El geriátrico de Carancos -en plena nacional 634, a su paso por Infiesto- ha pasado a manos del fondo de inversiones Magnum. :: NEL ACEBAL
Asturias

El 80% de los geriátricos asturianos, en venta

«Con 15.000 plazas estamos como los hoteles», advierte Jesús Kocina. La patronal prevé cierres «si Bienestar no suaviza la norma» La entrada de Magnum en Asturias, al comprar tres residencias, desvela la precaria situación del sector

CHELO TUYA

Martes, 18 de marzo 2014, 04:32

«Estamos como los hoteles: el 80% de los geriátricos de Asturias están en venta. Y, si no lo están de forma directa, sí aceptarían una oferta de compra. De hecho, yo mismo estoy recibiendo ahora propuestas de empresarios que quieren que les compre su establecimiento». La radiografía del sector geriátrico asturiano la hace Jesús Kocina. El médico gijonés sabe de lo que habla, porque acaba de vender la casi totalidad de su empresa, Geriátricos del Principado, al fondo de inversión Magnum Capital Partners. De los once centros que conformaban su empresa, creada en 2007, sólo se ha quedado con dos: Palacio de Caldones y La Serena. Ambos en Gijón. Y, ambos, «por motivos sentimentales: son centros de mi propiedad, a los que tengo mucho cariño y los quiero mantener».

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El resto, ubicados tanto en Asturias como en Madrid, Cantabria, Navarra y La Rioja, forman parte ahora de la cartera de Magnum, que tiene en la región ya tres centros. Dos de la red de Geriátricos de Principado -Carancos, en Infiesto, y Villanueva, en Oviedo- y un tercero de Casta Salud, que gestiona una residencia en Langreo con 120 plazas y un centro de día de 30.

Tras la compra de la mayor parte de Geriátricos del Principado, en toda España Magnum es ya propietario de 28 residencias que suman un total de 4.000 camas. Porque, antes de hacerse con las empresas de Kocina y de Casta Salud, se hizo con una importante red de residencias gallegas. De esas 4.000 plazas gestionadas por el fondo de capital riesgo, 300 son asturianas.

Para Kocina, la llegada de Magnum supone «que el sector geriátrico tiene el futuro que todos le augurábamos. Para los 80 trabajadores asturianos que ahora dependen de Magnum, es una garantía de futuro». Un optimismo que no significa «que los propietarios de centros asturianos lo estén pasando bien. Todo lo contrario. Hay muchos que están sufriendo, ya que las familias tienen menos disponibilidad y cuesta mucho llenar las plazas».

3.000 vacías

Porque en Asturias hablar de plazas supone hablar de 15.000 camas geriátricas, de las que 3.238 son públicas. Una oferta «sobredimensionada», cree Kocina, pese a que el Principado lidera las tasas de envejecimiento y discapacidad del país. «Pero la crisis lo ha cambiado todo».

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Por eso Kocina repite: «Estamos como los hoteles. Muchas residencias fueron abiertas en el 'boom' de la construcción y, ahora, es muy difícil amortizarlas. Tras vender a Magnum, muchos del sector han venido a proponerme que compre sus establecimientos, algunos casi a estrenar, pero yo estoy centrado en Visama», explicó, en referencia a la empresa de restauración sanitaria que da servicio, entre otras, a las residencias públicas.

Las palabras de Kocina, que forma parte de la Asociación de Centros Geriátricos de Asturias (Ascege), encuentran eco en la otra patronal del sector, la Unión Asturiana de la Dependencia, que aglutina a 7.683 del total de la red geriátrica privada de la región. Unade es fruto de la unión AARTE (Asociación Asturiana de Residencias de la Tercera Edad) y Asacesema (Asociación Asturiana de Centros y Servicios de Mayores. Es la presidenta de esta última y portavoz de Unade, Ana Gil, quien confirma «la grave situación en que se encuentra el sector».

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Con unas 3.000 plazas vacías «debido a que muchas personas han decidido quedarse en casa, al necesitar la pensión de su familiar para vivir», el panorama es «especialmente duro para las pequeñas residencias, que son las que más abundan en Asturias». Se trata de centros de menos de 25 plazas que, «tal y como está ahora la legislación asturiana, con la acreditación impuesta por Bienestar, tienen difícil supervivencia». Se refiere Gil a que ese sello, obligatorio para contar con residentes beneficiarios de la Ley de la Dependencia, «obliga a tener un 70% de personal indefinido y muchas categorías. En un centro pequeño, eso significa la ruina».

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