JUAN GARCÍA
Miércoles, 23 de octubre 2013, 04:16
La primera campaña de excavaciones arqueológicas en la cueva cuaternaria de La Rexidora de Cuerres, en el concejo de Ribadesella, comenzaba en el día de ayer y lo hacía con buen pie. La primera sorpresa afloraba de las entrañas de la tierra en forma de calavera. Se trataba del cráneo correspondiente a un bisonte milenario perteneciente a la Edad del Hielo, aunque aún no ha sido posible su extracción. De momento, ésta es la especie animal más abundante en el depósito, aunque con anterioridad, en la recuperación superficial completada hace un año, también habían asomado restos óseos de rinocerontes lanudos, hienas y ciervos. Ayer sólo se extrajeron restos de bisontes, «nada nuevo dentro del repertorio conocido, pero que demuestra la riqueza potencial de este yacimiento», destacó Diego Álvarez Lao, el paleontólogo de la Universidad de Oviedo que dirige las excavaciones.
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En este primer día de trabajo sólo estuvo acompañado por los hermanos Alejandro y Pedro García, propietarios de la finca donde está ubicada la cueva y la novia del primero. En próximas jornadas se incorporarán otros compañeros de universidad y doctores interesados en la materia. Mientras llega ese momento, Diego Álvarez Lao se encargaba de marcar y abrir las primeras cuadrículas del yacimiento, recuperando las piezas que iban apareciendo. Entre ellas, el mencionado cráneo de bisonte. Por su parte, el resto de componentes de este improvisado equipo realizaba labores logísticas, retirando escombros y despejando la superficie de la caverna para facilitar los movimientos en su interior. «Es una cueva muy reducida en la que se hace complicado moverse», afirmó el paleontólogo.
Debido al elevado número de restos óseos localizados en la sima de Cuerres, la excavación se está ejecutando con sumo cuidado. Hace un año, durante la recogida del material suelto en superficie, se recuperaron más de 150 piezas. Entre ellas el cráneo de una hiena. Con el inicio de las excavaciones esa cifra crecerá considerablemente, «aunque sólo por su grado de conservación y por la peculiaridad del material existente éste ya es un yacimiento relevante», añadió Álvarez Lao. El paleontólogo no descarta encontrar otras especies. Entre ellas el mamut lanudo o el ciervo gigante (Megalocero), además de caballos, jabalíes, renos, rebecos y cabras montesas.
Universidad de Oviedo
Esta campaña de excavación aún no cuenta con financiación aprobada, pero su director espera que en breve se resuelva la solicitud de ayuda y subvención presentada ante la Universidad de Oviedo. Ésa es la principal vía de financiación establecida por el director. Además, los trabajos no van a ser continuos. Se desarrollarán en días aislados en función de la disponibilidad laboral de los miembros del equipo. «Al coincidir con el curso académico, no es posible plantearse una campaña continua. Tenemos que compaginar el trabajo de campo con las clases en la Universidad, así que serán actuaciones aisladas uno o dos días a la semana, según se pueda», afirmó.
Con la ayuda económica de la Universidad de Oviedo espera encargar los estudios de datación a través del carbono 14 y precisar la edad exacta del yacimiento de Cuerres. En principio, teniendo en cuenta el tipo de fauna localizada en la cavidad (bisontes, rinocerontes lanudos, ciervos y hienas), todo apunta a que el depósito de huesos se produjo durante la última glaciación, en la época del Pleistoceno Superior, popularmente conocida como la Edad del Hielo. Es decir, se estima que los huesos de Cuerres pueden tener entre 30.000 y 40.000 años de antigüedad. Un hecho que para Diego Álvarez Lao es de «especial interés» ya que en Asturias no son muchos los yacimientos que muestran evidencias de fauna propia de esos momentos glaciares.
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El descubrimiento de este yacimiento mantiene paralizadas las obras de construcción de la vivienda que en esta finca estaban construyendo los hermanos García, gerentes del restaurante La Cerezal de Collera. El servicio de Patrimonio del Principado de Asturias les permite reanudar los trabajos, pero con una serie de condicionantes que lo hacen inviable. «No nos dejan utilizar maquinaria ni vehículos pesados, obligándonos a llevar los ladrillos con carretillo, algo que se promete difícil», aseguró Alejandro García. Para salvar este obstáculo burocrático, los dos hermanos han buscado el asesoramiento legal necesario. «Nosotros hemos obrado en todo momento con buena fe, dando a conocer a las autoridades competentes el descubrimiento de la cueva», añadió. Ahora sólo esperan que les permitan continuar con los trabajos.
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