E. C.
Jueves, 20 de febrero 2014, 09:15
El 28 de abril de 1994, una quincena de encapuchados accedió a la zona de oficinas de la fábrica de armas de Trubia y retuvo por la fuerza al equipo directivo de la factoría. Hubo un comunicado inquietante: «De momento quedan retenidos. Es el primer paso para ir a medidas mucho más drásticas y contundentes». Horas más tarde, la tensión aflojó con la liberación de los retenidos. Uno de ellos era José Pablo Presa, ingeniero industrial y director en varios periodos de las dos industrias armeras que hubo, La Vega y Trubia, y que ayer falleció en Gijón a los 69 años de edad.
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Pasado el episodio de la retención, recordaron ayer fuentes de la empresa, Presa bromeaba con los trabajadores acerca de que sabía perfectamente quiénes estaban aquel día bajo los pasamontañas. «Tenía buena relación con los trabajadores y los sindicatos», recordaron. «El mejor director que tuvimos», corroboró ayer el expresidente del comité de empresa de La Vega, Amador García. Falta hacía en aquellos años del INI, la crisis de los 90 y la segunda reconversión industrial. «Tuvimos muchos problemas, pero siempre pudimos hablarlos desde el respeto y el aprecio», recordó el líder sindical.
Industria planteó en 1994 un expediente de regulación que incluía el cierre de cinco de las 11 fábricas de Santa Bárbara y el despido de más de 2.000 trabajadores. En Oviedo, suponía un plan conocido y ejecutado finalmente en 2012: el cierre de La Vega y el traslado de la producción a Trubia, con casi 700 despidos. Las protestas, los cortes de carreteras y episodios como el del 'secuestro' se multiplicaron. En mayo, las partes se sometieron a un laudo arbitral en manos de Fernando Abril Martorell y José Rodríguez de la Borbolla. Las plantas se salvaron. No sin que José Pablo Presa fuese retenido otra vez, en esta ocasión en La Vega, por los trabajadores. Amador García resumió: «Cada uno en su sitio, pero era muy buena persona, lo apreciaba de verdad». En 1998, asumió la dirección conjunta de los dos centros de Santa Bárbara, para luego volver a ocuparse solo de la fábrica de Oviedo y jubilarse en 2006, siendo sustituido en el cargo por Alberto Posada, como director único, de nuevo, de las dos plantas.
Hace dos años, durante un viaje a Alemania sufrió un accidente cerebro vascular. Estaba casado con la profesora de instituto María Antonia Río Moro y era padre de tres hijos: Ana, Pablo y Álvaro Presa Río. Su carrera profesional, siempre ligada a la industria, se inició en Duro Felguera en su departamento técnico de Madrid, antes de entrar en la industria armamentística. Bajo su dirección se iniciaron buena parte de los programas de diversificación y formación que convirtieron La Vega de una fábrica de fusiles en una de componentes, aeronáutica y sistemas de armas. Seis años después de su jubilación, General Dynamics, la nueva propietaria de la fábrica, anunció el cierre de las instalaciones.
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