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Isaac Asenjo
Madrid
Viernes, 20 de enero 2023, 00:16
Las artes marciales son más que un estilo de lucha y deporte. Encierran los secretos de una filosofía ancestral que han practicado grandes sabios a lo largo de la Historia: desde los estoicos griegos que presumían de poder asumir el control de la mente hasta ... los ascetas budistas que promueven un estilo de vida austero y de renuncia a placeres materiales. Sin embargo, con el paso del tiempo parece que muchos hemos olvidado esas enseñanzas que nos ayudan a soportar las acometidas de la vida y resurgir exitosos de ellas. Dani Galindo, experto de kung fu y fundador de la escuela Shaolin Huwei, ha estudiado durante años el pensamiento y modo de vida de los grandes maestros. En 'Cinturón negro de la vida' (editorial Vergara) recoge los aprendizajes y los acerca a nuestro día a día para sacar todo el partido a nuestro potencial.
Un samurái en el trabajo
«El kung fu es un camino de vida, una manera de enfrentarte a los problemas que nos ofrece el día a día y nos enseña a combatir esos obstáculos de frente, a ser valientes ante el miedo y a lograr un bienestar emocional que nos permite estar más tranquilos en la vorágine de vida que llevamos en la actualidad», reflexiona el autor del libro. Defiende que, además de desarrollar más confianza y seguridad en nosotros mismos, este arte marcial nos mantiene en forma de una manera divertida y nos ayuda a mejorar la fuerza física, la flexibilidad y la resistencia. Galindo se centra en esta publicación en enseñar una filosofía para afrontar el día como si fuésemos samuráis en la oficina, en casa o en la calle.
Cambiar miedo por atrevimiento
Para ello, debemos entrenar diferentes habilidades como «el valor, el atrevimiento de enfrentarse a una adversidad, la honestidad con uno mismo...», apunta el experto, que anima a sustituir el miedo que nos embarga normalmente a la hora de hacer algo desconocido por la curiosidad que nos despierta. «Si no mueves ninguna ficha no pasará nada, pero con que muevas una se moverán dos y eso creará inercia, ya sea para bien o para mal. ¿Te gusta algo? Hazlo. No existen 'peros', luego puedes pensar en las consecuencias, vale, pero si fallas, que no sea por creer que no puedes. Nunca te avergüences de tus actos ...».
De grulla a dragón
Las clases de kung fu de Galindo tienen una hora de duración, repartidas en tres días a la semana, y están enfocadas también para trabajar nuestro bienestar emocional. Dentro de la disciplina hay ejercicios de respiración, de posturas, de 'focus', reflejos y charla emocional. «El estímulo neuronal es muy importante», señala. El libro está organizado en diferentes niveles, como los cinturones de las artes marciales pero en forma de animal y cada uno aporta una enseñanza. De hecho, cada capítulo es un entrenamiento: la grulla por ejemplo te enseña a encontrar un equilibrio en nuestras emociones para encontrarnos bien y pasar a la acción; con el tigre aprendemos a esquivar la procrastinación y llenarnos de ganas; a través de la serpiente asimilamos cómo hay obstáculos que no solo se superan por la fuerza, sino con paciencia y astucia...
«Conozco a muchas personas encaminadas a ser cinturón negro de la vida y es muy gratificante. He recibido a gente que ha llegado llorando y que me ha contado cómo gracias al kung fu ha mejorado su vida. Algunos han obtenido logros en su trabajo, otros han encontrado pareja, hecho amistades nuevas y también hay quien ha descubierto, simplemente, algo que le motiva y le genera ilusión para afrontar retos y superar problemas en algún ámbito de su vida.
«Cuanto más fuertes estemos corporalmente, más confianza tendremos en nosotros mismos y podremos ser capaces de elegir mejor, de tomar mejores decisiones, ya sea en nuestro trabajo, con nuestra pareja, a la hora de ligar, al pedir un aumento de sueldo o al enfrentarnos a una entrevista laboral», indica Galindo. Por otro lado, saber defendernos en una situación difícil hará que nos suba automáticamente la autoestima fuera del tatami gracias a, entre otras cosas, nuestra expresión corporal.
Para todas las edades
El autor asegura que las artes marciales pueden ser muy útiles para los más jóvenes y que les pueden ayudar a tener una relación más sana con las redes sociales. «Debemos saber utilizarlas en nuestro favor, es decir, para mejorar nuestra salud emocional. Por ejemplo, para aprender nuevas habilidades y no en nuestro detrimento. Hay mucha diferencia entre un niño que llega a casa, coge el móvil y se pasa media tarde viendo la vida de los demás haciendo cosas y ese que entrena, socializa con los compañeros y desarrolla mente y cuerpo», reflexiona, animando a probar una clase.
Invita asimismo a cualquiera, sea cual sea su edad o condición: «Tengo alumnos mayores de 50 años que empezaron el año pasado. La forma física no importa en absoluto, el profesor te guiará, que tu cerebro no ponga excusa alguna... Ve paso a paso y en poco tiempo notarás una diferencia grande con tu yo anterior, cambia el miedo por la curiosidad», sugiere.
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