TERRY BASTERRA
Miércoles, 15 de enero 2014, 03:26
Setenta y cinco años se cumplen este 2014 desde el final de la Guerra Civil y a día de hoy aún siguen apareciendo restos de aquella contienda bélica. Los últimos una serie de trincheras aparecidas en la localidad costera de La Isla, en Colunga. Estos elementos fueron descubiertos el viernes de la pasada semana durante el transcurso de unos trabajos de desbroce y limpieza que estaban llevando a cabo los operarios municipales de este consistorio en el entorno de la senda costera existente. Allí, a apenas un centenar de metros de la playa de La Isla y junto a varias mesas de madera ubicadas en este bello lugar de esparcimiento situado junto al mar, es donde han aparecido estas trincheras que, bien es cierto, ya eran conocidas por los mayores del lugar.
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A falta de que se realicen los pertinentes estudios todo apunta a que se trata de un lugar donde se colocaban los combatientes con sus armas. Existen ocho bocas excavadas en la tierra de en torno a un metro de profundidad, algunas de las cuales acaban en forma de T. Según explica el geógrafo Manuel Antonio Huerta, a estos lugares se les conoce con el nombre de «pozo de tiradores» y, por su forma, tendrían capacidad para «uno o dos soldados».
Huerta fue una de las personas que participó en los trabajos de catalogación y clasificación de los bienes patrimoniales relacionados con la Guerra Civil realizados por la Consejería de Cultura hace ya varios años. El geógrafo indica que cuando se realizó aquella labor no se conocía la existencia de estas trincheras pero que, por su ubicación y orientación -sobre un pequeño acantilado situado a apenas un centenar de metros de la playa de La Isla y con cuatro de sus pozos orientados de forma paralela a la costa y otros cuatro dando al arenal y al Sueve- todo apunta a que fuese un elemento defensivo del bando Republicano para proteger el aeródromo de Sales, uno de los más importantes de la región durante la contienda, así como un posible desembarco de las tropas del bando Nacional en La Isla o en alguna de las playas próximas.
Huerta considera que «seguramente esta zona nunca entró en batalla». Y es que finalmente los barcos de las tropas franquistas no llegaron a arribar a estos arenales y el geógrafo recuerda que «Colunga fue, entre comillas, una zona segura. Estaba en la retaguardia y el bando Nacional no entró allí hasta el final de la Guerra». Precisamente por este motivo en este municipio no hay tantos restos bélicos como en otros concejos de la comarca. Aunque es posible que sí que haya más que los catalogados pero que aún no se han descubierto.
Los que sí se acordaban de estos pozos de tiradores son los mayores de La Isla. La mayor parte de ellos los conocían y llegaron a jugar allí al escondite, caso de Angelita García Nosti. Ella no lo llegó a conocer con combatientes ya que nació en 1939. Quien sí recuerda a los milicianos allí destacados es Araceli Quesada García, que este domingo cumplirá 85 años. «Toda la vida pasamos por allí para ir a pescar. Recuerdo todavía que los milicianos tenían una caseta y que nos decían que los Nacionales nos iban a llevar a los niños en un saco. También recuerdo los bombardeos en el Fito y que había un polvorín en Loja», rememora esta señora.
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«En buen estado»
El alcalde de Colunga, el socialista Rogelio Pando, explica que en el Ayuntamiento ya se conocía que «allí existía algo» por los comentarios que les habían llegado de los vecinos de la zona. «Al limpiar el lugar y quitar la maleza para recuperar esta zona verde vimos que las trincheras estaban en un buen estado», recuerda el regidor colungués, quien avanza que «los descubrimos el viernes y nuestra idea es hacer una recuperación total para devolverlos lo más posible a su estado original».
Para ello retirarán todos los sedimentos acumulados en estos pozos que podrían llegar a alcanzar una profundidad máxima de cerca de un metro en algunos puntos. También desde el Ayuntamiento quieren ponerse en contacto con algún historiador para que estudie el origen de estas construcciones en la tierra ya que la previsión del Consistorio es colocar junto a las trincheras un panel informativo en el que se incluyan los principales datos sobre su origen, uso y a qué bando pertenecía. «La idea es señalizarlo como un recurso turístico más del concejo», avanza Pando.
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La propuesta no está mal vista por los vecinos de La Isla. «No me extraña que el Ayuntamiento quiera dejar aquello limpio para que la gente vea como era», sostiene Angelita García Nosti. Manuel Antonio Huerta también se confiesa «partidario de que a esos restos se les dé un valor histórico, además de turístico. Al fin y al cabo no dejan de ser parte del patrimonio cultural relacionado con la Guerra Civil».
Estas trincheras de La Isla se unen así a otras infraestructuras de aquella etapa bélica en el concejo de Colunga. La más destacada, sin duda, es el aeródromo de Sales. En sus proximidades también se edificaron unos hangares y un nido de ametralladoras para proteger esta pista de aterrizaje. En la zona del Cuetín quedan los vestigios de un refugio antiaéreo. Y también hay vecinos que afirman que entre la playa de La Griega y la de Lastres existían otros pozos de tiradores similares a los de La Isla.
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