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Quizá habría que iniciar este reportaje con aquella vieja frase de advertencia de 'no intenten hacer esto en sus casas', que se solía aplicar a maniobras peligrosas aptas solo para especialistas. Porque vamos a hablar de cómo plantear a nuestra pareja que queremos una relación ... abierta... Sí, vamos a intentar un triple salto mortal con doble rulo y sin red. Y, para evitar en la medida de lo posible el gran tortazo que nos podemos dar, debemos saber qué implica este cambio y seguir la hoja de ruta que propone Cecilia Bizzotto, socióloga y portavoz de JOYclub España, una comunidad basada en la sexualidad liberal. No garantiza el éxito, claro, pero suaviza el trance. Según un estudio realizado por The Journal of Sex & Marital Therapy, uno de cada cinco adultos ha tenido alguna vez relaciones abiertas... Otra cosa es que se airee, porque sigue habiendo un halo de tabú (cada vez menos).
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La Asociación Española de Sexología Clínica maneja estudios que revelan que en más del 5% de las relaciones estables se consiente el sexo con terceros de alguna u otra manera, pero vamos a buscar la fórmula consensuada y, a priori, más sana. Así que, para empezar, nada de soltarlo de repente. «Hay que saber en qué estado está la otra persona, preguntarle si hay fantasías que quiere cumplir... y contar también lo que a ti te apetece», apunta Bizzotto. Todo ello con mucho tacto y de forma natural: es un reconocimiento del terreno para no patinar. «A veces damos por hecho que la otra parte se va a cerrar en banda y resulta que más bien suele suceder al contrario», asegura. Obviamente, si en este primer paso notamos el rechazo del otro, es hora de echar el freno o, por el contrario, de plantearse «por qué viene el enfado». «Que se nos castigue por expresar un deseo no deberíamos permitirlo».
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Si el ambiente es propicio, podemos seguir avanzando. Plantear «sin urgencia» que se tiene «ese deseo» de estar con otras personas, que se podría probar... «Nada de ultimátums ni de decir que sí por temor a perder al otro», recalca la socióloga. Según diferentes estudios, los hombres son más proclives a aceptar este tipo de pactos. Y también las personas jóvenes.
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Nos vamos acercando más a la apertura, pero aún es algo teórico. Existe un interés difuso, pero hay que concretar los límites. Es decir, pactar las condiciones. Algo que puede sonar muy frío pero que es clave para que todo salga bien. «Hay parejas que deciden no quedarse nunca a dormir fuera de casa, otras deciden contárselo todo, otras no contarse nada... Cada pareja establece su marco», desgrana. Solo sexo esporádico y breve, nada de numeritos por celos, estar solo con personas que no sean del entorno, abandonar la relación con un tercero si surge el enamoramiento... Hay todo tipo de condiciones y todo es válido y negociable.
«Además, en esta fase hay que dejar claro que el pacto puede cambiar con el tiempo. No es una evolución lineal: puede que, al probar, notemos que eso no es para nosotros y nos echemos atrás. O que el pacto cambie según el momento vital que vivamos (mucha gente que decide tener hijos lo restringe o abandona, por ejemplo) o la situación en que se encuentre nuestra relación (a veces no estamos bien y no es el momento)», añade. Esto requiere una muy buena comunicación con la pareja. ¿Y si uno plantea unos límites más férreos y el otro es más laxo? «Siempre hay que quedarse con el marco más restrictivo», subraya Bizzotto, que recuerda los siguiente: «Infidelidad es romper los pactos y eso es válido para una relación monógama de toda la vida y también para las abiertas».
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Sí, los habrá, estamos criados en la monogamia y nuestros patrones de conducta están marcados. Así que es inevitable que aparezcan celos, inseguridades... «Debemos tener claro que nuestra pareja sigue siendo el eje, aunque tengamos encuentros sexuales con otras personas y hay que plantearse, antes de empezar, si estamos dispuestos a cuidar a la pareja prioritaria y a estar disponibles para salir en su ayuda si le surgen miedos o inseguridades, que posiblemente ya estaban latentes de antes».
Dudas y aclaraciones
¿Es para todos?
¿Qué es exactamente?
Dos de las series españolas de más éxito últimamente, 'Machos Alfa' y 'Smily', incluyen en sus tramas esto de las relaciones abiertas... con resultado regular. Así que vamos a aclarar términos. «La monogamia es mantener exclusividad sexual y afectiva con una sola pareja. En las parejas abiertas, la monogamia se rompe, pero solo a nivel sexual. Es decir, podemos acostarnos con otras personas», indica Bizzotto. Hay personas que creen que es amor libre o o poliamor (donde el vínculo con otros también sería afectivo)... o un 'sindiós' en el que cada uno hace lo que le da la gana. Y no es así.
¿Quién no lo llevará bien?
«Solo se aconseja en casos de parejas muy sólidas y con buena comunicación. ¿Por qué? Hay gente que tiene problemas con su pareja y se lanza a esto o a cambiar de casa o a tener un hijo para 'arreglarlo'. Y no, solo lo empeora, porque genera nuevas situaciones que hay que saber gestionar y va a remover cosas. Las personas celosas, inseguras o con baja autoestima deben pensárselo dos veces y, en caso de querer hacerlo, deben preguntarse si lo van a llevar bien».
Abierta... por un lado
En algunos casos hay relaciones semiabiertas: uno quiere mantener encuentros sexuales al margen de la pareja y el otro no pero lo consiente.
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