MARCOS MORO
Jueves, 6 de febrero 2014, 08:20
Un año después de que saltara a la luz pública nacional e internacional el caso de los envenenamientos en El Lavaderu, con una trama digna de novela negra, continúa la incredulidad de cómo el exayudante de cocina Andrés Avelino Fernández, apodado 'El Candasu', pudo hacer lo que presuntamente hizo. De cómo alguien que parecía el perfecto empleado y compañero pudo urdir un maquiavélico plan para hacer enfermar e infligir sufrimiento durante años a quienes trabajaban y compartían confidencias con él a diario entre los fogones del popular establecimiento de Cimadevilla.
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La causa judicial contra el supuesto envenenador, en prisión preventiva en Villabona desde hace un año, afronta en este momento la recta final de su instrucción. La juez Ana López Pandiella sólo tiene pendiente la resolución de los últimos informes periciales solicitados por la defensa del procesado. Según explicaron fuentes judiciales, estas diligencias se han demorado en el tiempo más de lo deseado por la tardanza en llegar al juzgado de instrucción número 4 de Gijón de todos los informes sanitarios de los 22 perjudicados que hasta el momento se han personado en la causa por haber sido intoxicados con cianamida cálcica, una sustancia que se comercializa en las farmacias con el nombre de 'Colme' y que está prescrita médicamente para deshabituarse del alcohol en enfermos crónicos.
Una vez que la juez Pandiella dé por concluida la instrucción, el siguiente paso será preguntar a la Fiscalía sobre la situación carcelaria de 'El Candasu'. Con lo que el Ministerio Público le traslade, la magistrada tendrá que decidir si prorroga la estancia preventiva en prisión del procesado o le deja en libertad, con alguna restricción de movimientos, a la espera del juicio.
Una de las novedades que ha deparado la instrucción del caso en este último año ha sido la imputación judicial de Eva García Ramón, la íntima amiga de Andrés 'El Candasu'. La única que a día de hoy sigue defendiendo su inocencia y la única persona que, junto a él, nunca cayó indispuesta en el trabajo ni tuvo los episodios de vómitos, mareos, rojeces en la piel, ansiedad y taquicardias que torturaban cada poco a la plantilla de la sidrería tras beber algo de alcohol. Eva declaró ante la juez Pandiella que ella y Andrés «no eran pareja» y también dejó en muy mal lugar a todos los compañeros que denunciaron al exayudante de cocina de El Lavaderu. Según explica Yolanda Pérez, exempleada que sufrió un aborto gemelar y perdió 30 kilos a lo largo de sus continuas bajas laborales, «nos puso a todos de borrachos y drogadictos». Yolanda sabe lo que testificó a través de su abogado.
«Pregunta a cara de perro»
Eva es en este momento la única del equipo de cocina y camareros que durante ocho años coincidieron con Andrés en El Lavaderu que sigue en activo en el restaurante. No obstante, cuentan que los actuales propietarios del establecimiento han tenido sus tiras y aflojas con ella para tratar de prescindir de sus servicios en la cocina. Benjamín Menéndez Freije, responsable de camareros hasta el pasado octubre, fue testigo de cómo la mujer del dueño, Juan Luis Alfonso, le preguntaba «a cara de perro», delante de más gente, si era conocedora de lo que hacía su inseparable amigo para que el personal se pusiera malo. «Dijo que no, que ella no sabía nada», anota Benjamín, quien tuvo que acudir dos veces a Urgencias de Cabueñes en un estado de salud lamentable. Una de ellas al borde del coma.
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Ante los denunciantes que fueron llamados a testificar hace meses en el juzgado, como es el caso de Yolanda, la juez instructora mostró especial interés en sus preguntas por el extraño tipo de relación que mantenía la imputada con Andrés. Dos personas que lo venían compartiendo todo desde hace más de 20 años menos el techo y la cama, ya que a él se le conocen varias relaciones homosexuales en todo ese tiempo mientras que Eva, aparentemente, nunca anduvo con nadie.
El exjefe de cocina de la sidrería, Fernando Navareño, atestigua que ambos «eran como Mingo y Teresa. Las vacaciones y las libranzas las pasaban siempre juntos. Se adoraban, pero también discutían como lo hacen los viejos matrimonios. Le preguntabas a Andrés qué había entre ellos dos y 'eso a ti qué te importa' es lo que obtenías por contestación».
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Navareño, quien perdió 30 kilos en dos meses con un brebaje para adelgazar que le dio 'El Candasu', sospecha de las razones por las que la jueza Pandiella decidió tomar declaración a Eva en calidad de imputada: «Ella tenía la llave de la taquilla de Andrés y al igual que él rara vez comía allí (se traía tuppers de casa). Además, ellos dos eran los que manejaban el cotarro y repartían las raciones de comida en cazuelas o platos entre los empleados. De hecho, ellos marcaban los menús y no te dejaban salirte de él. Mandaban más que el cocinero».
'El Pistolas', Matilde y María
La historia delictiva de 'El Candasu', que parece una versión playa del extraño caso del doctor Jekyll y mister Hyde, no termina con las 22 denuncias recibidas por sus excompañeros. A raíz de conocerse su modus operandi, el Cuerpo Nacional de Policía comenzó también a investigar las causas del fallecimiento de Juan Gil Millán, 'El Pistolas', el jefe de cocina que cayó fulminado en la sidrería en mayo de 2011 en presencia del propio Andrés. La Comisaría de El Natahoyo abrió asimismo líneas de investigación para establecer posibles conexiones entre el procesado y las defunciones de dos ancianas de Cimadevilla, Matilde y María. Dos mujeres a las que 'El Candasu' hacía recados, llevaba la comida a casa, e incluso, iba al banco a cobrarles las pensiones.
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La Policía admite que es difícil, por no decir casi imposible, probar que las tres muertes se produjeron por intoxicación con Colme. El problema radica en que la cianamida cálcica, aunque sea administrada de forma continuada a la vícitma, se metaboliza rápidamente por el cuerpo y no dura más de 12 horas en sus receptores. En el caso de Juan Gil, hay otra dificultad añadida, que es que no hay cadáver que exhumar, porque fue incinerado hace dos años y medio.
A día de hoy las pruebas de cargo contra el exayudante de cocina son las que logró reunir el Grupo de Estupefacientes de la Comisaría de Gijón, durante los casi dos meses que precedieron a la detención en que sus agentes le tuvieron vigilado haciéndose pasar por clientes, con la complicidad de los empleados de El Lavaderu, para poder pillarle in fraganti con las manos en la masa.
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