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No es lo habitual, pero le habrá pasado alguna vez ir a pagar un café y darse cuenta de que solo lleva un billete de 50 euros. No suele gustarle al del bar, porque le deja sin cambios. Pero está obligado a cogérselos. «Y si quisiéramos pagarle con uno de 200, también. Cualquier billete de curso legal sirve como método de pago, por pequeña que sea la cantidad a pagar. Otra cosa es que el del bar prefiera perdonarte el café o te diga que le pagues otro día para no tener que darte tantas vueltas. Hay quien pone que no acepta pagos con billetes de 50 euros o más, pero eso es ilegal», advierte Massimo Cermelli, profesor de Economía de la Deusto Business School. Y la misma mala cara que te pone el tabernero cuando pagas el café con 50 euros, te la pone a veces cuando abonas ese euro treinta del café con tarjeta. «Una vez pagué así en un bar 60 céntimos de un pequeño cruasán y me dio tanto apuro que hasta les pedí perdón antes –confiesa Cermelli–. Me lo aceptaron, pero por ley cualquiera puede negarse a aceptar el pago con tarjeta, incluso con cantidades mucho mayores».
Le daba también apuro a Daniel Palomo, ingeniero bilbaíno de 40 años, cuando llegó a Estocolmo (Suecia). Pero se le pasó pronto. «Aquí nadie lleva dinero; de hecho, ahora mismo no llevo ni una sola corona sueca encima. Si compro un botellín de agua, que vale 30 céntimos al cambio, pago con tarjeta de crédito, y lo mismo con unas chuches que compré a unos chavales en el mercadillo de la escuela y con la lotería que vendían en una iglesia del barrio, el euro de la barra de pan que cojo todos los días...». Suecia es una referencia en la retirada del dinero en efectivo, un cambio que supondrá una revolución y que se ve, depende de los ojos con los que se mire, como una oportunidad o como una amenaza.
Una sesión con el psicólogo: 75 euros. ¿Pueden prohibirme pagar con tarjeta?: «Pueden hacerlo. Los comercios no están obligados a aceptar el pago con tarjeta», explica el economista Massino Cermelli. ¿Sin excepciones? Con pocas: «Hay sectores regulados, como el taxi en algunas ciudades, en los que las mismas ordenanzas municipales exigen que sea obligatorio aceptar el pago con tarjeta», precisan en la Asociación de Consumidores y Usuarios (OCU).
¿Es legal el cartel de 'Solo se aceptan pagos con tarjeta de más de 10 euros'?: «Sí y el establecimiento tiene libertad para fijar cuál es la cuantía mínima para el pago con tarjeta. Pero a lo que sí están obligados es a que esto se indique en un lugar visible», dicen en la OCU.
¿Pueden cobrarme más por pagar con tarjeta?: «En ninguna circunstancia, ni ninguna cantidad, aunque sea un céntimo», advierte el economista Massimo Cermelli. «No son legales los recargos por pagar con tarjeta. Y, de ese mismo modo, tampoco es legal que te hagan una rebaja por pagar en efectivo. Porque si algo vale 10 euros y te cobran 9,50 si pagas con monedas, en realidad están añadiendo un recargo de 50 céntimos a quien paga con tarjeta. Eso ya es moralmente inaceptable y también ilegal, aunque sería difícil de demostrar». Desde la OCU precisan que ese recargo por pagar con tarjeta «es ilegal desde 2014, pues así lo estableció el Real Decreto Ley 8/2014».
Enrique Sáez Ponte, economista y empresario con décadas de experiencia en el sector bancario, se encuentra entre los optimistas. «El efectivo se puede retirar mañana, aunque debe hacerse de forma programada porque se necesita un período de adaptación. Los suecos no tendrán billetes físicos dentro de un año. De hecho, en Suecia el autobús, los impuestos, es decir, todo lo que recauda el Estado, se paga con tarjeta, a través de transferencia... Australia sigue esa misma senda y Dinamarca eliminará el efectivo en 2030».
En su libro 'La energía oscura del dinero 2.1' (Europa Ediciones) el experto desgrana las ventajas de la economía digital. «Toda la economía criminal desaparecería y también la economía sumergida, por lo que el Estado aumentaría notablemente su recaudación –las criptomonedas son poco operativas como sistema de pago ilegal–. Las estafas en internet acaban siempre sacando dinero de una cuenta, de manera que si no lo pueden materializar en billetes, desaparecerán esos timos; y también serán muchos menos los robos, porque el que te roba el móvil por la calle no es porque quiera tu teléfono, sino para canjearlo por dinero físico».
