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GUILLERMO F. BUERGO
Miércoles, 16 de octubre 2013, 03:32
Las persistentes lluvias de la mañana de ayer obligaron a modificar el programa de actos de la fiesta de Santa Teresa, en Nueva de Llanes, pero las inclemencias meteorológicas no mermaron un ápice el entusiasmo vecinal. El principal cambio afectó a la suspensión de la procesión por las abarquilladas calles del barrio de La Nogalera. No obstante, los festejos populares ya habían comenzado el pasado sábado con juegos infantiles para los más pequeños y un concurso de tortillas que resultó elevado en cuanto al número de participantes y muy concurrido a la hora de degustar las diferentes elaboraciones. La tarde de aquel día se remató con una verbena amenizada por dos acreditados DJs, que pincharon música muy bailada en las discotecas durante las últimas décadas.
Y la jornada de ayer, día grande en honor a la santa de Ávila, comenzaba con una multitudinaria misa en la capilla de Santa Teresa, ubicada dentro de la grandiosa finca conocida como La Catedral, propiedad de los hermanos Sánchez del Campo Alonso, la familia que, apoyada en el aliento popular, se encargó de recuperar la fiesta hace más de una década. La eucaristía fue oficiada por el párroco de Nueva, Domingo González, y contó con el acompañamiento vocal de los coros 'Nueva Armonía' y 'Sonrisas y Canto', fusionados para la ocasión bajo la batuta de Pilar Sampedro, directora de ambas agrupaciones.
Al término de la función religiosa no había dejado de llover y con buen criterio, y dolor de corazón, se decidió suspender la tradicional procesión. A resguardo, hasta el próximo 15 de octubre, quedaron la andas y la imagen de Santa Teresa. Las personas que se habían ataviado con los trajes de llanisca y porruano tuvieron que conformarse con realizar fotos de familia en el interior de la ermita.
Bajo la protección de una carpa continuó la fiesta profana en el barrio de La Nogalera, con la actuación del gaitero navizo Santiago Galguera y los tamboriteros Ángel y José Rey, hermanos y llegados desde Vibaño. El coro también ofreció un concierto de piezas populares y la mañana se remataba con una comida comunitaria en base a aportaciones vecinales. Así, siete boronas preñadas, varias empanadas e infinidad de tortillas, fueron surgiendo de las clásicas cestas de mimbre.
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