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Campaña electoral 2023. Un político -en este caso concreto, Carlos Tarife, candidado del PP a la alcaldía de Santa Cruz de Tenerife- entra en una tienda de un centro comercial, saluda a las trabajadoras, se fotografía con ellas y, como atrezo, coge uno de los ... productos... Todo normal, ¿no? Bueno, parece que no. Se trataba de una tienda erótica y el artículo elegido fue un pene hiperrealista que hace las funciones de hucha -utilidad que no se aprecia a simple vista-. La imagen, claro está, vuela por las redes sociales y se desata un lío enorme... ¡Un político en un sexshop! Y ya todo el contexto de la escena pasa a un segundo plano, tercero o cuarto.
En Twitter ya ni importa, al candidato le caen bromas a mansalva -'pues ya tiene el bastón de mando', decía algún graciosillo en la red del pajarito, donde el meme fue trending topic- y también comentarios menos jocosos y que le ponen a caldo por obsceno. ¿Revela esta anécdota que entrar a una tienda erótica o sexshop sigue siendo, a estas alturas, un tabú por mucho que creamos que hemos superado ese tipo de cosas? Cuatro expertos nos dicen en qué estado estamos... y no es tan avanzado como creíamos.
«Todavía hay mucho tabú. En general, la sociedad es muy inmadura sexualmente», lamenta Paula Álvarez, sexóloga, pedagoga y una de las podcaster de Nos Tienen Contentas. Tal y como explica, este caso nos ha servido estos días para comprobar que los juguetes sexuales y los establecimientos donde se venden siguen vinculados a cierta vergüenza, a algo que no se debe mostrar públicamente... aunque de puertas para adentro la cosa esté más que aceptada. «Me cuesta pensar que pueda dañar de alguna manera la reputación de un político que le vean comprando en una tienda de juguetería erótica», añade. En este caso, además, el candidato ni siquiera era cliente.
Quizá es que lo que vale para todos, ¿no es admisible para los políticos? ¿A qué vienen entonces los ataques furibundos? A que en época electoral todo vale y a que nada gusta más en las redes que hacer risas y meter pullas, sobre todo, si hay penes (aunque sean falsos) de por medio. Según Paula Álvarez, podría haber sido peor en caso de que la protagonista de la anécdota fuese una mujer, sobre todo, una candidata a la presidencia.
El caso es que entrar en un sex-shop o tienda erótica sigue siendo un asunto espinoso. «Las muñecas, muebles para prácticas sexuales... Hay artículos que todavía se prefieren adquirir por Internet porque da apuro recogerlo en tienda», afirma. De hecho, se sigue pidiendo que los embalajes no tengan signos externos de lo que llevan dentro. «Hay preocupación».
Aunque el tabú de entrar en una tienda erótica ha ido desapareciendo en los últimos años, «hay un gran porcentaje de gente que prefiere comprar juguetes y accesorios 'online'», afirma Rosa Navarro, sexóloga de la marca de bienestar sexual Diversual. «Sigue existiendo ese pequeño componente de vergüenza, sobre todo en el caso de personas que no tienen experiencia o en casos de objetos relacionados con prácticas sexuales menos normativas, esas que hasta hace unos años estaban catalogadas incluso como desviaciones», apunta.
Navarro también indica que, por muy abiertos que nos creamos, hay situaciones relacionadas con las compras eróticas que aún no hemos superado. «Una cosa es que comentemos entre las amistades la marca de vibradores que nos gusta o el vibrador que nos han regalado en el cumpleaños y otra que un compañero de trabajo, por ejemplo, nos sorprenda saliendo de un sexshop con un dildo entre las manos», apunta.
3,28% ¿Todo 'online'?
es la proporción de los artículos sexuales vendidos que se compraron de forma 'online', un porcentaje todavía muy bajo, según datos aportados por la consultoría de hábitos de consumo de firmas comerciales Wavemaker.
Aún queda mucho camino por recorrer, sí. Sobre todo porque el uso de juguetes sexuales se ha popularizado tanto que ya casi es más difícil encontrar personas que no los conocen que usuarios. Según un estudio Diversual, hecho público el mes pasado y en el que participaron más de 6.000 personas de entre 18 y 60 años, el 60% de los encuestados admitía que usaba juguetes en sus relaciones de pareja de forma habitual y más del 70% había probado al menos una vez en su vida.
La sexóloga Lurdes Lavado, del centro Alborabide, considera la polémica del candidato del PP «una gran hipocresía». Antaño, en épocas de mayor represión sexual y cultural, los negocios de artículos sexuales eran vistos como algo sórdido, pero a estas alturas ya no debería llamar la atención de nadie. «Pero así somos, si hasta causa escándalo a veces que una mujer enseñe el pecho para amamantar... Queda mucho por hacer». Por eso, a su juicio, la opción de comprar artículos sexuales 'online' ha venido genial a los vergonzosos. Los queremos, sí. Pero, si puede ser, sin tener que entrar a un comercio a pedirlos.
Entonces, ¿cómo van las tiendas físicas de este tipo de productos? ¿Han caído por el auge de los negocios 'online'? «Para nada. Ofrecemos una experiencia diferente», asegura Óscar Ferrani, divulgador sexual especialista en juguetería erótica y coordinador general de producto y servicio en las tiendas Amantis de España . «Llevamos veinte años en el sector y no dejamos de abrir tiendas físicas porque la gente busca asesoramiento, hacemos talleres...», enumera.
Además, afirma que en este tipo de negocios «se ha subido el nivel de luz y se han quitado vinilos» para dar una imagen más fresca y menos 'turbia', acorde a la normalización del uso de los productos. Aunque recalca que es «discreto y apolítico», dice que en las trece tiendas que esta marca tienen repartidas por España han comprobado que «en el dormitorio todos los españoles somos iguales, los de izquierdas, los de derechoas y los anarquistas».
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