Cómo evitar que los niños se conviertan en ecologistas de salón
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Serán la primera generación con el llamado déficit de naturaleza. He aquí las claves para solucionar esta carencia y que no arrastren las consecuencias de ser 'ecoanalfabetos'Secciones
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Serán la primera generación con el llamado déficit de naturaleza. He aquí las claves para solucionar esta carencia y que no arrastren las consecuencias de ser 'ecoanalfabetos'Los peques de ahora saben un montón sobre el calentamiento global, no quieren tomar alimentos con aceite de palma porque han visto en documentales que para obtenerlo queman las selvas donde viven orangutanes, tienen claro que hay que reciclar... Sin embargo, en las contadas veces que salen al campo, van con despiste de extraterrestres: se ortigan (claro, no identifican esas hojas dentadas y urticantes como los críos de décadas anteriores), no tienen paciencia para atrapar una escurridiza rana, no distinguen un pino de un haya. ¿Estamos criando a una generación de 'ecoanalfabetos' funcionales, de ecologistas de salón?
Divulgadores científicos y defensores del medio ambiente afirman que nuestros hijos son la primera generación que va a crecer 'desconectada' de la naturaleza. Por ello, sobre todo en el mundo anglosajón, están en auge las iniciativas educativas y comunitarias para revertir este proceso de 'déficit de vitamina N' (de naturaleza), como le llama el investigador estadounidense Richard Louv en su libro 'Los últimos niños en el bosque' (Editorial Capitán Swing). Esta carencia, explica, tiene nefastas consecuencias. Por ejemplo, hace que los sentidos se atrofien: «No hace tanto tiempo, la banda sonora de los días y las noches de una persona joven estaba compuesta en gran parte de notas de la naturaleza. Hoy, la vida de los sentidos esta, literalmente, electrificada». Los niños tienen Google y muchos datos, pero no la sabiduría de la observación. Y no fomentan la llamada octava inteligencia, la naturalista –reconocer plantas, animales, piedras, nubes...–, ni, por supuesto, la empatía. Eso ya lo sabía el jefe indio Luther Oso Erguido (1868-1939), quien aseguraba que «el corazón de las personas, lejos de la naturaleza, se vuelve duro». He aquí algunas claves para evitarlo.
1.
A los peques les encanta que sus padres y madres les cuenten cosas de su infancia. Aveces les suenan a ciencia ficción. ¿Jugar con renacuajos? ¿Meter grillos en jaulitas de plástico? ¿Ir solos (¡solos!) a alguna charca o riachuelo a coger salamandras y ranas? ¿Leer bajo su árbol favorito? «Cuente a sus hijos historias de sobre los lugares especiales de su niñez en la naturaleza. Después, ayúdeles a que encuentren los suyos», anima Richard Louv. A esto se le conoce entre algunas corrientes ecologistas de EE UU como 'el lugar de sentarse', un sitio donde puedan estar quietos, solos y en silencio –¡¡sííí, pueden!!– para conectar con la naturaleza. Además de echarles una mano para que descubran 'su sitio' contándoles cuáles eran nuestros emplazamientos naturales preferidos, está bien «revivir viejas tradiciones» con ellos: coger luciérnagas al atardecer y soltarlas al alba, coleccionar hojas, criar gusanos de seda... Y para todo ello, apunta Louv, contamos con unos ayudantes excepcionales: los abuelos, «que recuerdan cuando jugar en la naturaleza era normal». «Ellos querrán transmitir esa herencia a los descendientes», asegura.
2.
Un paseo con niños por un ambiente natural es una gran escuela. No hace falta que sea algo muy ambicioso ni irse muy lejos, sobre todo si los críos aún son muy pequeños. «Yprepárese para hacer paradas muy frecuentes», advierte Louv. Y para las quejas de los adolescentes. No obstante, tenga una certeza; aunque rezonguen, con el paso del tiempo lo recordarán con cariño. Además, los paseos no deben ser aburridos, sino incluir algún 'juego' que despierte su atención. Por ejemplo, el reto de encontrar diez bichos o sus pistas (huellas, agujeros de topo...), que hará que el paseo se convierta en 'exploración' y mantenga alerta su atención y sus sentidos. Según Louv, la experiencia es maravillosa si el paseo se hace en noches de luna llena. Ahora que estamos en verano y muchos irán al pueblo o a entornos naturales, es un recuerdo imborrable alejarse un poco de casa con una linterna y escuchar los ruidos de animales nocturnos, ver a los murciélagos volar como locos, las luciérnagas... y disfrutar del espectáculo de esos increíbles cielos estrellados que hay lejos de las ciudades. Los menos intrépidos pueden aventurarse en coche por carreteras o caminos poco transitados y hacer un 'safari nocturno' muy, muy despacio. Zorros, sapos, culebras, erizos... ¡Quizá hasta jabalíes! Verá animales, casi seguro.
