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En pleno verano, la 'fauna' propia de la época nos acompaña a donde quiera que vayamos, haciéndose notar de día y de noche. Y no nos referimos a los niños de vacaciones o a los veraneantes ruidosos... Se trata de los insectos de nuestro entorno, ... que con las altas temperaturas están en su época dorada. Excepto en los trópicos, las tasas de reproducción de los insectos suelen dispararse en los meses más cálidos. Y ahora mismo no sólo hay más, también están más activos, ya que su metabolismo se acelera porque tienen hambre. «Más luz, más temperatura, más organismos que parasitar... Esta época lo tiene todo para ellos», resume David González, experto en estos 'pequeñines' y autor de 'Bacterias, bichos y otros amigos' (editorial Ariel).
Lo de estar tan voraces tiene como consecuencia que se arriman más a los humanos en busca de comida: bien sea nuestra sangre (es el menú de los molestos mosquitos, sobre todo si tenemos el grupo O) o los residuos que vamos dejando por ahí (esas miguitas que se nos caen y esos platos sucios que no lavamos rápido y que atraen, por ejemplo, a cucarachas, avispas y hormigas). Esto es de siempre, claro, pero el cambio climático está introduciendo un factor de caos en este panorama: hay temperaturas altas un periodo mucho más largo del año -con lo que la temporada de insectos se alarga- y, además, «llegan especies nuevas que antes no conocíamos por aquí». Por ejemplo, cita a la mosca negra, que no se veía y que ahora está muy asentada en la zona del Ebro. «Los bichitos se adaptan», subraya González. Y eso implica viajar si las condiciones ambientales de su hábitat varían y prefieren otras latitudes.
Al ser ectotermos -no producen su propio calor, como los humanos y otros mamíferos- dependen de la temperatura ambiental para regular la de su organismo (como los reptiles, por ejemplo). Por eso, con el cambio climático está cambiando su distribución geográfica, lo que también conlleva una hibridación entre especies -los recién llegados acaban reproduciéndose con los locales- y cambios en la densidad de algunas poblaciones, ya que unas crecerán mucho y, otras, sin embargo, quedarán mermadas porque la convivencia con los 'nuevos' puede no ser pacífica.
Esto está ocurriendo, sobre todo, en las regiones templadas del planeta, donde se ha registrado un mayor incremento de temperatura debido al cambio climático en las últimas décadas. Algo que en áreas tropicales no ha sido tan acusado, ya que, como las temperaturas ya son muy elevadas, el efecto sería que los insectos, más que reproducirse a mansalva y multiplicarse, lo que harían es morir. Según los expertos, este crecimiento de variedad y cantidad en zonas templadas y la desaparición de especies en las tropicales ya es un hecho, algo que es preocupante porque, aunque resulten molestos o repugnantes, estos animalitos cumplen funciones muy importantes, desde descomponer materia inerte para aportar nutrientes al suelo a polinizar plantas o mantener ciertas plagas bajo control.
¿Cuáles tienen más posibilidades de sobrevivir? Los que pueden irse más fácilmente a zonas templadas si se ven en apuros, es decir, los que disponen de alas, aunque muchas especies ya se han acostumbrado a viajar con el ser humano de continente a continente, en equipajes o transporte de mercancías. Y, por supuesto, los que cuando llegan a un destino 'bueno' para ellos logran adaptarse rápido y reproducirse para asentarse. Y parece que nuestro entorno, zona templada del planeta y con 'alicientes' como explotaciones de ganadería extensiva (comida para ellos), les está gustando. Tanto, que los profesionales que se dedican a exterminar plagas tienen más trabajo que nunca.
«El periodo más frío y adverso de los insectos se acorta, esto favorece los ciclos de reproducción, siendo más cortos y frecuentes. Nuestra temporada alta, que siempre ha sido el verano, ahora se ha extendido de abril a octubre y el periodo de auge se va alargando cada vez más», confirma Eduard Durany, product manager en Anticimex España, empresa especialista en control digital de plagas.
Según advierte, el calentamiento global está produciendo un aumento significativo de las plagas. A nivel doméstico, «moscas, mosquitos avispas, cucarachas y hormigas» son las especies que más guerra nos dan. Pero estos animalitos son los que nos llevan dando el verano desde siempre, ¿no? Bueno, ahora tienen refuerzos: hay más variedades de todos ellos: «cucaracha americana, oriental, germánica...», enumera Durany a modo de ejemplo. Avispas asiáticas que se suman a las conocidas en España, mosquitos como el Aedes japonicus, una nueva especie de mosquito que viene de la zona de Japón, Corea, China y Rusia y que se detectó en España hace tres años por el comercio de neumáticos usados que llegan desde esos países y que, para colmo, puede transmitir virus como el dengue a los humanos...
«Este clima más cálido está contribuyendo al asentamiento de especies invasoras que encuentran nuestro clima cada vez más acogedor. Éste es el caso del mosquito tigre, que al igual que otros insectos, se ve muy condicionado por el clima. Podemos observar cómo desde su llegada a la Península en 2004, la población no ha parado de crecer anualmente debido, en parte, a los efectos del cambio climático», destacan Durany, quien indica que para mantenerlos a raya sin recurrir a remedios químicos -«si hay que usar productos, mejor acudir a profesionales», advierte- a veces basta con medidas estructurales, como colocar mosquiteras en casa y tapar fisuras y grietas.
Es decir, se trata de poner barreras para evitar que accedan al interior del hogar. A esto hay que añadir el mandato obligatorio de no dejarles nada de comida o agua que les atraiga, porque, al final si no, acaban encontrando alguna entrada.
1 Cubrir los espacios abiertos alrededor de las puertas
2 Limpiar bien los recovecos de la casa donde pueden quedar migajas de comida. Por ejemplo, entre los cojines del sofá, donde puede haber restos diminutos de alimento (o no tan diminutos) y debajo de los electrodomésticos. Ojo con los cubos de basura, hay que mantenerlos muy limpios.
3 No tener alimentos expuestos (guardarlos siempre en recipientes) y limpiar todo lo que se nos caiga (cuidado con los niños y su manía de llevar comida por toda la casa). Lavar bien y rápido los enseres de cocina, cualquier resto les atrae.
4 No dejar fuentes de agua a su disposición (el plato de las plantas, por ejemplo): basta con un taponcito lleno para que los mosquitos pongan sus huevos en el baño. Secar la ducha y la bañera tras el uso.
5 Si vivimos en una casa y usamos leña, hay que revisarla bien y no acumularla dentro. Además de mantener cortados setos y vegetación en contacto con la fachada. Eliminar el agua estancada.
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