa, y creo que parte de su energía sigue viva entre esos muros. Era, además, el espacio en el que le gustaba recibir a otras personas, siempre tenía las puertas abiertas para sus amigos. Y me gusta pensar que aquellos que lo aprecian puedan venir a conocer un poco más a Luciano. Hemos dejado todo prácticamente como estaba.

«Con su cáncer, Luciano se comportó como un león. 'Dios me lo ha dado todo –dijo–. Si tuviese que terminar aquí, lo acepto'»

XL. La casa dice mucho de Luciano.

N.M. Él la diseñó, y cada detalle representa su personalidad, llena de color y confortable: era un espacio para disfrutar.

XL. ¿Cómo era Pavarotti en casa?

N.M. Nos acostábamos siempre tarde y nos levantábamos también muy tarde, hacia las once o las once y media. Prácticamente pasábamos directamente a la comida. Y por la tarde estudiaba o se iba a ensayar. ¡Y le encantaba hacer la compra en los supermercados!

XL. No pasaría inadvertido.

N.M. Pero iba igualmente, en Módena o en Nueva York. No le gustaba estar fuera de noche porque cuidaba mucho su voz, así que nos quedábamos en casa, jugando a las cartas o charlando… Hablábamos muchísimo, durante horas. Y le encantaba la sobremesa: comer era una excusa para estar juntos, para hablar o reír. Ya fuese entre nosotros o con estudiantes, amigos, artistas…

XL. Cuando Edwin Tinoco, quien fuera ayudante de Pavarotti durante años, sacó un libro de memorias, usted intentó evitarlo.

N.M. Porque no todo vale para intentar ganar dinero. Y una persona que no era de la familia se disponía a dar detalles de la vida privada de Luciano… Luciano fue siempre muy generoso con él, incluso le dejó mucho dinero en herencia. Y se hubiese sentido muy herido por el gesto que tuvo.

XL. ¿Qué relación tiene con la primera esposa de Luciano?

N.M. Con sus hijas tengo una buena relación. Con su primera mujer no tengo contacto. Pero tampoco discusiones de ningún tipo.

XL. Las hubo antaño.

N.M. Con las hijas nunca. Cuando falleció Luciano, la prensa quiso meter ruido, pero nosotras encontramos un acuerdo que nos satisfizo a todas. Y no hay conflicto alguno.

XL. Superadas las rencillas, pues.

N.M. La muerte de Luciano fue un terremoto tan grande para toda su familia que dio lugar a unos meses muy complejos. Este vacío persiste de algún modo. Pero la vida sigue.


Una receta para dar el 'do de pecho'

Los macarrones que se inventó Pavarotti

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«Hay un plato que me recuerda especialmente a mi marido —dice Mantovani—. Una receta veraniega: pasta, melón, menta, un poco de jamón… Este plato se lo inventó él y pasamos un verano comiendo solo esto (ríe)».

Pennette Rigate (macarrones) con melón y menta

Ingredientes para 4 personas:

  • 1 melón de 400 g
  • 500 g de pennette rigate (macarrones)
  • 50 g de menta fresca
  • 100 g de jamón de Parma
  • Aceite de oliva extra virgen y sal

Saltea brevemente el jamón en una sartén con un poco de aceite y córtalo en tiras. Trocea el melón en pedazos pequeños y tritura la menta. Junta todo y condimenta con sal. Cuece la pasta en agua salada unos 8 minutos (deben quedar al dente), cuela y enfríalos bajo el agua del grifo. Aliña los macarrones con abundante aceite de oliva extra virgen y el condimento de menta, melón y jamón. Ajusta de sal. Sírvelos a temperatura ambiente.


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