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Para mucha gente, la noche no es exactamente sinónimo de paz y descanso, sino de cosas raras que ocurren mientras duermen y que resultan inquietantes porque tienen manifestaciones físicas. Episodios de sonambulismo, terrores nocturnos, despertares confusionales, parálisis del sueño... Todas ellas son parasomnias, un tipo ... de trastorno que, en alguna de sus formas, afecta al 70% de la población adulta de nuestro país, según un estudio presentado en la Reunión Anual de la Sociedad Española del Sueño (SES). En la infancia aún son más frecuentes.
Estas experiencias no deseadas que ocurren durante el sueño suelen ir acompañadas de «actividad musculoesquelética y frecuente activación del sistema nervioso autónomo», indica Lucía Monfort, codirectora de la Cátedra de Investigación del Sueño de la Universidad Europea. Tal y como explica, tienden a ir desapareciendo por sí solas, «aunque posteriormente pueden aparecer en otros tramos de edad y con una forma de manifestación diferente». Así que no se puede hablar de 'curación' como tal (ni hay fármacos para evitarlas, salvo en raras ocasiones). De hecho, pueden permanecer 'latentes' mucho tiempo y reaparecer, en solitario o junto a otras, con lo que el dormir ya se convierte en un festival.
«Los familiares de primer grado de personas con sonambulismo tienen un riesgo unas diez veces mayor de tener esta parasomnia», indica la experta. Según detalla, no siempre tiene que suponer levantarse de la cama y darse un paseo, sino que también puede consistir en que nos quedemos sentados en la cama y con pinta de estar confusos. Eso sí, solemos tener los ojos abiertos. «También puede haber fenómenos repetitivos y sin un propósito claro y hay una alteración de la percepción y una falta de respuesta a los estímulos externos junto con una cierta confusión mental», describe Monfort. Los sonámbulos no son fáciles de despertar «y, en caso de hacerlo, pueden estar confundidos o incluso agresivos con el entorno». De ahí la advertencia popular de no despertarles.
Son episodios de miedo extremo y movimientos agitados que aparecen de manera repentina durante el sueño. Suelen acompañarse de gritos y llanto y, «durante el episodio, las personas no suelen tener consuelo». Duran pocos minutos, pero el afectado se pone rojo, sufre taquicardias... Generalmente, no se suele recordar después, «aunque sí pueden tener una sensación algo vaga de que algo ha ocurrido», apunta Monfort.
En la aparición de parasomnias suele haber un importante componente genético, pero existen otros factores que ayudan a desatarlas: sonidos intensos por la noche, dormir en un lugar poco aireado, la fiebre, fármacos sedantes o neurolépticos, la falta de sueño... Todo lo que haga que durmamos de manera muy fragmentada y ciertos medicamentos nos predisponen a padecer estos fenómenos. Asimismo, algunos estudios indican que las personas con ansiedad, con trastorno obsesivo-compulsivo, fobias o depresión tienen un mayor riesgo de presentar parasomnias, que, además, no mejoran aunque tomen psicofármacos para su patología psicológica.
¡Hacemos de todo en la cama!
Las más frecuentes...
... y las que menos El síndrome de cabeza explosiva (oír un sonido fuerte, como una explosión, al dormirte o al despertar), la catathrenia (gemir muy alto mientras duermes) y el trastorno alimentario del sueño (levantarse a comer y beber muy rápido y en gran cantidad en la fase REM del sueño) son otras parasomnias.
Les pasa más a las mujeres, adultos jóvenes y pacientes con narcolepsia y consiste en que la persona, en la transición del sueño al despertar, no puede moverse ni hablar. Resulta muy angustioso, ya que el sujeto es totalmente consciente de que está ocurriéndole. Si se les toca, se les suele pasar. «Es muy frecuente».
Es un fenómeno poco conocido, pero cuando ocurre resulta muy alarmante, ya que durante el sueño se dispara la libido de la persona afectada, que se masturba, realiza tocamientos a quien tenga al lado o incluso llega, en casos extremos, a cometer agresiones sexuales. «Estas conductas sexuales anormales suelen cursar con amnesia posterior y a menudo están relacionadas con otros trastornos del sueño», afirma la especialista.
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