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Los neurocientíficos lo dicen siempre: el cerebro es una máquina increíble, capaz de grandes cosas, pero tiene también sus 'defectillos'. Uno de ellos: a veces es muy conservador.¿Qué quiere decir esto? Que los cambios no le suelen gustar porque generan incertidumbre y eso lo ... lleva mal. Y ahora que sabemos este secreto de nuestra cabecita entenderemos mejor por qué, a veces, estamos metidos en una relación que no nos conviene y no acabamos de dar el salto y zanjarla. Aunque hay épocas, como los inicios de año, en los que la gente se anima más a hacer limpieza emocional. «Es un momento perfecto para soltar los lastres y empezar de nuevo con más ligereza», indica María Padilla, de Capital Psicólogos .
Según explica, para poder soltar, primero debemos entender qué es el apego y por qué tendemos a quedarnos en relaciones que a todas luces nos están haciendo daño. Si lo que queremos es desapegarnos, ahí va una pequeña guía.
Lo primero que tenemos que saber es el tipo de apego que presentamos en nuestras relaciones sentimentales.Son, básicamente, cuatro «y están influenciados por los primeros vínculos que establecimos, generalmente con nuestras figuras de apego (padres o cuidadores)», señala. El ideal es el apego seguro, que se desarrolla cuando «la persona se siente a salvo en la relación, confía en su pareja y no teme al abandono porque sabe que puede estar bien sola o acompañada», explica Padilla. Luego está el apego ansioso, cuando existe una gran necesidad de aprobación, miedo atroz a que el otro te abandone y una necesidad constante de saber que la pareja no se irá, «algo que puede generar ilusión de seguridad, pero en realidad perpetúa un estado de ansiedad», aclara. En las antípodas de este tipo está el tercer tipo de apego, el evitativo, que corresponde a personas que evitan la intimidad y prefieren no depender emocionalmente de su pareja por miedo a la vulnerabilidad, «puro miedo disfrazado de independencia». Y, por último, está el apego desorganizado, cuando entre dos personas no hay prácticamente ninguna base para establecer una pareja, «ni comunicación, ni cuidado mutuo o incluso, a veces, ni amor..., pero sí dependencia». El problema llega cuando se juntan dos personas con apegos que no combinan bien.
La mezcla destructiva más habitual es la que se produce entre alguien con un apego ansioso y otro con uno evitativo, que desemboca en dinámicas tóxicas. «El ansioso se aferra buscando afecto, mientras que el evitativo se aleja por miedo a ser invadido. Ambos buscan seguridad a su manera, pero se pierden en un ciclo de desgaste emocional», resume la psicóloga.
¿Y esto tiene solución?Es la pregunta del millón. Pues sí, si así se quiere. «La clave es tomar conciencia de estos patrones y trabajar en construir una seguridad real basada en la confianza y el amor propio en lugar de perpetuar dinámicas que solo ofrecen una ilusión de estabilidad», aclara la psicóloga. Obviamente, a veces los intentos no sirven: recordemos que el modo en que nos relacionamos en pareja hunde sus raíces en nuestros primeros años de vida.
«Estas preguntas pueden ayudarte a identificar si ha llegado el momento de soltar. ¿Te sientes más agotado emocionalmente que feliz? ¿Tu autoestima ha empeorado desde que estás en esta relación? ¿Tu bienestar depende casi por completo de cómo te trata tu pareja? ¿Te cuesta recordar quién eras antes de esta relación? Si tus respuestas son mayormente afirmativas, probablemente estés buscando seguridad en un lugar que, en realidad, solo alimenta tu incertidumbre y dependencia». Es decir, tienes que ponerte manos a la obra. Ojo, esto no significa necesariamente huir de la otra persona ni dejar de quererla ni volverse fría con ella, «sino dejar de depender y recuperar el amor propio».
La experta ofrece siete pasos para ello:
1. Reconoce tus emociones
«Permítete sentir tristeza, enfado, frustración o miedo. Todos estos sentimientos son parte del proceso y es clave que los aceptes sin culpabilizarte. No luches contra lo que sientes», aconseja.
2. Cuestiona tus creencias
A veces nos decimos frases como 'sin esta persona no seré feliz' o 'nunca encontraré a nadie igual'. «Recuerda que estos pensamientos son parte del apego, no realidades absolutas», anima.
3. Distancia progresiva
«Si la relación es compleja y no puedes cortar de golpe (por ejemplo, si compartís un entorno común), diseña un plan para reducir los momentos de contacto. Establece límites claros y asegúrate de cumplirlos», recomienda.
4. Experiencias nuevas
A veces nos apegamos porque nuestra vida se ha reducido a la relación. Recupera actividades que te gusten, conecta con amigos, empieza un hobby... «Cuantas más experiencias positivas generes fuera de esa relación, más fácil será soltar», asegura.
5. Evita el autosabotaje
Es común querer darle al otro una última oportunidad o enviar ese mensaje de despedida que en realidad busca reabrir la puerta. Contente.
6. Cambia el diálogo interno
Deja de decirte 'perdí a alguien importante' y cámbialo por 'me elegí a mí'. Practica frases de autocuidado: 'Estoy aprendiendo a quererme más', 'voy paso a paso'...
7. Busca apoyo si lo necesitas
Desapegarse de una relación tóxica puede remover heridas de infancia o emociones profundas, así que, si te ves incapaz de hacerlo por tus medios, busca ayuda de un psicólogo.
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