3.
Louv propone elegir un árbol que ya esté ahí o plantar uno si se prefiere. Seguro que hay alguno especial, por su forma o tamaño, cerca de casa. Y, a partir de la 'adopción', hay que integrarlo en nuestra vida. ¿Cómo? Sacando fotos de momentos especiales de nuestra biografía junto a él (cuando nace un nuevo miembro, por ejemplo). En Estados Unidos, la campaña Take a Child Outside ('Saque un niño al aire libre', takeachildoutside.org) propone que se calquen los relieves de la corteza del árbol con papel y lápiz, que los peques 'registren' en una libreta los seres que viven o se acercan a él (pájaros, insectos...) y que siembren sus semillas. Si el árbol muere, hay que guardar unas hojas y unas ramas de recuerdo. Una universidad de Nueva Inglaterra hizo un estudio sobre la relación de los niños con los árboles. Y se sorprendieron de las diferencias de género que se producían: mientras que los varones apreciaban de forma más general el bosque, las chicas tendían a construir una relación especial con un árbol concreto. A esta práctica, como a todas las anteriores, se le puede añadir un plus que encantará a los peques.Se les puede pedir que documenten la experiencia con fotos sacadas por ellos mismos. ¡Quién sabe si estamos ante futuros reporteros del National Geographic!
4.
En Estados Unidos es muy frecuente que padres y madres acampen libremente en la naturaleza con sus hijos durante unos días para enseñarles algo de supervivencia y, de paso, estrechar lazos y 'crear recuerdos'. En nuestra cultura no se estila tanto. Pero la experiencia de acampar con niños es una joya. Pocas cosas les entusiasmarán tanto. Puede ser en un cámping mínimamente natural, pero también en el jardín de algún familiar (o propio), en la huerta del abuelo y hasta en un patio. La sensación de dormir en una tienda y oír los rumores nocturnos les encantará y les hará sentirse algo 'salvajes'. Hay que darse cuenta de que las infancias urbanas han confinado a los críos a entornos totalmente artificiales y les han abocado a estar muchísimas horas en casa, entre cuatro paredes. «Hoy en día, los chavales son conscientes de las amenazas globales contra el medio ambiente, pero su contacto físico, su intimidad con la naturaleza, se están desvaneciendo –lamenta Louv–. Eso es justo lo contrario de como era cuando yo era crío». Por eso, ahora que estamos en verano, es un momento excelente para dejar las camas mullidas y los hoteles, aunque sólo sea un día. y dormir en una tienda de campaña. Lo recordarán siempre.
... y
-Dejar que se ensucien. Tierra, agua, plantas... a los niños hay que dejarles revolver y que se manchen.
-Invitar a la fauna autóctona.Colocar, por ejemplo, un bebedero de pájaros en casa, para que se acerquen.
-Observar las nubes. Con una guía sobre tipos de nubes, los peques se lo pasan bomba mirando al cielo.
-Recolectar. Coger moras, cerezas, higos, castañas, avellanas... Les hará mucha ilusión.
-Tener 'cuenco de las maravillas'. Habilitar un lugar para piedritas, bellotas, conchas, hojitas... todos los 'tesoritos' que encuentren en el campo los más pequeños.
-Contruir una casa en un árbol. O una caseta en algún entorno natural, un refugio... Les encantará tener su propia 'casa' para sentirse autónomos.
-Criar mariposas. Tener una caja con gusanos de seda, alimentarlos con hojas de morera y ver su evolución resulta apasionante e instructivo.
-Leer al aire libre. Es una experiencia deliciosa.
-Aprender a rastrear. Buscar huellas de animales e intentar identificarlas.
-Vacaciones en parques naturales. Elegir destinos de este tipo permite cambiar de hábitat y reduce el 'déficit de vitamina N'.
43% es el porcentaje de niños británicos que no saben que los huevos los ponen las gallinas, según un estudio de la cadena de supermercados Asda. Uno de cada veinte cree que los aguacates son de origen animal.
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Abel Verano, Lidia Carvajal y Lidia Carvajal
Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
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