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Antes de que se nos enfaden todos los chinos del mundo, ahí va una aclaración: en este reportaje no vamos a hablar de la gastronomía del gigante asiático, que es tan colosal y variada como el propio país y, además, una de las más sanas ... del mundo (en su esencia, gira en torno a vegetales frescos, preparaciones al vapor y carnes magras o pescado). Nos centraremos en lo que la mayoría de los occidentales conocemos como comida china: esos menús que ofrecen los restaurantes asiáticos (en nuestro imaginario bobalicón y reduccionista toda Asia es China y viceversa) de los que tiramos porque son baratos y, qué diablos, muy sabrosos.
Pues bien, en un restaurante chino de los de manual, hay platos que no son lo que parece: unos los pedimos pensando que son sanos (y nos equivocamos) y otros nos parecen una aberración para nuestro cuerpo (y volvemos a errar). La nutricionista Aida Monjas aclara estas dudas y explica el por qué de la mala fama de este tipo de comida.Y el primer punto que destaca es el uso habitual de aceites refinados, «entre ellos el de cacahuete y soja». «Lo hacen por un motivo gastronómico, para dar matices al plato y cierto toque de sabor, pero el problema de estos aceites es que, a diferencia del de oliva virgen que se extrae prensado en frío, son sometidos a calor durante su producción y también a ciertas mezclas que modifican su aspecto y sabor. Por eso, tienden a ser inestables a altas temperaturas, se queman rápido y cambian su estructura molecular, lo que hace que no sean saludables: producen inflamación de bajo grado y grasa de mala calidad», detalla la experta.
No suena bien. ¿Y la segunda bestia negra que señala la nutricionista? Glutamato monosódico. En este punto debemos ser justos: este potenciador del sabor no es exclusivo, ni mucho menos, de los restaurantes chinos. Monjas aclara que, aunque es «muy común» en este tipo de establecimientos, también está presente «en productos procesados del supermercado». «Un exceso, incluso tan solo ingiriendo un menú, puede ocasionar dolor de cabeza, malestar, vómitos o diarrea», desliza Monjas. Algunas personas muy sensibles a este compuesto lo saben bien.
Así que, si estamos mirando la carta del chino de arriba a abajo para buscar lo más saludable, la primera consigna es huir de todo lo que lleve (o supongamos que lleva) mucho aceite refinado –frituras sobre todo– y glutamato monosódico –ojo con las salsas densas–.También con las salsas agridulces, que ponen cualquier plato aparentemente inofensivo en más de 1.500 calorías con facilidad. Para concretar, Aida Monjas apunta tres de las opciones más recomendables de los menús del chino y tres de las que deberíamos prescindir si queremos comer lo más sano posible.
Si vamos a cuidarnos...
Ensaladas: «Hay opciones como la china, con brotes de soja o de gambas. Para incluir variedad y ampliar nuestro paladar con alimentos vegetales son una opción muy interesante. Suelen incluir la col, vegetales crudos como la zanahoria o el calabacín y también algún alga (incluso preparan alguna ensalada con ellas de base).Además, esta opción nos permite conocer otras elaboraciones con soja , como el tofu o los brotes».
Pollo con piña, bambú, champiñones, setas y/o almendra: «Le da a la proteína un toque exótico que permite disfrutar de nuevas combinaciones».
Marisco: «Sobre todo si el restaurante es de tipo buffet libre, te permite disfrutar de una gran variedad a la plancha o wok de gambas, cigalas, calamar, centollo… Si vamos a la carta, también encontramos pescados y mariscos, generalmente a la plancha o wok».
Mejor sólo de cuando en cuando
Arroz frito: «Una fritura requiere de grandes cantidades de aceite (muchas veces, refinado). Además, el arroz empleado es blanco, por lo que también ha sido sometido a un proceso de refinamiento –el arroz integral sería su estado original–y las cantidades que nos servimos tienden a ser grandes. Todo esto hace que sea un plato muy calórico». Una ración muy pequeña puede tener unas 200 calorías.
Pan de gambas: «Se elabora a base de agua, almidón y aroma de gamba. Si, además, se acompaña de salsa agridulce, que contiene grandes cantidades de azúcar, se convierte en un plato muy palatable, calórico y nutricionalmente pobre». ¿Estamos a dieta? Ojo, tienen unas 500 calorías los 100 gramos y mucha grasa. Bueno, casi es solo grasa.
Langostinos fritos: «Los elaboran con un gran rebozado de harina refinada. Suelen quedar muy grasientos». El langostino, lo más sano, es lo que menos presencia suele tener.
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