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Se ha torcido el tobillo en su caminata diaria y todavía le duele pese a que han pasado ya unas horas. Es más, se le ha puesto aquello como si fuera el de Obélix y, por si fuera poco, le ha aparecido una sospechosa sombra ... morada alrededor. Empieza a preocuparse y por su mente pasan imágenes de salas de espera y escayolas. «¿Me lo habré roto?», piensa. Pide consejo a su familia. No le apetece ir al médico, pero entre todos acaban convenciéndolo. De camino se pregunta si solo está contribuyendo a dar trabajo a un sector que ya tiene suficiente en estos meses. Le mira el especialista y al cabo de un rato le da el diagnóstico:tiene usted un esguince. Manda un mensaje y empiezan a lloverle las recomendaciones: que si aplicarse una plasta de cebolla y sal, que si un masaje con aceite de romero, que si un vasito de leche con cúrcuma... ¿Lo mejor? Hágale caso al médico que le está preparando ya las recomendaciones para los próximos días.
Los esguinces son una lesión habitual, sobre todo entre quienes practican ejercicio. En urgencias, los de tobillo suponen aproximadamente el 12% de todas las que se ven al cabo del día. Se definen como «una elongación o ruptura de fibras musculares o de los ligamentos», explica Pere Torner, jefe de Cirugía Ortopédica y Traumatología del Hospital Clinic de Barcelona. La mayoría de ellas nos dejan «dolor, inflamación y un hematoma», precisa Jesús Vilá y Rico, expresidente de la Sociedad Española de Medicina y Cirugía de Pie y Tobillo. Y cuando esto ocurre, «hay que ir al especialista» para que nos diagnostiquen y nos digan qué hacer. Olvídese de los remedios caseros. «Si no se cura bien puede provocar inestabilidad en la articulación, dolor crónico y favorecer nuevas torceduras en ese punto», detalla Torner, miembro también de la Junta del Colegio de Médicos de Barcelona.
Si le gusta el deporte y, especialmente, el fútbol se habrá dado cuenta de que esta lesión siempre tiene un apellido. «Se clasifica en tres grados, siendo el 1 el más leve y 3 el más severo con rotura completa de dos o más ligamentos», detalla Vilá y Rico, a su vez director de la revista de la Sociedad Española de Cirugía Ortopédica y Traumatología. Y de ello depende el tratamiento:en el caso más leve requiere vendaje y algo de reposo durante unos días. En el más grave, se pueden estar meses en el dique seco. El jugador de Barcelona Piqué, que sufre uno en su rodilla derecha, se calcula que estará hasta medio año 'out'. La rehabilitación y la fisioterapia juegan un papel importante, coinciden ambos expertos. «Hay que trabajar para recuperar la fuerza y para que no vuelva a pasar», apostilla Torner.
Como cada vez hacemos más deporte, cada vez tenemos más esguinces. Es una cuestión estadística. Lo que sí nos llama la atención a veces es lo rápido que se recuperan los profesionales de las mismas lesiones que sufrimos nosotros. ¿Son especiales? Pues un poco sí, pero no sobrehumanos. «Por un lado, tienen un soporte muy importante y un hábito de esfuerzo y entrenamiento; por otro, disponen de muchos medios de fisioterapia», enumeran Vilá y Rico. Pero ojo, «su reincorporación siempre es progresiva».
Nadie está libre de sufrir un esguince, pero se pueden prevenir sin necesidad de hacer ninguna acrobacia.«Hay que mantenerse en forma, evitar el sobrepeso y no participar en situaciones de riesgo». Esto último «es fácil de decir, pero no de hacer», reconoce Torner. Tampoco hay que tomárselo a la tremenda y meterse en una urna de cristal:«Si le gusta esquiar, por ejemplo, no tiene porqué dejar de hacerlo».
– ¿Entonces?
– Haga ejercicios que potencien su musculatura y domine las técnicas del deporte que le gusta.
Colágeno, silicio, magnesio, ácido hialurónico... Seguramente habrá oído hablar de todo esto como una ayuda para mantener su articulaciones en perfecto estado de revista. «No hay estudios amplios que generen consenso sobre si funcionan o no», precisa con sinceridad Torner. Por eso, este especialista no los tomaría si no hay recomendación médica de por medio y con un «estudio especializado» que haya identificado si tenemos algún déficit. En este caso sí que podrían ayudarnos.
Un esguince lo podemos sufrir en cualquier momento de nuestra vida. «En el caso de los niños afecta sobre todo al cartílago de crecimiento», precisa Torner. No hay que asustarse, su recuperación es muy buena. Pero tampoco confiarse: si vemos que se han hecho daño, consultemos. Eso sí, tienen a su favor su «mayor elasticidad», esta les libra de sufrir más lesiones de este tipo que los adultos pese a que tengan más caídas. Cuando crecemos y hasta los 65 años, la parte más afectada cuando nos hacemos un esguince son los ligamentos. Con la edad «los tiempos de activación de la musculatura aumentan y el tono muscular disminuye, lo que puede hacer que las lesiones sean más frecuentes y el tratamiento más largo», explica Vilá y Rico. Y a partir de los 65, se sufren más roturas óseas. Esto es debido a que nuestros huesos son más débiles que ese cordón fibroso y resistente que los une en las articulaciones.
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