Suma razones Massimo Cermelli: «El dinero físico es poco higiénico, como se ha demostrado con la pandemia. Además, tener todos los datos en un móvil o en el reloj es más práctico y puedes llevar un mejor control del gasto al poder clasificar cada pago que hagas. En lo que respecta a ventajas para la comunidad, se eliminan los tiempos perdidos en colas esperando para pagar, se ahorra papel...».
Sáez Ponte, que en un artículo suyo publicado en 1994 ya abogaba por «matar el papel moneda», cree que la eliminación del dinero físico aumentaría la productividad: «Cuando el señor de la mercería va al banco a ingresar 327 euros, necesitas a un empleado que esté cinco minutos contando ese dinero; una vez contado ese dinero, se almacena, por lo que no es productivo; y luego, se traslada en un furgón de seguridad, lo que, además de suponer un gasto, incrementa el riesgo de robo... Por no hablar de la cantidad de juzgados que hay atascados en España con denuncias de delitos menores relacionados con el dinero...».
En el apartado de desventajas, Sáez de Ponte alerta, entre otras, de la falta de privacidad: «Las transacciones económicas digitales deberán dejar algún rastro, de forma que un Gobierno podría adquirir un poder desmesurado si, además de la información que ya tiene de los ciudadanos a través de las redes sociales, los sistemas de vídeo vigilancia, la sanidad pública, Hacienda... conoce en detalle los ingresos de que dispone y los gastos que realiza podría...». «Además, cuando pagas con tarjeta es fácil que se te vaya de las manos y que acabes gastando más», añade otro 'contra' Cermelli. A lo que se suma la cuestión cultural.
– ¿Cómo convencer a una persona mayor que usa solo efectivo de que lo cambie por tarjeta?
Sáez Ponte: Dinamarca estableció hace unos años un plan de retirada progresiva del efectivo y una de las primeras cosas que hizo fue cobrar a la gente por atenderle en la ventanilla de los bancos. ¿Y qué pasó? Que cuando el consumidor vio que le cobraban por eso buscó el sistema más barato. Si eso lo hubiésemos iniciado aquí hace veinte o treinta años, los mayores se habrían ido acostumbrando poco a poco a las tarjetas. Lo hemos visto con el bizum, ¡la aceptación que ha tenido! Es un sistema gratuito y, además, no hace falta ser ingeniero para saber usarlo.
Cermelli: Es una realidad que a mucha gente mayor le gusta más el dinero físico. Mi padre no es evasor fiscal, ni mucho menos, pero va al supermercado y paga con dinero. Es algo cultural. Es más, todavía hay quien te mira de reojo cuando sacas la tarjeta. Como si eso significara que no quieres gastar dinero.
Con este panorama, las previsiones con fecha de los países nórdicos para eliminar el 'papel' se antojan aquí poco realistas. «Se dice que en 2025 no habrá efectivo, pero eso no va a ocurrir en España, Italia o Grecia... No alcanzaremos nunca el cien por cien del circuito digital», aventura Massimo Cermelli. «Podría quedar la moneda de forma transitoria, durante dos o tres años», propone Enrique Saéz Ponte.
En todo caso, ya hay evidencia de que esa transición, sea completa o no, sea más rápida o menos, está en marcha. Más allá, de la opinión, Enrique Sáez Ponte esgrime un dato: en el año 2012 las compras con tarjeta rozaron los 98.000 millones de euros, pero en 2020 esta cifra casi se ha duplicado (160.000 millones de euros), según datos del Banco de España. A la inversa, las cantidades de dinero físico retirados en cajeros se ha visto mermada en este periodo de tiempo, pasando de los 110.000 millones de 2012 a los 102.000 de 2020.
A propósito de esto, Daniel, el ingeniero emigrado a Suecia, rescata una anécdota: «Aquí, muchos bancos están desapareciendo o han dejado de aceptar metálico. Hace poco hubo un festival en un pueblo y los organizadores tuvieron que desplazarse 30 kilómetros con lo recaudado porque el banco del pueblo no aceptaba dinero físico. Y tampoco lo aceptan muchos bares, tiendas, restaurantes...».
Las comisiones que se cobran por los pagos con tarjeta son una de las causas de la reticencia de muchos establecimientos a aceptarlas. «Aunque ningún negocio va a quebrar por perder ese poco dinero, el otro día la dueña de un bar me decía: 'Yo antes ingresaba 2.000 euros, pero ahora ingresas esos 2.000 menos la comisión», relata Massimo Cermelli. Una cantidad cada vez menor, advierte y da el dato Enrique Sáez Ponte: «En el año 2005 la comisión cobrada al receptor del pago con tarjeta en el comercio minorista era del 2,10% sobre el importe de venta, mientras que para 2020 había bajado ya al 0,39%».
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
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