Viernes, 28 de Octubre 2022
Tiempo de lectura: 1 min
Regreso al restaurante de Ramón Freixa en Madrid después de demasiadas lunas sin visitarlo. Hay cocineros que no se parecen a lo que cocinan. A otros les pasa lo que a los perros y sus dueños. Freixa es de los segundos. Sus platos se parecen mucho a su persona, siempre se le han parecido, así que su mirada no es tan diferente desde la época en la que ambos llegamos a Madrid, allá por los años duros de Lehman Brothers. Es una cocina contemporánea y neoclásica, atildada, lo que es lo mismo que decir cuidada, pulcra y elegante, algo que le permite transitar por las décadas sin sufrir achaques, como les pasa a otros veteranos que se quedan rancios o se pasan de frenada asumiendo cada moda en lontananza.
Este menú no es una versión de lo mismo que todo el mundo hace en la ciudad, ni en el uso de una ristra de productos fetiche ni en el de las tendencias más seguidas, a saber, producto excelso y carísimo, reminiscencias orientales o neotabernismo. Freixa explora sus propios universos e inquietudes con una mano en la cocina clásica europea, en las cosas de la buena vida en general, y con otra en la innovación controlada. Me gustan los lugares que sobreviven a los tiempos y exploran a largo plazo sin dar grandes bandazos porque demuestran fe en lo que hacen, interés en perfeccionar el resultado y permiten a uno saber a qué atenerse cuando va. Reconforta sentarse y saber que Ramón sigue con sus estudios sobre un producto, devanándose la sesera cada año durante tres lustros para encontrarle otra vuelta a un tomate, entender la intención en cada detalle de la mesa o la calidad del pan, cordón umbilical con su familia y la casa madre de Barcelona. Se podría decir que aquí nadie se asusta ni cuando llega ni cuando está, pero tampoco cuando sale, y a uno lo cuidan como a un príncipe heredero para que marche satisfecho.
-
1 Yul Brynner, el hombre que hizo sexy la calvicie, delante y detrás de la cámara
-
2 ¿Por qué hay casi la misma cantidad de hombres y mujeres en el mundo?
-
3 Diego González Ragel, el fotógrafo del oro de Moscú
-
4 Pódcast | Insomnio crónico: soluciones para un trastorno más peligroso de lo que parece
-
5 Prepararse para lo peor ya no es sólo cosa de apocalípticos
-
1 Yul Brynner, el hombre que hizo sexy la calvicie, delante y detrás de la cámara
-
2 ¿Por qué hay casi la misma cantidad de hombres y mujeres en el mundo?
-
3 Diego González Ragel, el fotógrafo del oro de Moscú
-
4 Pódcast | Insomnio crónico: soluciones para un trastorno más peligroso de lo que parece
-
5 Prepararse para lo peor ya no es sólo cosa de apocalípticos