
MARCO MENÉNDEZ
Martes, 22 de octubre 2013, 02:32
La historia de la capilla de La Guía comienza con un desengaño amoroso y culmina con la implicación de todo un barrio en preservar el santuario de su Virgen. El antiguo templo ocupaba terrenos de los actuales jardines de La Guía y en 1647 se inició su construcción a iniciativa de Godofredo de la Vega y de Menéndez, poseedor de un mayorazgo, quien dos años antes había sido rechazado por la joven con la que se iba a casar. Desolado, ingresó en el monasterio benedictino de Santa María de la Vega, de Oviedo, perteneciente a la orden de Fontevrault. Allí fue donde decidió la construcción de una ermita dedicada a la Virgen María en terrenos de su propiedad.
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La historia del templo fue movida, pues en 1686 acogió una capellanía colativa -con intervención de la autoridad eclesiástica- dedicada al Dulce Nombre de Jesús y en la segunda mitad del siglo XVIII albergó a la Cofradía de Nuestra Señora del Carmen, que después pasaría a la parroquia de Somió. Con el paso de los años, la capilla se fue deteriorando y en 1892 ya presentaba muy mal aspecto. Fue por eso por lo que el entonces párroco de Somió, Antonio Fuente Calé, solicitó permisos del Arzobispado de Oviedo y del Ayuntamiento de Gijón para reconstruir el templo.
El pueblo de La Guía, como siempre, se implicó de lleno con su capilla y en 1898, mediante suscripción popular, se consiguió instalar un artístico retablo de madera y una placa de piedra en la que se recordaba la visita a la ermita de la reina Isabel II, en 1885.
Centro de peregrinación
Durante muchos años la capilla se convirtió en centro de peregrinación no sólo de los vecinos de La Guía, sino de prácticamente todo Gijón, ya que albergaba la que se llamaba la Santina de La Guía, al celebrar sus fiestas el 8 de septiembre, y que gozaba de fama de milagrosa. Hasta 1934, los fieles eran los encargados de donar el aceite que permitiera dar luz al interior del edificio, pero ese año se instaló por primera vez la luz eléctrica, lo que fue muy celebrado por el vecindario.
Pero llegarían los años oscuros, los de revoluciones y guerras, y que supondría el final de un templo histórico para el municipio. La ermita sufrió su primer embate en 1936, cuando fue incendiada, pero al año siguiente quedó totalmente destruida y sus piedras se utilizaron como relleno para el campo de aviación que se habilitó en Las Mestas. La imagen de la Virgen quedó reducida a cenizas.
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