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SARA BORONDO
Martes, 13 de diciembre 2022, 00:20
Feliz Navidad. Este mensaje, así de escueto, lo mandó el 3 de diciembre de 1992 Neil Papworth, programador de Sema Group, proveedor que desarrollaba el servicio de mensajes cortos para Vodafone. Aquellas palabras llegaron al teléfono móvil de Richard Jarvis, empresario estadounidense, convirtiéndose en las ... primeras que utilizaron la tecnología 'Short Message Service' (SMS). La tecnología que permitía estos mensajes ya había surgido en 1985, cuando el ingeniero de Nokia Matti Makkonen concibió la plataforma GSM, creando también el SMS para enviar mensajes de 160 caracteres como máximo.
Papworth tuvo que enviar su 'Feliz Navidad' desde el ordenador porque los teléfonos de entonces no tenían opción de enviar mensajes de texto. Al año, en 1993, Nokia lanzó al mercado el primer teléfono que ya tenía esa función. Inicialmente, los SMS servían para que las empresas de telefonía informasen de consumos o incidencias en el servicio. Poco después, se habilitaron los envíos entre usuarios, pero solo se podían enviar si compartían operadora. Cuando esta restricción se eliminó, los mensajes cortos despegaron como manera habitual de comunicarse, ya que eran más baratos y discretos que hacer una llamada (empezaron costando unas 25 pesetas, que se convirtieron en 15 céntimos con la llegada del euro).
El uso creciente del SMS como herramienta afectó incluso al diseño de los teléfonos. Los modelos de la época tenían teclado físico y en cada tecla había un número y tres o cuatro letras (había que pulsar cada tecla varias veces para acceder a las distintas letras y sus variantes). Hubo empresas, sobre todo Nokia, que fabricaron modelos con teclado completo, pero no funcionaron porque eran voluminosos y pesados. La tecnología de predicción de texto facilitó mucho las cosas a los usuarios hasta la aparición de las pantallas táctiles con teclados virtuales.
Los SMS eran lo más parecido a WhatsApp en la época de los 90, con la diferencia de que solo utilizaban texto y obligaban a economizar el lenguaje para ahorrar en los envíos –se usaban muchas abreviaturas para enviar menos mensajes, que costaban dinero, además de omitir vocales y recurrir a emoticonos–. Así que se popularizaron los contratos que incluían un número determinado de SMS gratuitos al mes.
Los expertos en publicidad y marketing no tardaron en darse cuenta del potencial de los SMS y a principios de siglo se produjo una explosión de empresas que ofrecían descargas de politonos para el móvil, fondos de pantalla, sonidos o canciones que escuchaba quien llamaba. Incluso en numerosos concursos de televisión se estableció el SMS de pago (a veces a precio prohibitivo) para votar por un concursante o posicionarse sobre un tema.
Las empresas no tardaron en apostar por los SMS masivos, enviados a múltiples destinatarios con información sobre promociones o nuevos servicios. Y hoy en día hay empresas 'online' especializadas en el envío de estos SMS a través de un ordenador.
Otro uso no personal de los SMS, muy habitual actualmente, es para confirmar una compra, informar de una cita médica o del envío de un paquete –por ejemplo, cuando el banco te envía un SMS con un código para que el cliente confirme si desea realizar una operación determinada–. Según Statista, cerca del 80% de los mensajes de texto enviados en todo el mundo actualmente son citas, avisos o claves remitidos por empresas y administraciones públicas.
Donde ha desaparecido el uso del SMS es en la comunicación interpersonal. Según el Panel de Hogares de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC), el 62% de los españoles nunca envía SMS y solo el 4,1% los manda a diario.
Ya que los SMS se han mantenido como un medio necesario pese a la omnipresencia de WhatsApp o Telegram, los ciberdelincuentes han aprendido a utilizarlos para suplantar a empresas e instituciones ('phishing'). Pasa desde hace diez años. «Al inicio era algo casi anecdótico, pero hoy es común. Se hacen pasar por agencias de envíos, tiendas 'online', entidades bancarias o incluso la Agencia Tributaria», explica Luis Corrons, security evangelist de la empresa de seguridad informática Avast. «Los delincuentes saben a qué país pertenece el número de teléfono al que envían el mensaje, así que pueden enviarlo en el idioma correspondiente y preparar mejor el gancho. Aunque los servidores de correo electrónico cuentan casi siempre con un filtro 'antispam' y los programas antivirus avisan cuando una página web es sospechosa de 'phishing', este tipo de advertencias son poco habituales en móviles. No hay hábito de instalar aplicaciones antivirus, por lo que es más fácil caer en la trampa».
Alertas a la población: El servicio de emergencias 112 lleva todo el año realizando pruebas del Sistema de Avisos a la Población (PWS por sus siglas en inglés). La normativa europea obliga a tener un plan para avisar a sus habitantes en caso de emergencia o catástrofe (incendio, inundación, contaminación por escape químico...). El SMS llega a todas las personas que estén en la zona afectada y les da instrucciones. Para asegurarse de que la persona lo ve suena una alarma en el móvil hasta que lo lee.
Dos palabras... 107.000 euros: El año pasado, Vodafone subastó aquel primer SMS con las palabras 'Merry Christmas'. La puja la ganó un ciudadano canadiense, que desembolsó 107.000 euros.
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